Antes de comentarte el contenido de estas investigaciones, te propongo un ejercicio: pensá por unos minutos cuáles son tus mayores arrepentimientos respecto de tu vida hasta ahora. Hacé una lista (aunque sea mental), y procurá asignarles un orden de importancia.
En investigaciones publicadas en los ‘90, psicólogos le pidieron a personas que hicieran una lista con sus mayores arrepentimientos en la vida y encontraron que tendían a mencionar cosas que no habían hecho, más que cosas que habían hecho. Ahora, uno de los psicólogos de aquella investigación seminal, Thomas Gilovich de la Universidad Cornell junto con su colega Shai Davidai de The New School for Social Research, han analizado el contenido de los arrepentimientos de la gente, en lugar de cómo se llevaron a cabo (por acción o inacción). A través de seis estudios, el par presenta nueva evidencia, publicada en Emotion, de que los arrepentimientos que más perduran en nosotros tienen que ver con no vivir de acuerdo a nuestro “yo ideal” (esto es, no llegar a ser las personas que queríamos ser), en oposición a no vivir de acuerdo con nuestro “deber ser” (la persona que deberíamos haber sido basados en nuestras obligaciones y responsabilidades).
Los investigadores encuestaron a cientos de participantes, incluidos estudiantes, pero mayormente miembros del público reclutados en el sitio web de encuestas de Amazon. En la mayor parte del estudio, los investigadores empezaron diciendo a los participantes la diferencia entre el arrepentimiento que concierne al “yo ideal” (no alcanzar las metas que se pusieron para sí mismos, sus sueños y ambiciones) y “el deber ser” (no alcanzar las normas y reglas que tenían para sí mismos o no cumplir con sus obligaciones con otros), antes de pedirles que hicieran una lista, nombren y categoricen sus arrepentimientos.
A lo largo de los distintos estudios, los participantes dijeron que experimentaron arrepentimientos concernientes a su yo ideal más a menudo (72 % vs 28 %); mencionaron más arrepentimientos del yo ideal que del deber ser cuando se les pidió que hicieran una lista con sus arrepentimientos respecto de sus vidas hasta el momento (57 % vs 43 %); y cuando se les pidió que nombren su mayor arrepentimiento en la vida, los participantes fueron más propensos a mencionar uno relativo a no alcanzar su yo ideal (76 % vs 24 % que mencionaron un arrepentimiento del deber ser).
Gilovich and Davidai luego pusieron a prueba su creencia de que la razón clave por la que los arrepentimientos del yo ideal son más duraderos es que somos menos propensos a tomar acciones prácticas y psicológicas en el momento de reparar aquel arrepentimiento, comparado con los arrepentimientos del deber ser.
Por ejemplo, cuando se le presentó a los participantes arrepentimientos hipotéticos del yo ideal (como abandonar sueños o intereses románticos no perseguidos) y arrepentimientos hipotético del deber ser (como no visitar a un familiar moribundo o indefinidamente), dijeron que una persona típica era más propensa a tomar acción psicológica y práctica para reparar el arrepentimiento del deber ser, como encontrar un lado positivo o hacer algo para calmar el arrepentimiento, que para reparar un arrepentimiento del yo ideal.
En un estudio de seguimiento, los participantes describieron arrepentimientos reales que tenían, ya sea relacionados al yo ideal o al deber ser, y dijeron cómo les hicieron frente. Aquellos a quienes se les pidió que describieran arrepentimientos del deber ser se calificaron como haber sido más urgentes y dijeron que habían tomado más pasos para hacerles frente, incluyendo cambio de comportamiento, rectificar la situación o deshacerla completamente. Finalmente, los investigadores cambiaron las cosas y pidieron a 157 participantes más que recordaran un arrepentimiento resuelto o uno no resuelto (“asunto pendiente”). Encontraron que aquellos a quienes se les pidió que escribieran sobre lo primero eran más propensos a describir un arrepentimiento del yo ideal.
Gilovich and Davidai no sostienen que la única razón por la que los arrepentimientos del yo ideal son más duraderos es porque somos menos propensos a atenderlos y resolverlos, pero consideran que este es un factor clave en cuanto a por qué son generalmente más molestos y vienen más fácilmente a la mente. Otras posibles razones (no puestas a prueba en la presente investigación) son que el “yo ideal” es simplemente menos asequible que el “deber ser”, más abstracto, y menos dependiente del contexto, haciendo que los arrepentimientos relacionados con ellos se activen con más frecuencia.
Los nuevos resultados están respaldados por las cuentas anecdóticas de pacientes cercanos al final de sus vidas, descritas en un libro escrito por la enfermera de cuidados paliativos Bronnie Ware en 2013: “Cuando las personas se dan cuenta de que sus vidas están acabando y la ven claramente en retrospectiva, es fácil ver cuántos sueños se han ido sin ser cumplidos,” escribió. “La mayoría de las personas no han honrado ni la mitad de sus sueños y deben morir sabiendo que fue a causa de opciones que tomaron, o no tomaron.”
A la hora de hacer reflexiones prácticas respecto de estos hallazgos, Gilovich and Davidai nos urgen a que seamos cautelosos, y sugieren que la forma más aconsejable de vivir dependerá de cuánto peso le pongamos al deber ser y al yo ideal.
Referencia del estudio: Davidai, S., & Gilovich, T. (2018). The ideal road not taken: The self-discrepancies involved in people’s most enduring regrets. Emotion, 18(3), 439-452. http://dx.doi.org/10.1037/emo0000326
Fuente: The British Psychological Society