Una gran característica de la infancia es la curiosidad. Niñas y niños pequeños pasan sus días descubriendo el mundo, experimentando y aprendiendo a través de sus sentidos sobre todo lo que les rodea. Examinar su ambiente es una actividad de suma importancia que les ayuda a comprender cómo funciona el mundo, y que disfrutan sinceramente. De hecho, este interés puede llevarlos a dejar pasar recompensas que saben que pueden obtener, en pos de explorar otras opciones, según los hallazgos de un nuevo estudio (Blanco & Sloutsky, s. f.).
Metodología
Los autores de esta investigación realizaron dos estudios.
Primer estudio
En el primero participaron 32 niños de 4 años y 34 adultos. En una pantalla de computadora, se mostró a los participantes cuatro criaturas alienígenas. Al hacer clic en cada criatura, se les dio una cantidad determinada de caramelos virtuales.
Una criatura fue claramente la mejor opción, dando 10 caramelos, mientras que las otras dieron 1, 2 y 3 caramelos, respectivamente. Esas cantidades nunca cambiaron para cada criatura durante el transcurso del experimento.
El objetivo era ganar la mayor cantidad de dulces posible en 100 pruebas (los niños podían convertir sus dulces virtuales en pegatinas reales al final del experimento).
Como se esperaba, los adultos aprendieron rápidamente qué criatura dio la mayor cantidad de dulces y seleccionaron esa criatura el 86% de las veces. Pero los niños seleccionaron la criatura de mayor recompensa solo el 43% de las veces.
Y no fue porque los niños no se dieron cuenta de qué elección les reportaría la mayor recompensa. En una prueba de memoria después del estudio, 20 de 22 niños identificaron correctamente qué criatura entregó más dulces.
Los autores señalan que, a diferencia de los adultos que estaban motivados por lograr la máxima recompensa, los niños estaban parcialmente motivados por la información que obtenían a través de la exploración.
Lo llamativo fue que no hubo lugar para el azar: cuando los niños no hacían clic en la opción con la recompensa más alta, era más probable que revisaran las otras opciones de manera sistemática, para asegurarse de que nunca pasaban demasiado tiempo sin probar cada opción individual.
Segundo estudio
Se planteó un juego similar para el segundo estudio, pero en este caso el valor de tres de las cuatro opciones era visible: solo una estaba oculta. La opción que estaba oculta se determinó al azar en cada prueba, por lo que cambiaba casi siempre. Pero los valores de las cuatro opciones nunca cambiaron, incluido el valor de la opción oculta.
Como en el primer experimento, los 37 adultos participantes eligieron la mejor opción en casi todos los ensayos, esto es, el 94% de las veces. Eso fue mucho más que los 36 niños de 4 y 5 años, que seleccionaron la opción de mayor valor solo el 40% de las veces.
Cuando la opción oculta era la opción de mayor valor, los adultos la eligieron el 84% de las veces, pero por lo demás casi nunca seleccionaron la opción oculta (2 por ciento de las veces).
Los niños eligieron la opción oculta alrededor del 40% de las veces, y no importaba si era la de mayor valor o no. Señalan los autores que la mayoría de los niños se sintieron atraídos por la incertidumbre de la opción oculta y la posibilidad de explorar.
Hallazgos
Los investigadores descubrieron que cuando los adultos y los niños de 4 a 5 años jugaban a un juego en el que ciertas elecciones les valían recompensas, tanto los adultos como los niños aprendían rápidamente qué opciones les darían los mayores beneficios. Pero mientras los adultos usaban ese conocimiento para maximizar sus premios, los niños continuaron explorando las otras opciones.
Lo más interesante es que aquella búsqueda de nuevos descubrimientos por parte de los niños no es aleatoria. Los resultados mostraron que los niños se acercaron a la exploración de manera sistemática, para asegurarse de no perderse nada.
Sin embargo, algunos niños actuaron como adultos y casi siempre eligieron la opción de mayor valor. En el segundo experimento, algunos niños casi siempre evitaron la opción oculta. Estas variaciones pueden tener que ver con diferentes niveles de maduración cognitiva en los niños, señalan los autores, pero parece que todos los niños pasan por una fase en la que la exploración sistemática es uno de sus principales objetivos.
Referencia bibliográfica:
Blanco, N. J., & Sloutsky, V. (s. f.). Systematic Exploration and Uncertainty Dominate Young Children’s Choices. https://doi.org/10.31234/osf.io/72sfx
Fuente: Science Daily