No es ningún secreto que muchas personas manifiestan sentirse más tristes o melancólicas luego de escuchar cierto tipo de música, por lo general, melodías de compás lento o mensaje desesperanzador.
De hecho, lo que podría parecer una técnica de autoflagelación psicológica es el recurso idóneo que algunos emplean para desahogarse en momentos difíciles. La música se convierte, entonces, en un agente propicio para la catarsis y el recuerdo de episodios de vida importantes, principalmente si la pieza musical nos es familiar.
La mayoría de estudios realizados hasta ahora había hecho énfasis, precisamente, en esto: cómo afecta nuestro estado de ánimo la música que ya conocíamos, nuestro “repertorio nostálgico” personal.
Se ha dado por hecho que experimentar tristeza luego de escuchar cierto tipo de música se debe a la asociación que establecemos de forma inmediata con nuestras memorias, o bien a la similitud entre el contenido lírico y nuestra situación actual. Sin embargo, este sesgo excluye la posibilidad de sentir tristeza o verse emocionalmente afectado al escuchar música desconocida, ritmos o instrumentos con los que no estamos familiarizados, algo que — curiosamente — sí ocurre.
Tuomas Eerola, Jonna K. Vuokoski y Hannu Kautianein conforman un grupo de investigadores de la Facultad de Música y el Departamento de Práctica General y Cuidado Primario de la Salud de distintas universidades del Reino Unido y Finlandia.
En un estudio publicado en la revista científica Frontiers in Psychology, Eerola, Vuokoski y Kautianein exponen los resultados de una investigación llevada a cabo para determinar los efectos que produce en nuestro estado anímico la música con la que no estamos familiarizados, una iniciativa que ha guiado a conclusiones interesantes y que ha rescatado, por otro lado, la vieja paradoja del “placer en el dolor y el dolor en el placer”.
Los resultados del estudio, que consistió en monitorear mediante sensores fisiológicos la experiencia emocional de un grupo de participantes al escuchar una pieza instrumental de 8.5 minutos, permiten resaltar algunos puntos importantes.
Primero, se ha demostrado que “factores externos como la letra (de la música), las memorias o la familiaridad no son cruciales para el disfrute de la música triste”, sino que somos capaces de experimentar conmoción indistintamente de si conocemos o no una pieza musical.
En segundo lugar, el proceso de experimentar tristeza a raíz de la música es, en realidad, más complejo de lo pensado, ya que no existe una sola dimensión de tristeza sino tres.
- La tristeza relajante se caracteriza por una sensación de paz y valencia positiva.
- La tristeza nerviosa se relaciona con la ansiedad, el temor y una valencia negativa.
- Por último, la tristeza conmovedora consiste en una experiencia intensa que envuelve a las personas en una sensación general de estar conmovidas, emocionadas o afectadas.
El tercer aspecto relevante del estudio es el factor negativo-positivo de la tristeza percibida por los participantes y la relación de este con la empatía.
En primera instancia, los índices de tristeza nerviosa registrados fueron menores a los índices de tristeza relajante y tristeza conmovedora. Según los investigadores, la diferencia esencial entre las dimensiones mencionadas es que la tristeza conmovedora no implica un estado emocional negativo como la nerviosa, sino que se relaciona con un rasgo de empatía y una sensibilidad hacia el contagio emocional.
“La música expresa todo aquello que no puede ser dicho y que tampoco puede ser silenciado”, decía Víctor Hugo, una postura similar a la del neurólogo Oliver Sacks, quien decía que la música “llega directo al corazón, no necesita intermediarios”.
Para los autores del estudio, los datos concluyentes permiten avanzar hacia la comprensión del paradójico disfrute de la tristeza inducida por la música, ya que se torna sustentable la idea de que existe más de una experiencia emocional y que esta no guarda relación necesariamente con factores como el recuerdo de episodios de vida importantes, sino también con el desarrollo de la empatía y el placer que este rasgo puede producir.
No obstante, algunos aspectos restan para “completar el acertijo” y es entender y monitorear la evolución progresiva de la experiencia emocional, desde el momento en que surge hasta que se transforma, ya sea hacia una emoción simulada de carácter negativo o hacia una experiencia más positiva.
Referencias:
Nichols, H. & Nichols, H. (2016). Being moved by sadness-evoking music linked to high empathy. Medical News Today. Disponible en http://www.medicalnewstoday.com/articles/312937.php
Eerola, T., Vuoskoski, J., & Kautiainen, H. (2016). Being Moved by Unfamiliar Sad Music Is Associated with High Empathy. Frontiers In Psychology, 7. doi:10.3389/fpsyg.2016.01176 (Disponible en http://journal.frontiersin.org/article/10.3389/fpsyg.2016.01176/full#B85)
Eerola, T., and Peltola, H.-R. (2016). Memorable experiences with sad music – reasons, reactions and mechanisms of three types of experiences. PLoS ONE 11:e0157444. doi: 10.1371/journal.pone.0157444