Un grupo de investigadores se propuso explorar los correlatos neuronales subyacentes a la resiliencia psicológica y el rol de nuestro cerebro en la mediación entre afectos positivos y resiliencia psicológica en una muestra saludable.
Explicada brevemente, la resiliencia es una habilidad que nos permite adaptarnos y recuperarnos de situaciones de mucho estrés o adversidad. Por dichas razones, es muy importante para mantener o recuperar nuestro bienestar y salud mental.
Las personas difieren en su capacidad de resiliencia y todavía no son claros los mecanismos neuronales relacionados a dicha habilidad, explica uno de los autores, Jiang Qiu.
Metodología
En la investigación participaron 212 estudiantes universitarios sanos (sin historia de trastornos neurológicos y psiquiátricos).
Ellos completaron el Resilience Questionnaire. Los puntajes más altos indicaban un nivel alto de resiliencia psicológica.
Los afectos positivos (alerta, atención, etc.) y negativos (miedo, distrés, etc.) fueron evaluados a través del PANAS (Positive and Negative Affect Schedule).
Además, todos los participantes se sometieron a una IRMf en estado de reposo, se les instruía a cerrar los ojos, no pensar en nada en particular y mantenerse despiertos.
Resultados
Aquellos individuos que marcaron alto en resiliencia psicológica, tendieron a presentar mayor conectividad funcional en redes cerebrales asociadas con respuestas emocionales flexibles y control inhibitorio.
Ínsula izquierda y giro parahipocampal derecho
Específicamente, se encontró mayor actividad entre la ínsula izquierda y el giro parahipocampal derecho (ambos relacionados al autoconcepto o la autoevaluación). Los autores creen que esto es evidencia de que la resiliencia se relaciona a la autoevaluación.
Corteza orbitofrontal izquierda y giro inferior izquierdo
También se observó actividad entre la corteza orbitofrontal izquierda (COF) y el giro frontal inferior izquierdo (asociados a correlatos emocionales y procesos de control cognitivo).
La resiliencia ha sido asociado a la flexibilidad en el uso de recursos emocionales y control inhibitorio. El COF se ha visto implicado en la regulación de respuestas afectivas, la integración de emoción y cognición y la flexibilidad emocional. Una menor actividad en el COF habilita a los individuos con mayor resiliencia a dar respuestas emocionales y fisiológicas apropiadas a las amenazas. Por su lado, el giro frontal inferior izquierdo está vinculado a procesos de control inhibitorio y control conductual y el bienestar (ambos factores son cruciales para las conductas de afrontamiento de la resiliencia).
Esta conectividad funcional podría mediar los efectos del afecto positivo en la resiliencia, revelando correlatos neuronales. El afecto positivo es uno de los componentes clave en la resiliencia.
COF y precuneus derecho
Por otro lado, la resiliencia estaba relacionada negativamente a la conectividad entre el COF y precuneus derecho; éste último es un nodo clave de la red de modo predeterminado (RMP) y esta involucrado en la autoconciencia, los procesos de autoreferencia y la imaginería mental. La hiperactivación e hiperconectividad del RMP se asocian a altos niveles de rumiación. Esta última, a su vez, se asocia negativamente con la felicidad y la satisfacción en la vida (es decir que cuando aumenta la rumiación disminuyen la felicidad y satisfacción).
De acuerdo con los autores, éstos resultados sugieren que las personas con niveles bajos de resiliencia podrían exhibir más fácilmente rumiación de pensamientos negativos sobre ellos mismos y, en consecuencia, no pueden recuperarse de eventos adversos.
Los autores explican que una mayor autoaceptación y una autorepresentación positiva podrían contribuir con la resiliencia. Además, la flexibilidad en el uso de recursos emocionales para inhibir pensamientos negativos y aumentar la atención podría tener importantes beneficios en la recuperación de eventos adversos.
Limitaciones
El estudio solo investigó la asociación entre el conectividad funcional cerebral y las diferencias individuales en cuanto a resiliencia. No hay un análisis causal, lo que significa que no se puede determinar qué proceso mental o actividad cerebral lleva a que se produzcan cambios en la resiliencia o vice versa. Los autores recomiendan diseños longitudinales para explorar ésto.
Conclusión
Según Qiu, su estudio preliminar indica que se debe prestar mayor atención a los mecanismos neuronales de la resiliencia. Según él, tal vez algún día podamos desarrollar entrenamientos para mejorar la salud mental.
Los autores concluyen que la resiliencia psicológica está asociada con la conectividad funcional entre regiones relacionadas a la flexibilidad emocional, capacidad de recuperación y procesos de control inhibitorio.
Referencias del estudio original: Shi, L., Sun, J., Wei, D. & Qiu, J. (2019), Recover from the adversity: functional connectivity basis of psychological resilience.doi.org/10.1016/j.neuropsychologia.2018.12.002
Fuente: Psypost