“El rey y yo” fue uno de los musicales de Broadway más aclamados por la crítica del 2015. Durante una de sus abarrotadas funciones, un niño con autismo empezó a gritar. La madre preocupada por no molestar a la audiencia intentó ayudarlo para que se tranquilizara y sacarlo al vestíbulo, pero el niño se negó y seguía gritando. La audiencia no fue muy paciente y no demoró en recriminar e insultar a la mamá por haber llevado al niño a ese show, como si él no tuviera derecho de estar ahí.
Esta situación impactó profundamente a Kelvin Moon Loh, uno de los actores de la obra y escribió una carta para demostrar su indignación ante la falta de compasión y solidaridad que mostraron las personas hacia la madre y el niño.
La carta fue publicada en Facebook y logró viralizarse, hoy tiene más de 100 mil me gusta y ha sido compartida más de 23 mil veces, lo que ha ayudado a que otros familiares de niños con autismo pudieran compartir sus experiencias y tal vez ayudar a que la sociedad pueda aprender y ser más inclusiva.
La carta completa:
Estoy enojado y triste. Acabo de bajar del escenario en la matinee de hoy y sí, algo pasó. Alguien llevó a su hijo con autismo al teatro. Dicho eso, este post no será como pensabas.
Crees que amonestaré a la mamá por haber llevado al niño que aulló durante un momento de silencio en el show. Crees que voy a apoyar a una audiencia que le recriminó a esa madre por haber llevado a su hijo al teatro. Crees que tendré solidaridad con mi propia compañía porque su actuación fue molestada por un ruido extraño que venía de algún lugar frente a ellos. No. En vez de eso te pregunto: ¿Cuándo fue que nosotros -las personas de teatro, actores y miembros de la audiencia- nos preocupamos tanto por nuestra propia experiencia que perdimos la compasión por los otros?
El teatro para mí ha sido siempre una forma para examinar/disecar la experiencia humana y presentarla nosotros mismos. Hoy, algo muy real estaba pasando en el público, sí, interrumpió la fantasía que suponía esta matinee pero el fin último del teatro es unir a las personas, no sólo para entretener, sino para mejorar nuestras vidas cuando crucemos la puerta del teatro.
Esto ocurrió durante la “escena del llanto”, un momento intenso del secundo acto. Un niño comenzó a aullar en la audiencia. Sonaba como un grito de terror. Hace no más de una semana, durante la misma escena, una pequeña niña en la fila de en frente, aparentemente no autista, grito y lloró fuertemente y nadie dijo nada. ¿Cuál es la diferencia?
Su voz perforó el teatro. La audiencia comenzó a unirse contra esta madre para que su hijo fuera echado. Escuché murmullos como: “¿cómo puede traer un niño como ese al teatro?”. Eso está mal, muy mal.
Porque lo que no se vio fue a una madre tratando desesperadamente de callar al niño. Pero su hijo no estaba ayudando. Lo que no vieron fue una madre que desesperadamente suplicaba a su hijo mientras él se agarraba de la barandilla, aullando más para desafiarla. No podía mirar para otro lado. Quería gritar, detener el show y decir: “TODOS RELÁJENSE. ELLA LO ESTÁ INTENTANDO. ¡¡¡¿¿¿NO PUEDEN VER QUE ESTÁ TRATANDO???!!!!”. Hubiese hecho la obra entera de nuevo. Devuelto el dinero de los tickets. Porque para ella llevar al niño al teatro es algo valiente.
No saben cómo es su vida. Quizás tienen buenos días en que él puede sentarse quieto y no hacer ningún ruido y ésta fue una extraña ocurrencia. Quizás ella escogió no vivir más con miedo y se rehusó a comprometer la experiencia de su hijo. Tal vez ella compró el asiento del pasillo de un espectáculo popular en caso de que se produjese algo como lo que ocurrió. Ella pagó el mismo precio para ver el show que tu familia. Su plan, como el tuyo, era tener una gran tarde en el teatro y lentamente sus peores miedos se volvieron realidad.
Te dejo con esto: los shows que tienen actuaciones especiales para audiencias autistas deben ser elogiados por sus esfuerzos para hacer teatro inclusivo para todas las audiencias. Pienso, como Joseph Papp, que el teatro es creado para todas las personas. Creo en eso y también que estoy en un show que es completamente FAMILIAR. “El rey y yo” en Broadway es justamente eso –AMIGABLE PARA LA FAMILIA– y eso significa familias completas, con o sin discapacidades. No sólo para actuaciones especiales sino para todas las actuaciones. Una noche en el teatro es especial, en cualquier noche que vayas.
Y no, no me importa cuánto hayas gastado en las entradas.
Fuente: UPSOCL