Eva y Jon son una joven pareja que llevan conviviendo cinco años. Deciden que su reloj biológico ha sonado y es el momento perfecto para ser padres y, para ello, realizan una visita al ginecológo puesto que Eva estaba tomando anticonceptivos.
Ante su sorpresa, el ginecólogo le diagnostica un quiste en el ovario izquierdo que debe ser intervenido cuanto antes. Un mes después, Eva despierta en el hospital oyendo cómo su médico le dice que el ovario “ha sido salvado” y, entre la confusión, escucha, “mañana podrás irte a casa”. Sin embargo, tres días después, Eva y Jon siguen allí. Ella se pregunta por qué tanto silencio, por qué tanto dolor, por qué tantos analgésicos y cree leer una sombra de amargura en los ojos de Jon.
A los tres días, el ginecólogo aparece con el alta hospitalaria y volviendo a explicar el proceso mientras Eva sigue preguntándose “ y ¿por qué?” hasta que llega a un punto que significará el no retorno “ lo que tienes es, en realidad, una enfermedad que se llama endometriosis y que, aunque no ocurre siempre, a ti te ha dejado estéril. Lo siento, lo siento de verdad”. Eva no podía quitarle los ojos de encima “¿sentirlo? no lo podía comprender de ninguna manera”. Seis meses después y ante los dolores cada vez más acuciantes de Eva, la pareja se rompió definitivamente.
Con esta historia empieza el análisis de la psicóloga María Dolors Más, sobre el difícil proceso que pasan las parejas a esas parejas que sueñan con tener un hijo y descubren, por distintas circustancias de la vida, que no es posible. El artículo explora el duelo por el que pasan las parejas; cómo las mujeres afrontan la endometrosis, una de las enfermedades más comunes que afecta la fertilidad; y cómo el diagnóstico de infertilidad afecta la sexualidad y vida de la pareja.