El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición que afecta cada día a más individuos en el mundo, al punto que algunas personas hablan de una epidemia de autismo. En España actualmente, unos 50.000 menores poseen el trastorno, lo que marca una razón de 1 cada 110 niños. En otros países la proporción incluso es más alta, llegando a 1 persona con TEA por cada 64 nacimientos. Si bien no existe un conocimiento claro de las causas que producen el incremento, una de las razones parece ser la creación de instrumentos de detección más precisos y capaces de notar signos del trastorno tempranamente.
Conforme con la aparición de nuevas herramientas para la detección, aparecen nuevos enfoques de tratamiento. Originario de Estados Unidos, donde lleva una implementación de 3 décadas, se encuentra el enfoque CABAS (Comprehensive Application of Behavior Analysis to Schooling), basado en el análisis de la conducta y creado por el Profesor Douglas Greer, de la Universidad de Columbia (Nueva York). El análisis de la conducta aplicada (ABA) es un enfoque de raigambre científica, con evidencia demostrada en el tratamiento del TEA. Para aquellos que no conozcan o deseen releer sobre el enfoque, pueden seguir el enlace.
Greer, desde hace muchos años se dedica a la investigación y tratamiento de personas con autismo. Es autor de numerosos artículos y libros, entre ellos Análisis de la conducta verbal y Diseño de estrategias de enseñanza, muy recomendables ambos para terapeutas.
Volviendo al contexto español, en Córdoba, se encuentra el centro Al- mudaris, el cual trabaja con el enfoque CABAS en personas con TEA y otros trastornos del desarrollo. Respecto a la metodología de enseñanza, Luis Antonio Pérez- González, profesor e investigador, señala:
“El apego es, en esta metodología, la primera piedra del aprendizaje. Es algo nuevo que hemos descubierto no hace más de cinco años. Lo revolucionario es que hemos conseguido proporcionar al niño con TEA lo mismo que tienen todos los demás niños al nacer.”
Respecto de una de las estrategias diseñadas para fortalecer el apego entre madres e hijos, continúa:
“El ejercicio es sencillo: el niño se tumba y las profesoras y los padres se acercan con cariño, por ejemplo, haciéndole muecas. Unos tardan más que otros”. Una vez conseguido este paso, los siguientes niveles de aprendizaje son mucho más fáciles para el niño e incluso algunos llegan a alcanzar niveles de funcionamiento social, desarrollo del lenguaje e intereses correspondientes a los demás de su edad, “por lo que dejan de ser considerados niños con autismo.”
Es fundamental un inicio temprano de tratamiento. Esta es una de las variables que inciden considerablemente en el futuro pronóstico. Para ello, es imprescindible reconocer aquellos síntomas distintivos del TEA: ausencia o pérdida del habla, falta o escaso contacto ocular, no responder al nombre y marcada obsesión por objetos. Identificando estas señales tempranas, puede iniciarse (normalmente sucede entre los 18 meses y los 3 años) el proceso diagnóstico.
Durante el tratamiento es primordial prestar atención a capacidades como el contacto ocular, el tipo de lenguaje que utiliza el niño, y que este sea funcional y ver si varía de una situación a otra”, explica Douglas Greer. Si como se dijo anteriormente, una pata fundamental del abordaje es que sea temprano, otra es que la enseñanza sea individualizada.
Según comenta Pérez- González, más de un 40% de los niños con TEA alcanza cuando reciben abordajes tempranos e individualizados, buenos niveles de funcionamiento social. El desarrollo del habla, la lectura y la escritura son objetivos centrales en este sistema de aprendizaje. Son abordados teniendo en cuenta las necesidades propias de cada alumno y la forma de relacionarse con sus maestros/ terapeutas.
La recogida de datos debe ser permanente, tanto para evaluar si la enseñanza que se está llevando a cabo resulta efectiva, como para tomar decisiones futuras. “Tienen que ser así porque hay muchas formas de desarrollar el autismo, cada niño y su familia son únicos (con su motivación, intereses y preferencias)”, explica Greer. Si al pequeño le gustan las imágenes, se utilizarán pictogramas. Si le gustan los artefactos electrónicos, las aplicaciones informáticas serán una muy buena herramienta de enseñanza y de aportar reforzadores.
Fuente: El País