Guido Corradi escribe para el blog de psicología Rasgo Latente:
La creencia de que los mensajes positivos tienen un impacto beneficioso en el estado de ánimo está bastante extendida –y los pacientes muchas veces tenemos que sufrirlos. Sin embargo, los estudios sobre el tema no dan motivos para creer ese beneficio sea real. Puede parecer paradójico, pero no es la primera vez que la psicología nos muestra que lo que nos parece obvio no siempre lo es. Así, por ejemplo, la felicidad (¡¿quién no quiere ser feliz?!) no es un valor compartido por toda la humanidad, no en todas las circunstancias queremos tener a los bienhechores cerca y exponernos a argumentos contrarios, en realidad, refuerza los nuestros.
Yo comparto la postura de Corradi. A veces las personas están tan preocupadas por ayudar o simplemente no soportan o no saben manejar el dolor de los demás y se apresuran a ofrecer un sinfín de frases exageradas que no toman en cuenta la realidad y disposición de la persona que sufre.
Como bien dice el artículo. Los mensajes positivos son buenos siempre y cuando la persona está dispuesta a recibirlos y cuando el mensaje plantea objetivos o enseñanzas que no son exageraciones baratas.