En junio de 2015, se realizó por primera vez la convocatoria nacional del colectivo “Ni Una Menos” en la República Argentina en respuesta al homicidio de Chiara Pérez, adolescente de 14 años cuyo cuerpo fue desenterrado del patio de su novio en la provincia de Santa Fe.
Desde entonces, la sociedad argentina convive a índices preocupantes con la violencia de género. Según datos de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, se registra un caso de femicidio en el país cada 30 horas; además, entre junio de 2015 y mayo de 2016 fueron reportadas 275 muertes violentas y más de una veintena de agresiones sexuales con desenlace fatal.
Recientemente, el movimiento conocido como Miércoles Negro volvió a tomarse las calles en protesta por el brutal asesinato de Lucía Pérez, una adolescente de 16 años que fue drogada, violada por dos hombres y empalada hasta morir de un paro cardíaco.
En argentina se registra un caso de femicidio cada 30 horas
El historial de casos de violencia de género, violaciones y femicidio que azota el país no sólo deja a las familias de las víctimas y a la sociedad en general desorientada y horrorizada, ajena a la comprensión de las razones que motivan un evento semejante, también son factores de riesgo que pueden conllevar una oleada de intolerancia a escala social que agudice aún más los índices de violencia, como ya lo sugieren las frases pintadas con aerosol a las afueras del Cabildo de Buenos Aires en la última convocatoria del Miércoles Negro:Sin embargo, mientras un sector de la sociedad se manifestaba en contra de la naturaleza del suceso, una mujer de 42 años moría tras ser golpeada por su hermano y una joven de 25 años era internada luego de ser rociada con alcohol y quemada viva por su pareja.
“Empalar machos”
“Mata a tu violador”
Femicidio: un intento por comprender lo incomprensible
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2013), el femicidio se define como un acto de violencia contra las mujeres que abarca desde el acoso verbal y otras formas de abuso emocional hasta el abuso físico o sexual, culminando en su extremo más distal en el homicidio de la víctima.
Los datos recopilados a nivel de América Latina en torno a casos de femicidio ha sido deficiente debido a deficiencias en el sistema penal de muchos países, donde no se documenta o se notifica la relación entre la víctima y el victimario o las motivaciones del acto.
No obstante, la información compilada por diversas organizaciones y a través de estudios internacionales ha arrojado conclusiones de peso, entre ellas (OMS, 2013):
- Que el 35% de todos los femicidios a nivel mundial son cometidos por un compañero sentimental, en comparación con el 5% de los asesinatos de hombres que resultan ser cometidos por su pareja.
- Que en el caso de homicidios perpetrados por mujeres, la principal motivación suele ser la defensa propia ante una violencia o intimidación persistente.
- Que las mujeres presentan mayores probabilidades de asesinar a una pareja actual, mientras que los hombres presentan mayores probabilidades de asesinar a una pareja de la que ya se han separado, ya que la principal motivación suelen ser los celos.
Desde luego, las raíces de la violencia contra la mujer son mucho más profundas e interdisciplinarias de lo que podría abordarse en un simple argumento de carácter pasional.
La violencia de género es un fenómenos donde se conjugan factores individuales, familiares, comunitarios y sociopolíticos, siendo los de solución más requerida por diversas entidades y colectivos internacionales la inequidad de género y la discriminación producto de disparidades educativas y falta de compromiso gubernamental a favor de programas de concientización.
el 35% de todos los femicidios a nivel mundial son cometidos por un compañero sentimental
En la Asamblea General de las Naciones Unidas efectuada en 2006 se hizo mención del vínculo entre la baja posición percibida por y para las mujeres en la sociedad y la violencia de género. Adicionalmente, el informe sobre femicidio publicado en 2013 por la OMS recopila los principales factores de riesgo segmentados por categoría de la siguiente manera:
Factores de riesgo individual
- Desempleo del victimario
- Ser propietario de un arma de fuego (especialmente en los Estados unidos, pero también en países con altos niveles de violencia con armas de fuego, como Sudáfrica, y en situaciones de conflicto y posteriores a conflictos)
- Amenazas de matar con un arma
- Forzar a la pareja a tener relaciones sexuales
- Consumo problemático del alcohol y uso de drogas ilícitas*
- Problemas de salud mental (especialmente, la probabilidad de que el perpetrador masculino se suicide después de matar a su pareja femenina)*
- Estar embarazada y ser víctima de abuso durante el embarazo (en algunos países, se ha vinculado la violencia infligida por la pareja con la mortalidad materna).
Factores de riesgo familiar/relacional
- Maltrato infligido anteriormente a la pareja, en especial el maltrato grave durante los 30 días precedentes y con frecuencia ascendente.
- Presencia de un niño nacido de una relación anterior.
- Distanciamiento de la mujer.
- Abandono de una relación de maltrato.
Factores de riesgo social/estructural
- Desigualdad por razón de género, incluido escaso número de mujeres entre los funcionarios gubernamentales.*
- Reducciones de los gastos sociales del gobierno en áreas como la salud y la educación.
Impacto social de la violencia de género
Las consecuencias de la violencia de género trascienden el plano de la inmediatez.
Según la OMS, el femicidio no sólo es la consecuencia más extrema de la violencia infligida por la pareja, sino que también tiene repercusiones profundas y prolongadas en el entorno que rodea a las mujeres. Los hijos supervivientes de esas parejas sufren efectos duraderos porque pierden a su madre asesinada, su padre es encarcelado y ellos a menudo tienen que abandonar su hogar paterno y adaptarse a un ambiente donde quizá sean encasillados como hijos del asesino.
Sumado a esto, la crisis colectiva que fomenta la inseguridad y el sentir percibido de desprotección y riesgo constante por el solo hecho de ser mujer acrecienta la desigualdad y el resentimiento social, el odio, la frustración, la impotencia y el rechazo.
El panorama, en ausencia de políticas educativas y sociales igualitarias, no solo sugiere un escenario de miércoles negro para las mujeres, sino también para sus familias, seres cercanos e incluso miembros del sexo masculino no involucrados en prácticas violentas, pero alcanzados por la amenaza de un estigma latente.
Para el periodista y escritor Hernán Casciari, autor de un texto titulado #MeHagoCargo donde declara públicamente haber propiciado estereotipos machistas durante gran parte de su vida, el machismo es una conducta inherente al lenguaje cotidiano de muchos hombres tanto en Argentina como en América Latina, así no se consideren machistas.
“Entre los treinta y los cuarenta años escribí más de quinientos textos cortos en internet. Hay por lo menos veinte que tienen alguna frase machista o alguna idea retrógrada que hoy me avergüenza leer”, confiesa Casciari en una carta abierta publicada por Editorial Arsai.
“En la adolescencia alguna amigas señalaron en mí actitudes machistas que yo no podía reconocer o me negaba a aceptar”, añade. “Pasaba mucho en las sobremesas de los asados, mientras ellas levantaban los platos”
Según Casciari, el principal desafío a escala social trasciende incluso la implicación del Estado, ya que amerita primero la solidaridad absoluta de cada miembro de la comunidad, sea hombre o mujer.
“En la adolescencia alguna amigas señalaron en mí actitudes machistas que yo no podía reconocer o me negaba a aceptar”
“Los hombres no podemos quedarnos en la liviandad de decir que un piropo no es violencia ni en la indiferencia de decir que las que deben protestar contra la violencia son solo las mujeres. Con el cuestionamiento, con una mirada crítica de todos y con la llegada de nuevas generaciones, podemos lograr que el machismo deje de expresarse en el lenguaje que usamos en la vida cotidiana”, expresa Casciari, quien también enfatiza en la importancia de actuar sobre asuntos como la desigualdad salarial y los roles de género.
Fuentes: OMS | ONU Mujeres | El Mundo