¿Puede el diseño de un lugar repercutir en la salud de las personas que trabajan en él? La ciencia nos dice que la disposición de una oficina impactará no sólo en economía financiera y espacial, sino también en el bienestar físico y mental de los empleados.
Las personas que trabajan en oficinas, por lo general, tienen estilos de vida de baja actividad. Según estudios, no compensan su inactividad del día laboral con ejercicio fuera del trabajo. Los estilos de vida sedentarios están asociados con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, entre tantas otras comorbilidades.
Se han vinculado los entornos de oficina específicos con enfermedades y estrés relacionados con el lugar de trabajo (Clemes, O’Connell, & Edwardson, 2014; Kirk & Rhodes, 2011). Posteriormente, Casey Lindberg, psicológico científico, y sus colegas quisieron estudiar la relación entre los distintos entornos de oficina y los resultados de salud a corto plazo de los empleados utilizando mediciones objetivas de los indicadores de actividad y el estrés para explorar cómo los diferentes tipos de diseño en el lugar de trabajo están relacionados con el bienestar de los empleados (Lindberg et al., 2018).
Las herramientas digitales que ofrecen los teléfonos inteligentes y los rastreadores de actividad permiten a los investigadores estudiar el comportamiento del mundo real tal como sucede en el momento, por este motivo podemos decir que se han convertido en aliados de la investigación científica (Harari et al., 2016).
Aprovechando estas nuevas herramientas digitales, Lindberg y sus colegas equiparon a 231 empleados en la Administración de Servicios Generales de los Estados Unidos (GSA), una agencia del gobierno de los Estados Unidos, con rastreadores de actividad y monitores de frecuencia cardíaca durante 3 días y 2 noches. Los participantes también descargaron una aplicación de monitoreo del estado de ánimo en sus smartphones que les preguntaba sobre sus estados de ánimo en momentos aleatorios cada hora durante todo el día, tanto cuando los participantes estaban en el trabajo como en su casa.
Los participantes trabajaban en cuatro edificios diferentes de oficinas y desempeñaban distintas funciones dentro de la GSA. El muestreo de una amplia gama de trabajadores y tipos de oficinas era importante para los investigadores porque significaba que sus hallazgos podrían aplicarse ampliamente a muchos tipos de trabajadores fuera de la GSA.
Oficinas abiertas = trabajadores más activos
Dentro de los resultados más previsibles, se encontró que aquellos empleados que trabajaban principalmente en computadoras se movían menos durante el día que aquellos que no trabajaban en computadoras. Los trabajadores de mayor edad y aquellos con índices de masa corporal (IMC) más altos fueron menos activos que sus colegas más jóvenes y de IMC más bajo. Estos hallazgos coinciden con los de investigaciones anteriores (Sisson et al., 2009).
Los investigadores también encontraron algunas asociaciones que no habían previsto. Las personas que trabajan en mesas abiertas largas (el arreglo que se encuentra en muchos diseños de oficinas abiertas) eran un 20% más activas que los trabajadores de cubículos, y un 32% más activas que las personas que trabajaban en sus propias oficinas.
“Es posible que la naturaleza abierta de un espacio conduzca a una mayor actividad física al fomentar la interacción y la movilidad, incluido el movimiento a espacios diseñados para reuniones no planificadas y llamadas telefónicas, cuando estén disponibles,” escribieron Lindberg y sus colegas. También sugieren que los trabajadores pueden necesitar hacer mayor uso de espacios compartidos en lugares de trabajo con diseño abierto ya que es menos probable que tengan sus propias impresoras o espacios para reuniones programadas.
Además, hallaron que aquellos empleados que se desempeñan en cubículos u oficinas propias tenían mayor estrés autoevaluado en el trabajo y mayores indicadores fisiológicos de estrés (a través de monitores de frecuencia cardíaca) en el hogar después del trabajo. Los investigadores especulan que un mayor nivel de estrés podría ser causado por niveles más bajos de actividad, y la investigación previa respalda esta noción.
Es evidente la importancia que reviste el diseño del lugar de trabajo: impactará en la salud física y mental de los trabajadores, a la vez que tiene implicancias económicas para empleadores. Las oficinas abiertas pueden representar un desafío de gestión y estrategia para los encargados de dirigirlas, pero sus repercusiones tienen la potencialidad de ser muy beneficiosas.
Referencias bibliográficas:
Clemes, S. A., O’Connell, S. E., & Edwardson, C. L. (2014). Office workers’ objectively measured sedentary behavior and physical activity during and outside working hours. Journal of Occupational and Environmental Medicine / American College of Occupational and Environmental Medicine, 56(3), 298-303. https://doi.org/10.1097/JOM.0000000000000101
Harari, G. M., Lane, N. D., Wang, R., Crosier, B. S., Campbell, A. T., & Gosling, S. D. (2016). Using Smartphones to Collect Behavioral Data in Psychological Science: Opportunities, Practical Considerations, and Challenges. Perspectives on Psychological Science: A Journal of the Association for Psychological Science, 11(6), 838-854. https://doi.org/10.1177/1745691616650285
Kirk, M. A., & Rhodes, R. E. (2011). Occupation correlates of adults’ participation in leisure-time physical activity: a systematic review. American Journal of Preventive Medicine, 40(4), 476-485. https://doi.org/10.1016/j.amepre.2010.12.015
Lindberg, C. M., Srinivasan, K., Gilligan, B., Razjouyan, J., Lee, H., Najafi, B., … Sternberg, E. M. (2018). Effects of office workstation type on physical activity and stress. Occupational and Environmental Medicine, 75(10), 689-695. https://doi.org/10.1136/oemed-2018-105077
Sisson, S. B., Camhi, S. M., Church, T. S., Martin, C. K., Tudor-Locke, C., Bouchard, C., … Katzmarzyk, P. T. (2009). Leisure Time Sedentary Behavior, Occupational/Domestic Physical Activity, and Metabolic Syndrome in U.S. Men and Women. Metabolic Syndrome and Related Disorders, Vol. 7, pp. 529-536. https://doi.org/10.1089/met.2009.0023
Fuente: Psychological Science