¿Cómo hablamos con los bebés y niños pequeños? ¿Hace alguna diferencia decirle “lápiz” indistintamente a un lápiz, crayón, birome o fibra? ¿O llamar “plantas” igualmente a helechos, rosas y lechugas? ¿O incluso denominar “flores” a margaritas, petunias y azaleas? Parece que sí: una investigación reciente encontró que hasta para los bebés que recién empiezan a pronunciar sus primeras palabras, la manera en que denominamos a un objeto guía el proceso de codificación, representación y memoria del infante para ese objeto (LaTourrette & Waxman, 2020).
¿Por qué es importante? Codificar objetos en la memoria y recordarlos más tarde es fundamental para la cognición humana. Este proceso surge en la infancia.
Metodología: el equipo de investigación formuló una nueva tarea de reconocimiento de memoria que empezó por una etapa de entrenamiento en la que todos los bebés vieron cuatro objetos distintos de la misma categoría de objetos, cada uno fue introducido junto con:
- el mismo sustantivo nuevo (condición de nombre consistente),
- un sustantivo nuevo distinto para cada objeto (condición de nombres distintos), o
- la misma secuencia de tonos sinusoidal (condición de tono consistente).
Luego, los investigadores evaluaron si los bebés recordaban qué objetos acababan de ver en el entrenamiento. Para hacerlo, los bebés volvieron a ver cada objeto del entrenamiento, esta vez presentado en silencio junto con un nuevo objeto de la misma categoría de objetos.
¿Qué encontraron? La memoria de los bebés para los objetos individuales era sensible a cómo habían sido nombrados. Los bebés en la condición de nombre consistente mostraron una memoria de reconocimiento deficiente en la prueba, lo que sugiere que los nombres aplicados de manera consistente les enfocaban principalmente en los puntos en común entre los objetos nombrados a expensas de las diferencias entre ellos.
Por el contrario, los bebés en la condición de nombres distintos reconocieron tres de los cuatro objetos, lo que sugiere que la aplicación de nombres distintos mejora la codificación de los bebés respecto de las distinciones entre los objetos individuales.
Los infantes en la condición de control “tono constante” reconocieron solo el objeto que habían visto más recientemente.
Consecuentemente, la evidencia indica que los bebés son sensibles a un vínculo de principios entre el nombre y la representación de objetos a los 12 meses de edad.
¿Qué interpretaciones surgen? Según los autores, esto significa que cuando se aplica el mismo nombre consistentemente a un conjunto de objetos, los bebés codifican principalmente sus puntos en común. En contraste, cuando se aplica un nombre único a cada objeto, los bebés codifican las características únicas de cada objeto.
Explican que para un bebé de 12 meses de edad la manera en que un objeto es nombrado tiene consecuencias conceptuales rápidas y precisas en la representación que harán de él.
También sostienen que por la precisión de las respuestas de los bebés, incluso el asignarles nombres una sola vez puede tener un impacto duradero en cómo codificarán, representarán en la memoria y recordarán tal objeto más tarde.
Concluyen que denominar a un conjunto de objetos individuales con el mismo nombre invita a los bebés a formar categorías de objetos: los lleva a enfocarse en los puntos en común entre los objetos, pero a expensas de recordar las características que son únicas para cada cosa individual.
Referencia bibliográfica:
LaTourrette, A. S., & Waxman, S. R. (2020). Naming guides how 12-month-old infants encode and remember objects. En Proceedings of the National Academy of Sciences (p. 202006608). https://doi.org/10.1073/pnas.2006608117
Fuente: Science Daily