En un estudio reciente publicado en la revista npj Science of Learning, un grupo de investigadores ha descubierto una relación significativa entre la manera en que los niños cuentan historias y sus habilidades de lectura. Los resultados mostraron que los niños que demostraban estructuras narrativas más complejas en sus historias orales tendían a tener un mejor rendimiento en las pruebas de lectura varios meses después. ¡Y esto es independiente de la inteligencia del niño y su capacidad para comprender las perspectivas de los demás!
Leer es fundamental
La lectura es una piedra angular en el aprendizaje. Nos permite entender materias como historia, ciencia y geografía. A medida que los niños aprenden a leer, sus habilidades cognitivas también se desarrollan, permitiéndoles manejar estructuras de lenguaje más complejas. Investigaciones previas sugirieron que la manera en que los niños cuentan historias podría indicar su desarrollo cognitivo, pero no estaba claro cómo esto se relacionaba con las habilidades de lectura. Aquí es donde entra este estudio, buscando explorar esta relación en detalle y posiblemente identificar indicadores tempranos de dificultades en la lectura.
El estudio en detalle
La profesora Natália Bezerra Mota, de la Universidad Federal de Río de Janeiro y fundadora de Mobile Brain, lideró este fascinante estudio. “Hace diez años, comencé esta línea de estudio. Sabía del potencial de otras herramientas de procesamiento de lenguaje natural para la aplicación en salud mental, pero todas requerían corpora representativos,” comentó Mota. “Desarrollé una estrategia para estudiar la estructura del lenguaje, no el contenido, y asociada con signos psicopatológicos.”
El estudio incluyó a 253 niños de 5 a 8 años de escuelas privadas en São Paulo, Brasil. Los investigadores comenzaron su estudio en marzo, al inicio del año escolar, y realizaron evaluaciones subsecuentes en abril, junio, agosto y octubre.
Durante estas sesiones, se les mostraron tres imágenes a los niños que representaban escenarios positivos (un bebé, un perro y un postre) y se les pidió que crearan historias sobre cada una. Estas historias fueron grabadas, transcritas y analizadas usando un enfoque basado en teoría de grafos, donde cada palabra se representaba como un nodo y la secuencia de palabras como aristas dirigidas, formando un gráfico de recurrencia de palabras.
Además de las tareas narrativas, los niños pasaron por tres evaluaciones de desempeño en lectura: una tarea de lectura de texto con seguimiento ocular para medir velocidad y comprensión lectora, una tarea de lectura de palabras individuales para evaluar la fluidez, y una tarea de conciencia fonológica para evaluar su habilidad de identificar y manipular sonidos en palabras.
Resultados
A lo largo del año escolar, las narrativas orales de los niños mostraron una disminución en los bordes repetidos y un aumento en la complejidad de los componentes conectados (LCC y LSC). En otras palabras, sus historias contenían menos repeticiones de las mismas asociaciones de palabras y mostraban una mayor variedad de palabras interconectadas, reflejando una estructura narrativa más compleja y sofisticada. Este patrón fue especialmente evidente al comparar los datos de marzo con los de junio y octubre, indicando que el entorno escolar jugó un papel crucial en la mejora de la complejidad narrativa.
Uno de los hallazgos más notables fue el valor predictivo de la complejidad narrativa para el rendimiento en la lectura. Los investigadores encontraron que una mayor conectividad en las narrativas orales recolectadas en marzo y junio se correlacionó positivamente con un mejor desempeño en conciencia fonológica, comprensión lectora y precisión de palabras en octubre.
Limitaciones y futuro
Aunque los hallazgos son prometedores, el estudio tiene algunas limitaciones. La muestra consistió en niños de altos niveles socioeconómicos, lo cual puede no representar a la población en general. Investigaciones futuras deberían incluir niños de diversos antecedentes socioeconómicos para ver si los hallazgos se mantienen en diferentes grupos.
“Ahora estamos diseñando herramientas para rastrear la complejidad narrativa en entornos escolares, con el fin de seguir el desarrollo del lenguaje en el tiempo, diseñar intervenciones pedagógicas y rastrear signos de trastornos mentales en edades objetivo,” añadió Mota.
¡Así que la próxima vez que escuches a un niño contar una historia, recuerda que podría estar mostrando indicios de sus futuras habilidades lectoras!
Referencia: Mota, N. B., Malcorra, B., Ribeiro, M., Jensen, L., Gomes, G., & Meletti, T. (2024). Speech connectedness predicts reading performance three months in advance: A longitudinal experiment. npj Science of Learning, 9, Article 248. https://doi.org/10.1038/s41539-024-00248-4