Los perros proveen un apoyo social muy valioso a los niños cuando están estresados, de acuerdo con una investigación del 2016, realizada por científicos de la Universidad de Florida.
Si bien los animales, y sobre todo los perros, han sido objeto de estudio antes (1, 2, 3, 4), son pocas las investigaciones que se han enfocado en los perros como facilitadores de la respuesta emocional en niños.
Darlene Kertes y sus colegas pusieron a prueba la creencia popular de que los perros proveen apoyo para los niños, utilizando un estudio aleatorio controlado.
“Muchas personas piensan que los perros son geniales para los niños, pero los científicos no están seguros de si esto es cierto o cómo sucede. Cómo aprendemos a lidiar con el estrés en la niñez tiene consecuencias de por vida sobre cómo afrontamos el estrés en la adultez”, señala Kertes.
Para su estudio, publicado en el journal Social Development, los investigadores reclutaron a aproximadamente 100 familias con perros, quienes vinieron a su laboratorio universitario acompañados de dichas mascotas. Con el objetivo de despertar ligeramente una respuesta de estrés en los niños, estos tenían que realizar una tarea que involucraba hablar en público y otra tarea de aritmética mental (ya que se sabe que producen estrés en los niños y aumentan la hormona cortisol en ellos). Se asignó a los niños de manera aleatoria a una de las tres condiciones: enfrentar el estresor con su perro como apoyo, con sus padres presentes o sin apoyo social.
Tener al perro presente logró bajar la intensidad del estrés
Kernes comenta que tener al perro presente durante la experiencia logró bajar la intensidad del estrés. No solo reportaron sentir menos estrés que los chicos sin apoyo social, sino que también se sintieron menos estresados que el grupo que contó con el apoyo de sus padres.
Adicionalmente se recolectaron muestras de saliva antes y después del estresor, para conocer los niveles de cortisol de los niños (un indicador biológico de la respuesta de estrés). Se encontró que, en el grupo que incluía a los perros, los niveles de cortisol variaban dependiendo de la naturaleza de la interacción de los chicos con las mascotas.
Kernes explica que los niños que involucraron más a sus mascotas (acariciándolas o jugando con ellas) exhibieron niveles de cortisol más bajos que aquellos que se ocuparon menos de los animales. Otro dato interesante que observan los científicos es que cuando el perro caminaba por ahí o se acercaba al niño por cuenta propia, los niveles de cortisol tendían a ser más altos.
Los participantes de este estudio tenían entre 7 y 12 años.
Otro estudio realizado este año encontró resultados parecidos, en específico se observó que los preadolescentes se benefician de la presencia de su perro cuando enfrentan estrés social.
Kernes concluye que, en la niñez media, los niños expanden su red social más allá de los padres, pero todavía no tienen suficiente madurez emocional y capacidad biológica para lidiar con el estrés. Además sabemos que la forma en que aprenda a enfrentar el estrés en dicha etapa, tendrá consecuencias permanentes.
Por lo tanto saber qué ayuda a los niños a amortiguar la respuesta de estrés es clave para mejorar su salud integral no solo en esta etapa, sino también más tarde en la vida.