Para encontrar la génesis del término neofilia hay que remontarse a la década de 1960, cuando el sociólogo norteamericano Everett Rogers, de la Universidad Estatal de Ohio, hizo su tesis doctoral sobre cómo se difunden las innovaciones y cómo las adopta el mercado.
En ese contexto, Rogers definió a los distintos tipos de consumidores, y una de las categorizaciones fue la de early adopters (los primeros consumidores). Dentro de este segmento, identificó un subgrupo al cual calificó como innovadores. Posteriormente, se gestó el término de neofilia, el cual habría sido su popularizado por el escritor Robert Anton Wilson, quien lo asociaba con un tipo de personalidad marcada por una fuerte afinidad hacia lo nuevo.
Aunque no está considerada como una enfermedad, la neofilia o la obsesión por tener lo más novedoso es más bien una tendencia desmesurada, casi obsesiva, de conseguir siempre lo último del mercado. No debe relacionarse con el trastorno de compra compulsiva, que sí está catalogado como una patología en la cual la persona que la padece no es capaz de controlar sus impulsos, un aspecto que acaba afectando a su vida cotidiana.
la neofilia o la obsesión por tener lo más novedoso es más bien una tendencia desmesurada, casi obsesiva, de conseguir siempre lo último del mercado.
Estudios realizados por científicos japoneses de la Facultad de Medicina de la Universidad Yamagata observaron que individuos que presentan una enzima denominada Monoamino Oxidasa A tienden a buscar siempre cosas nuevas y que esto contribuye a la neofilia.
Sin embargo, otros investigadores aducen que la causa hay que buscarla en la historia, la economía y las modas. Para Bob Thompson, director del centro de estudios de Cultura Popular de la Universidad de Siracusa, en Estados Unidos, es el continuo engranaje de la industria cultural el que desarrolla la necesidad imperante de adquirir cada equipo y aplicación nueva que aparece.
Por su parte, el Dr. Albert Vinyals, especialista en psicología del consumo, apunta a que, en realidad, “lo que nos afecta más a la hora de consumir es la llamada obsolescencia percibida”. En 1954, el diseñador industrial Clifford Brooks Stevens habló por primera vez de este concepto y lo definió como “el deseo del consumidor de poseer una cosa un poco más nueva, un poco mejor y un poco antes de que sea necesario”.
Es muy común sentir esta sensación cuando miramos nuestro celular y vemos ue nuestros amigos tienen versiones más nuevas, o cuando la camisa que tenemos ya no se usa con este corte o color, nuestra computadora es muy ancha, etc.
la mayoría de los neófilos tecnológicos son hombres
Empero, esta “angustia” nos dura un momento y a la brevedad nos tranquilizamos y sentimos que no necesitamos cambiar nada. En cambio, los neófilos son capaces “de mover cielo y tierra” cuando se trata de adquirir un nuevo producto. Asimismo, si saben que la fecha del lanzamiento es más cercana en otro país, harán “lo que sea” para comprarlo en el extranjero, aunque sólo sea para tenerlo una semana antes.
Diversos estudios presentaron que la mayoría de los neófilos tecnológicos son hombres, quienes tienden a probar los productos de forma anticipada para participar en foros y grupos de opinión porque necesitan conseguir el protagonismo en el tema y para ello buscan información; ellos precisan conocerlo todo para convertirse en una referencia para las nuevas tendencias.
Entonces cabe preguntarnos, ¿nos hacen felices las cosas materiales? Las investigaciones como las de Daniel Gilbert de la Universidad de Harvard dicen que sólo por un breve tiempo y que tener muchas cosas entre las cuales elegir nos hace menos felices aún.
No obstante, debemos saber que nuestro cerebro se ve atraído hacia lo nuevo y si no estamos atentos a ello podemos caer en la necesidad de cambiar nuestros dispositivos electrónicos, vestimenta y en lo que el mercado pueda ofrecernos en pos de un placer que dura muy poco. Vinyals presenta en sus trabajos realizados a través de tomografías cerebrales, cómo el pico de placer se genera justamente antes de pagar un producto.
Afortunadamente, nuestro cerebro cuenta con la capacidad de inhibición o de freno y autogestión emocional para dar paso a la reflexión. Gracias a esta competencia podemos pensar un poco más las cosas para no caer en la obsolescencia percibida y considerar que debemos estar constantemente con lo último de lo último para ser reconocidos.
Por: Dr. Carlos A Logatt Grabner – Médico, Universidad de Buenos Aires. Máster en Neurociencia y Biología del Comportamiento, Universidad de Murcia. Presidente Asociación Educar para el Desarrollo Humano
Bibliografía:
- Riefer, P. S., Prior, R., Blair, N., Pavey, G., & Love, B. C. (2017). Coherency Maximizing Exploration in the Supermarket. Nature Human Behaviour, 1, 0017. http://doi.org/10.1038/s41562-016-0017. <www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/pmid/28239664/>
- Vinyals i Ros, A., (2016). El consumidor consciente. Análisis de los factores psicosociales implicados en el consumo sostenible, a partir del estudio de miembros de cooperativas de consumo agro-ecológico. Universitat Autònoma de Barcelona. Departament de Psicologia Bàsica, Evolutiva i de l’Educació.
- Vinyals i Ros, A., (2016). “La neofília mes enlla de,l iPhone”. Diari de Terrassa. <http://www.diarideterrassa.es/terrassa/2016/10/23/neofilia-mes-enlla-liphone/40723.html>
- Rogers, E. M., (1962). Diffusion of innovations. New York: Free Press.
- Raymond, E. S., (1992). “Una breve historia de los hackers”.
- Gilbert, D., (2007). Stumbling on Happiness. New York: HarperCollins.
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