La no discriminación y la igualdad son derechos humanos, fundamentales e inherentes de todas las personas, motivo por el cual encuentran protección en los tratados internacionales de Derechos Humanos como en el derecho interno de la mayoría de los países. Las personas que regularmente enfrentan prejuicios en sus interacciones con los demás tienen más probabilidades de abandonar la escuela, son menos productivas profesionalmente y pueden sufrir una peor salud mental y física que sus pares incluidos. El desgaste psicológico sufrido tiene severas consecuencias.
Si bien las instituciones educativas y los lugares de trabajo están tomando cada vez más medidas para promover la apertura a la diversidad, lo que consumimos diariamente a través de programas de televisión, libros y otros medios podrían ser herramientas más eficaces (Murrar & Brauer, 2019).
“Cuando las personas deciden leer un libro o mirar un programa de televisión, esperan entretenerse, no ser persuadidos de cambiar sus actitudes”, escriben Murrar y Brauer. “Por lo tanto, los mensajes sutiles incluidos en las narrativas tienen menos probabilidades de amenazar la necesidad básica de independencia de las personas y, por lo tanto, menos probabilidades de crear reactancia”.
Las actitudes intergrupales están estrechamente vinculadas a nuestras identidades sociales, por lo que puede requerir una gran motivación y una consideración cuidadosa abordar conscientemente nuestros propios prejuicios, explican los autores.
Cuando no se cumplen estas condiciones, se ha descubierto que las medidas tradicionales de reducción de prejuicios, como la capacitación en diversidad, el contacto entre grupos y las actividades de sesgo implícito, desencadenan altos niveles de resistencia, lo que hace que los participantes se centren en posibles contraargumentos, razones para descartar la fuente, y sentimientos de ira en lugar de la intervención en sí. Las personas pueden ser aún más resistentes al cambio de actitud cuando su sentido de autodeterminación se ve amenazado, como cuando las personas están obligadas a participar en una intervención de sus empleadores o instituciones educativas.
Los autores explican que estos métodos, indirectamente, comunican a los recipiendarios que hay algo mal con ellos y necesitan cambiar, por lo tanto crean reactancia
Los medios, por otro lado, a menudo son capaces de comunicar mensajes sutiles sobre las relaciones positivas entre grupos, mientras minimizan la percepción de la intención persuasiva. Transportar individuos a un mundo ficticio también los alienta a identificarse emocionalmente con personajes que pueden servir como modelos de comportamiento prosocial.
En un estudio, Murrar y Brauer descubrieron que los participantes que vieron episodios de una comedia que retrataban a un elenco de canadienses musulmanes como individuos agradables y con los que podían identificarse, obtuvieron puntuaciones más bajas en las medidas de prejuicio implícito y explícito que aquellos que vieron una comedia con un elenco completamente blanco. Estos efectos estuvieron presentes tanto inmediatamente después de verlos como 4 semanas después.
En estudios similares, los ruandeses que escucharon una telenovela de radio sobre la reducción de la hostilidad y la desconfianza intergrupales informaron que estaban más abiertos a que las generaciones futuras se casaran con personas ajenas al grupo. También se descubrió que los niños de Europa y América que escucharon narraciones cortas sobre personajes históricos afroamericanos famosos calificaron de manera más positiva a las personas negras.
Los participantes también informaron una mayor reducción en los prejuicios después de ver un video musical de 4 minutos protagonizado por musulmanes canadienses que aquellos que participaron en un ejercicio de contacto imaginario, lo que sugiere que las intervenciones de educación para el entretenimiento son escalables y efectivas para promover la apertura a la diversidad, añadieron Murrar y Brauer.
Es importante destacar que la investigación sugiere que retratar ejemplos de comportamiento indeseable puede ser contraproducente, particularmente cuando el personaje intolerante es el protagonista o no enfrenta las repercusiones sociales de sus acciones. Un excelente ejemplo es el clásico personaje de un programa de televisión Archie Bunker, un padre de clase trabajadora que se dice que “cree en todos los estereotipos que ha escuchado.” En un estudio de 405 participantes estadounidenses y canadienses dirigido por Neil Vidmar y Milton Rokeach, muchos de los participantes informaron que, en lugar de ver a Archie como ridiculizado por sus puntos de vista (como pretendían los showrunners), en realidad se identificaron con él y no vieron nada malo en su uso de insultos raciales y étnicos.
Para finalizar, los autores explican que “un cambio hacia actitudes intergrupales más positivas a escala social depende tanto de la efectividad de una narrativa dada como de la probabilidad de que los consumidores elijan exponerse a esa narrativa.”
Referencia bibliográfica:
Murrar, S., & Brauer, M. (2019). Overcoming Resistance to Change: Using Narratives to Create More Positive Intergroup Attitudes. Current Directions in Psychological Science, Vol. 28, pp. 164-169. https://doi.org/10.1177/0963721418818552
Fuente: Psychological Science