Un estudio publicado en la revista científica American Journal of Geriatric Psychiatry sugiere que la implementación de programas de música individualizada podría ayudar a mejorar el estado de salud general de ancianos con Alzheimer y otro tipo de demencias, además de reducir el número de comportamientos disruptivos y el consumo de antipsicóticos y ansiolíticos.
El programa, nombrado MUSIC & MEMORY por investigadores de la Universidad Brown, es de acuerdo con sus autores un primer paso prometedor para comprender que pueden existir formas de implementar intervenciones musicales, aunque de momento estas no produzcan cambios significativos en el estado de ánimo de los pacientes.
“Lo que buscamos son métodos de intervención no farmacológicos para abordar la demencia”, explica Rosa Baier, profesora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown. “Este estudio añade evidencia a la hipótesis de que podemos mejorar el tratamiento para estos pacientes”, continúa, mientras hace referencia también a la campaña que muchos expertos en gerontología han emprendido a través del programa de seguridad social de los Estados Unidos (Medicare) para reducir el uso de antipsicóticos y ansiolíticos.
El estudio también refuerza los testimonios de personas que han reportado una mejora en su salud luego de implementar música personalizada en su tratamiento, tal y como recopila el documental “Alive Inside: A story of music and memory”.
Kali Thomas, coautora y directora de evaluación del estudio, puso a prueba el método musical en su familia creando una lista de reproducción personalizada para su tío con demencia. De acuerdo con Thomas, su tío se mostró mucho más lúcido después de escuchar su música favorita.
“Cuando le pusimos los audífonos, su respiración se relajó y su semblante se vio más tranquilo”, comenta Thomas.
El programa MUSIC & MEMORY basó su evaluación en 98 hogares para ancianos en los cuales se había implementado el tratamiento durante el año 2013. También se tomaron en cuenta aspectos como la ubicación geográfica, la edad de los residentes y la calidad del servicio de seguridad social (Medicare) de la zona.
Los investigadores incluyeron en el estudio a todos los residentes de cada hogar que presentaban demencia y discapacidad cognitiva, pero que no recibían cuidado de hospicio ni se hallaban en estado comatoso.
En total, 12,905 residentes dentro de esta categoría vivían en hogares donde se había implementado el programa musical, mientras que 12,811 residentes considerados para el estudio vivían en hogares donde no se ofrecía el programa.
Si bien no se encontraron diferencias significativas entre el estado de ánimo del grupo de estudio y el grupo de control, los investigadores hallaron una reducción importante en el consumo de medicamentos antipsicóticos y ansiolíticos, así como una menor tendencia a presentar conductas disruptivas.
Todo esto, en conjunto, llevó a una mejoría muy relevante en la calidad de vida de los pacientes y en los niveles de satisfacción del equipo encargado de cuidarlos.
“Esto también sugiere que existe un vínculo entre el comportamiento del equipo de cuidado y las conductas de los pacientes”, sugiere Thomas.
Algunas de las limitaciones del estudio, reconocen Thomas y Baier, incluyen la ausencia de un registro certero donde verificar que los hogares de ancianos implementaron de forma correcta el programa, por lo cual no es posible estar completamente seguro de que todas las mejores derivaron de MUSIC & MEMORY.
Además, debido a que los investigadores no sabían exactamente cuántos o qué residentes exactos recibieron la intervención musical, debieron asumir que todos los residentes elegibles lo recibieron. Esto lleva a que los resultados del estudio pudieran ser subestimados al verse diluidos en personas que, se asume, recibieron la intervención sin recibirla.
“En otras palabras, el programa podría tener un impacto mucho mayor de lo que indica el reporte”, concluye Baier.
Fuente: Psychcentral; Universidad de Brown