Escuchar la música que nos gusta es agradable. Podemos pensar que nos ayuda tanto si queremos “activarnos”, como si buscamos relajarnos y entrar en el “modo descanso”, para terminar el día. Pero el hecho de que sea agradable no siempre significa que sea bueno para la salud: una investigación reciente encontró que la música a la hora de dormir se asoció con más interrupciones del sueño, y que la instrumental es incluso peor que la música con letra (Scullin et al., 2021).
Primer estudio
En un primer estudio, el equipo pidió a 199 voluntarios que viven en EE.UU. que informaran sobre la calidad de su sueño y la frecuencia y el tiempo en que escuchaban música, así como sus creencias sobre cómo esto afectaba su sueño.
Hallazgos
El 87% de las personas creía que la música mejoraba el sueño, o al menos no lo interrumpía. Sin embargo, el equipo descubrió que más tiempo total dedicado a escuchar música se asoció con un sueño más deficiente y somnolencia diurna. Un poco más de las tres cuartas partes de los participantes también informaron haber experimentado frecuentes “gusanos de oído”: esto es tener una canción o melodía “atascada” y reproduciéndose en sus mentes. Una cuarta parte informó haber experimentado estos síntomas durante la noche al menos una vez a la semana, y estas personas tenían (como era de esperar) seis veces más probabilidades de informar una mala calidad del sueño.
El análisis del equipo sugirió que escuchar específicamente música instrumental cerca de la hora de acostarse estaba relacionado con más “gusanos de oído” relacionadas con el sueño y una peor calidad del sueño.
Segundo estudio
Posteriormente, los investigadores llevaron adelante un estudio experimental con 48 adultos jóvenes. Después de llegar al laboratorio del sueño a las 8.45 p.m., los participantes fueron a una habitación tranquila y con poca luz, donde completaron una serie de cuestionarios que incluían medidas de estrés, calidad del sueño y somnolencia diurna. También se les aplicaron electrodos, listos para la polisomnografía nocturna (que registró la actividad de las ondas cerebrales, así como la frecuencia cardíaca y la respiración), e informaron sobre lo relajados, nerviosos, enérgicos, somnolientos y estresados que se sentían.
A las 10 pm, se les dio un “tiempo de inactividad”, con música tranquila. La mitad fue seleccionada al azar para escuchar tres canciones: “Don’t Stop Believin” de Journey, “Call Me Maybe” de Carly Rae Jepsen y “Shake It Off” de Taylor Swift, mientras que la otra mitad escuchó versiones solo instrumentales de estas. mismas canciones. (El equipo eligió estas canciones porque se sabe que causan gusanos de oído y era probable que fueran muy familiares para los participantes).
Hallazgos
Los participantes informaron una disminución en el estrés y el nerviosismo y una mayor relajación después de escuchar cualquiera de las canciones, y también mostraron una disminución en la presión arterial. Entonces, como también sugirieron estudios anteriores, la música tranquila a la hora de acostarse fue realmente relajante en ese momento. Sin embargo, una cuarta parte de los participantes se despertó del sueño con un “gusano de oído”, y los datos de polisomnografía mostraron que las versiones instrumentales de las canciones tenían más probabilidades de desencadenar estos despertares, así como de causar otras interrupciones del sueño, como cambios de un sueño más profundo a un sueño más ligero. Tomados en conjunto, los hallazgos representan “evidencia causal de que la música instrumental a la hora de dormir afecta la calidad del sueño al inducir gusanos auditivos”, señalaron los investigadores.
Los datos del EEG mostraron que los participantes que se despertaron con un “gusano de oído” tenían “oscilaciones frontales lentas” significativamente mayores: una firma clásica de consolidación de la memoria durante el sueño. También se observaron oscilaciones lentas asociadas a los “gusanos de oído” en la corteza auditiva, que procesa los sonidos. Los despertares parecen, entonces, resultar de la reactivación de melodías que se escuchan durante el día durante el sueño, como parte del proceso de consolidación de la memoria. Los datos generales del equipo sugieren que es más probable que esto suceda cuando las melodías se escuchan a la hora de acostarse y son instrumentales.
No está claro por qué las canciones solo instrumentales tendrían mayor impacto que la música con letra. Las tres canciones utilizadas en este estudio se eligieron porque probablemente les resultarían familiares a los participantes. Escuchar las canciones sin la letra podría haber provocado que sus cerebros intentaran agregar las palabras, lo que podría haber hecho que los “gusanos de oído” fueran más probables. Si este es el caso, es posible que no toda la música instrumental tenga el mismo efecto. Sin embargo, los datos del primer estudio son consistentes con la idea de que la música instrumental en general es un problema mayor.
Finalmente, los autores recomiendan que si tenés problemas con “gusanos de oído” por las noches, limites la cantidad de música que escuchás en el día y evites escuchar música antes de acostarte. En su lugar, recomiendan dedicar de 5 a 10 minutos a escribir una lista de tareas para el día siguiente, basados en los hallazgos de un estudio anterior que sugiere que esto ayuda a las personas a conciliar el sueño (Scullin et al., 2018).
Referencias bibliográficas:
- Scullin, M. K., Gao, C., & Fillmore, P. (2021). Bedtime Music, Involuntary Musical Imagery, and Sleep. Psychological Science, 32(7), 985-997. https://doi.org/10.1177/0956797621989724
- Scullin, M. K., Krueger, M. L., Ballard, H. K., Pruett, N., & Bliwise, D. L. (2018). The effects of bedtime writing on difficulty falling asleep: A polysomnographic study comparing to-do lists and completed activity lists. Journal of Experimental Psychology. General, 147(1), 139-146. https://doi.org/10.1037/xge0000374
Fuente: Research Digest