Antropólogos biológicos proponen una nueva manera de concebir ciertas enfermedades mentales. Su punto de partida: la psicología moderna y en particular el uso de fármacos como los antidepresivos, no han logrado reducir en gran medida la prevalencia de los trastornos mentales; la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático podrían no ser trastornos para este nuevo enfoque que los considera parte de la evolución humana (Syme & Hagen, 2020).
¿Cuáles son los fundamentos de este enfoque? Los autores señalan que la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático pueden ser principalmente respuestas a la adversidad; por eso sostienen que tratar solamente el “dolor psíquico” de estos problemas con drogas no resolverá el problema subyacente. Sería como “medicar a alguien por un hueso roto sin endurecer el hueso en sí.”
La depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático muchas veces implican una amenaza o exposición a la violencia. Estas situaciones son fuentes conocidas de enfermedades mentales. Con esta base, los autores sugieren que tales respuestas parecieran ser más bien fenómenos socioculturales, por lo tanto, la solución no sería necesariamente “corregir una disfunción en el cerebro de la persona,” sino ocuparse de las disfunciones en el mundo social.
Las investigaciones en salud mental siguen aferradas a la clasificación por síntomas con la esperanza de revelar patrones subyacentes que podrían conducir a soluciones, pero es necesario integrar los conocimientos que surgen de investigaciones en genética, los biomarcadores y estudios realizados con imágenes para mejorar realmente la vida de las personas, señalan.
¿Dónde está el problema? Para estos investigadores, dentro de los asuntos más problemáticos se encuentra la teoría del “desequilibrio químico” de la depresión, que ha contribuido a crear un auge de los fármacos antidepresivos destinados a modular ciertas sustancias químicas del cerebro llamadas neurotransmisores. Un gran metanálisis centrado en ensayos con antidepresivos halló que los antidepresivos tenían casi el mismo efecto que un placebo y su uso generalizado no ha arrojado resultados medibles (Cipriani et al., 2018). Por ejemplo, solo en Australia, el uso de antidepresivos aumentó un 352% entre 1990 y 2002, sin embargo, no se ha observado una reducción en la prevalencia de trastornos del estado de ánimo, ansiedad o uso de sustancias en ningún país. También hubo aumentos sustanciales en el uso de terapias psicológicas. Sin embargo, no se observó una reducción en la prevalencia de trastornos del estado de ánimo, ansiedad o uso de sustancias en ningún país (Jorm et al., 2017).
En lugar de abordar los problemas mentales por sus síntomas, Hagen y Syme proponen abordar la enfermedad mental por sus causas probables. Reconocen que algunos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia son probablemente genéticos y, a menudo, hereditarios y otros, como el Alzheimer, parecen estar relacionados con el envejecimiento.
Sin embargo, este equipo de antropólogos argumentan que algunas afecciones podrían ser un desajuste entre los entornos modernos y ancestrales, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Por otro lado, trastornos como la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático no son hereditarios, pueden ocurrir a cualquier edad y, a menudo, están vinculados a experiencias amenazadoras. En estos casos, los autores teorizan que pueden ser respuestas a la adversidad y servir como señales (al igual que lo hace el dolor físico) para que las personas tomen conciencia de la necesidad de ayuda. “El dolor no es la enfermedad, sino la función que nos avisa que hay un problema.”
Referencia bibliográfica:
Cipriani, A., Furukawa, T. A., Salanti, G., Chaimani, A., Atkinson, L. Z., Ogawa, Y., Leucht, S., Ruhe, H. G., Turner, E. H., Higgins, J. P. T., Egger, M., Takeshima, N., Hayasaka, Y., Imai, H., Shinohara, K., Tajika, A., Ioannidis, J. P. A., & Geddes, J. R. (2018). Comparative Efficacy and Acceptability of 21 Antidepressant Drugs for the Acute Treatment of Adults With Major Depressive Disorder: A Systematic Review and Network Meta-Analysis. Focus , 16(4), 420-429. https://doi.org/10.1176/appi.focus.16407
Jorm, A. F., Patten, S. B., Brugha, T. S., & Mojtabai, R. (2017). Has increased provision of treatment reduced the prevalence of common mental disorders? Review of the evidence from four countries. World Psychiatry: Official Journal of the World Psychiatric Association , 16(1), 90-99. https://doi.org/10.1002/wps.20388
Syme, K. L., & Hagen, E. H. (2020). Mental health is biological health: Why tackling «diseases of the mind» is an imperative for biological anthropology in the 21st century. American Journal of Physical Anthropology, 171 Suppl 70, 87-117. https://doi.org/10.1002/ajpa.23965
Fuente: Science Daily
8 comentarios
Estoy totalmente de acuerdo, con esta visión. Tengo una hija con depresión. La diagnosticado, 4 años con distintos tipo distintos tipo de enfermedad mental. Le han recetado una cantidad impresionante de anti depresivos y ninguno, a cumplido con recuperar su calidad de vida
Estoy muy de acuerdo con esta perspectiva, pero no es nueva. De todos modos y por precaución, hay que tener en cuenta los desequilibrios quimicos del organismo porque existen. Aún no se comprobó taxativamente la existencia de transmisión genética en las enfermedades mentales. Si existen los modelos familiares que son presentes y conducen a la repetición de reacciones y conductas.
Me resulto muy interesante este articulo, ante de seguir quiero aclarar que no tengo estudios profesionales sobre el tema, sin embargo he estudiado al respecto sobre el tema, pues considero que en efecto los medicamentos para ciertos trastornos solo son paleativos, y coincido en que el problema radica en la sociedad , que en es quien acentúa un problema tan simple. Ya que hablando de depresión he notado en algunas personas que se origina a raíz de un proceso traumático , pero es acentuado e incluso magnificado por la sociedad e incluso la misma familia, y si seguimos en orden descendente légamos a los padres a quienes no tomamos educación básica para saber ayudar a tiempo a nuestros hijos, y prevenir que el problema sea cada vez mayor, y del mismo modo poder educar al nucleo familiar para aprender a ayudar a quien sea victima de una situacion traumatica.
Excelente artículo del cual,sin mayores conocimientos concuerdo.
Entiendo, que serian mejor terapias, sin tantos psicofarmacos.
Emm…es que no es novedad. La psicología lleva décadas ocupando esa “nueva” forma de abordaje (ramas de la ciencia tales como psicología social, laboral, clínica, educativa, neuro). Me parece más bien que quien redacta habla de la psiquiatría (y eso también desconoce la importancia de un abordaje médico y apoyo farmacológico), pues en realidad o aparentemente desconoce toda la variante de trabajo psicológico.
Excelente. Yo sin hacer un estudio estoy de acuerdo con esta teoría, pues mi experiencia personal me confirma, pues salí de un conflicto civil interno y en determinados momentos sufrí alguno o más de esos trastornos, pero fueron superados
Interesante la información que se plantea. Sin embargo, el enfoque que tiene es radical en cuestión a intervenciones sociales completas como solución a este tipo de enfermedades. Considero que es muy probable que la prevalencia en el número de casos no se ha visto afectada en cuestión a terapia Psicológica porque simplemente es utilizada como un recurso posterior a la presentación de los síntomas y no se tiene una cultura preventiva en la mayoría de los países.
Ciertamente la disminución de las situaciones violentas podrían incluso garantizar la reducción notable de los pacientes con estas enfermedades. Sin embargo, en países como México se tendría que generar un impacto tal que aún a la fecha no ha sido posible producir a pesar de las innumerables problemáticas que podríamos considerar como desencadenantes. Así pues, no es que se proponga la intervención farmacéutica y Psicológica como única herramienta para el abordaje de las enfermedades mentales mencionadas, es más bien una medida viable que le brinda al sujeto la posibilidad de reducir su sintomatología con un abordaje en primera persona, reduciendo así el riesgo a decaída por esperar cambios de otros.
Comentarios no permitidos.