En un reciente estudio publicado por la Asociación Americana de Psicología (APA), se han descubierto las motivaciones y rasgos de personalidad que llevan a las personas a creer en teorías de conspiración. Contrariamente a la creencia popular de que los teóricos de la conspiración son personas simples o con problemas de salud mental, este estudio muestra una imagen más matizada de lo que impulsa su pensamiento.
La investigación, liderada por Shauna Bowes, estudiante de doctorado en psicología clínica en la Universidad de Emory, revela que las personas propensas a creer en teorías de conspiración combinan una serie de rasgos de personalidad y motivaciones. El estudio, que ha analizado datos de más de 158,000 participantes en 170 estudios diferentes, ha revelado algunas conclusiones sorprendentes.
Según los resultados, las personas que creen en teorías de conspiración tienden a confiar fuertemente en su intuición y a sentir un sentido de antagonismo y superioridad hacia los demás. Además, perciben amenazas en su entorno y buscan un sentido de seguridad y comprensión en su entorno. Estas motivaciones se combinan para buscar respuestas y sentido en medio de la angustia y la confusión.
El estudio también desafía la creencia de que el deseo de control o de cierre son los principales motivadores detrás de la adopción de teorías de conspiración. En cambio, los investigadores descubrieron que las personas son más propensas a creer en teorías específicas de conspiración cuando se ven motivadas por relaciones sociales. Aquellos que perciben amenazas sociales son más propensos a creer en teorías de conspiración basadas en eventos particulares, como la controvertida teoría de que el gobierno de los Estados Unidos planificó los ataques terroristas del 11 de septiembre.
El estudio también examinó los rasgos de personalidad asociados con los creyentes de teorías de conspiración. Se descubrió que aquellos con un sentido de antagonismo hacia los demás y altos niveles de paranoia son más propensos a creer en teorías de conspiración. Además, los creyentes en estas teorías mostraron niveles más altos de inseguridad, volatilidad emocional, impulsividad, sospecha, retraimiento, manipulación, egocentrismo y excentricidad.
Es importante destacar que los cinco grandes rasgos de personalidad (extraversión, amabilidad, apertura, responsabilidad y neuroticismo) tuvieron una relación más débil con el pensamiento conspirativo. Sin embargo, los investigadores señalan que esto no significa que los rasgos de personalidad generales sean irrelevantes para la tendencia a creer en teorías de conspiración.
Este estudio, que analizó una amplia gama de participantes en Estados Unidos, Reino Unido y Polonia, proporciona una visión más completa de las motivaciones y rasgos de personalidad que impulsan el pensamiento conspirativo. Shauna Bowes enfatiza la importancia de realizar futuras investigaciones con una mayor conciencia de la complejidad del pensamiento conspirativo y la necesidad de explorar variables diversas para comprender la psicología general detrás de estas ideas.
En conclusión, el estudio desafía los estereotipos comunes sobre los creyentes de teorías de conspiración y destaca la complejidad de las motivaciones y rasgos de personalidad que subyacen a este tipo de pensamiento. A medida que se profundice en la comprensión de estos aspectos, se podrá obtener una imagen más clara de por qué algunas personas son más propensas a adoptar teorías de conspiración y cómo abordar este fenómeno desde una perspectiva psicológica.
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Referencia: The Conspiratorial Mind: A Meta-Analytic Review of Motivational and Personological Correlates,” by Shauna Bowes, MA, and Arber Tasimi, PhD, Emory University, and Thomas Costello, PhD, Massachusetts Institute of Technology. Psychological Bulletin.