En los últimos años ha sido traído con relativa frecuencia a la atención pública el tema de las autolesiones (self-harm). Psyciencia ha dedicado algunos artículos al tema (aquí, aquí y aquí), pero nuestra intención hoy es, si tenemos un poco de suerte, desarmar algunos mitos y confusiones en torno a las autolesiones, ya que encontramos que a menudo, estas confusiones contribuyen a dañar más aún a la persona que se autolesiona.
Vamos a estar utilizando varias fuentes y artículos, pero con mayor frecuencia material de Headspace. Si me acompañan, revisaremos algunas preguntas frecuentes con respecto a las autolesiones.
¿A qué denominamos autolesiones?
Primero lo primero: pongámonos de acuerdo sobre la terminología. Las autolesiones a las que hacemos mención no son las autolesiones en los casos de déficits cognitivos o de las psicosis (en la bibliografía especializada a menudo tienen distintos nombres).
Autolesión, aquí, se refiere al daño directo e intencional de los tejidos del propio cuerpo, sin intencionalidad suicida. Si bien la forma más conocida es la de cortes en la piel, otras formas incluyen:
- Quemaduras
- Rascarse
- Golpearse la cabeza u otras partes del cuerpo
- Perturbar procesos de cicatrización y curación
Las autolesiones fueron igualmente prevalentes en varones y mujeres
La lista continúa, pero siempre se refiere a conductas que directa e intencionalmente causan daño a los tejidos del cuerpo. Es importante notar que estas conductas no tienen intencionalidad suicida (aún cuando puedan aumentar las chances de suicidio a largo plazo), sino que tienen otras funciones que revisaremos más adelante.
¿Quiénes se ven afectados por esto?
Si bien comúnmente las autolesiones se suelen asociar al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), esto sólo se debe a que es el único trastorno en el DSM-IV que incluye autolesiones como criterio diagnóstico. Las autolesiones son una conducta, no un diagnóstico per se.
Lo cierto es que sólo una parte de las personas que se autolesionan cumplen criterios para TLP, ya que las autolesiones pueden presentarse en personas con depresión, ansiedad, abuso de sustancias, autolesiones, estrés postraumático y otros trastornos de personalidad (Klonsky, 2007), como así también puede presentarse en personas sin ningún trastorno psiquiátrico identificable. Una investigación en población general (Briere & Gil, 1998,) encontró que un 4% de la población sin diagnóstico reportó autolesiones.
Asimismo, las autolesiones fueron igualmente prevalentes en varones y mujeres, si bien en adolescentes pareciera ser más prevalente en mujeres.
¿Es una epidemia o una moda?
En ocasiones los medios se refieren a las autolesiones como si fueran una “epidemia”, o una “moda”. Hablar de epidemia implicaría que de alguna manera la frecuencia de estas conductas se ha incrementado rápidamente, para lo cual no hay datos. Por supuesto, hay mayor visibilidad del fenómeno, como hay mayor visibilidad de varios fenómenos gracias a la proliferación de vías de comunicación, pero confundir visibilidad con frecuencia es un error bastante grueso. Si se nos permite el símil, la comunidad LGBT ha tenido mayor visibilidad en los últimos años que en otros momentos de la historia, pero no se puede hablar de una “epidemia” al respecto, sino sólo de mayor exposición. Referirse al fenómeno en términos de epidemia sólo tiene el efecto de generar pánico y confusión.
La denominación de “moda” para referirse a las autolesiones no sólo es incorrecta, sino que además tiende a minimizar el problema
Por el mismo motivo denominar a estas conductas una “moda” es desconocer la historia de estas conductas. Consideren el siguiente relato:
“Y mientras yacía allí, atado, notó que todos los guardias se habían alejado, menos uno, y le pidió al hombre que era su esclavo, que le prestara su cuchillo. Tan pronto como el cuchillo estuvo en sus manos, comenzó a mutilarse a sí mismo, comenzando por sus pantorrillas”
Este fragmento pertenece a un texto de Herodoto en el cual habla de un líder espartano que había sido capturado . Se hace difícil de calificar de “moda” algo que se describió hace unos 25 siglos. Un poco más de este lado de la historia, en la Europa del siglo XIX era tan común que algunas mujeres se inflingieran lesiones con agujas de coser que George Gould y Walter Pyle acuñaron la denominación de “needle girls” para referirse a ellas.
Por este motivo la denominación de “moda” para referirse a las autolesiones no sólo es incorrecta, sino que además tiende a minimizar el problema, como si fuera a cesar por sí mismo. El tamagotchi fue una moda, pero las autolesiones son un problema que merece mayor escrutinio.
¿Llamado de atención, manipulación?
Algo que se suele decir con respecto a estas conductas es que son una forma de llamar la atención o una forma de manipulación.Nuevamente, esto es una forma muy poco inteligente de referirse a un problema que en su enorme y vastísima mayoría no se reporta en absoluto y se mantiene en secreto a veces durante años. Cualquier profesional que haya trabajado con personas con autolesiones sabe que en general éstas se mantienen en secreto, cubriéndolas con ropa o realizándolas en lugares poco visibles del cuerpo, y sólo en contados casos otras personas están al tanto de lo que sucede.
Citando al Mental Health Foundation del Reino Unido :
(Si las autolesiones fueran) una forma de manipular o llamar la atención de otros, no se autolesionarían casi siempre en privado, o en partes del cuerpo que no son visibles a otros, y le contarían a sus familiares y amigos que se han lastimado. En la práctica, las personas jóvenes le han dicho a la Encuesta que se han lastimado durante largos períodos de tiempo sin jamás contárselo a sus amigos o familia, raramente han buscado atención y han sido extremadamente reticentes a buscar apoyo de los servicios de salud.
La vastísima mayoría no se reporta en absoluto y se mantiene en secreto a veces durante años
No sólo referirse a estas conductas como un “llamado de atención” o una forma de manipulación es generalmente erróneo, sino que al igual que denominarlo una “moda”, invalida el sufrimiento de las personas que lo padecen y hace que sea menos probable que busquen ayuda profesional.
¿Por qué autolesiones?
La evidencia señala, una y otra vez, una función predominante de las autolesiones: la regulación emocional(para una revisión exhaustiva véase Klonsky, 2007). Dicho de otro modo, las autolesiones son una forma de reducir o regular emociones displacenteras.
Consideren los siguientes relatos:
“El dolor funciona. El dolor cura. Si nunca me hubiera cortado a mí mismo, probablemente no estaría acá hoy. Mis padres no me ayudaron, la religión no me ayudó, la escuela no me ayudó pero las autolesiones sí. Y hoy estoy bastante bien. No me malinterpreten, de ningún modo pienso que las autolesiones son una cosa buena o positiva, ni ninguna otra cosa fuera de un acto desesperado y desgarrador que me entristece cada vez que oigo algo al respecto. Pero hay una razón por la cual las personas lo hacen”
“Mis emociones pueden variar rápidamente y ser muy intensas. En una situación emocionalmente cargada, me voy a lastimar a mí mismo en ese momento o inmediatamente después. No soy buena lidiando con emociones o comunicándolas a otros”
La evidencia señala, una y otra vez, una función predominante de las autolesiones: la regulación emocional
Tanto los estudios de auto-reportes como los estudios fenomenológicos (en los cuales en lugar de preguntar directamente, consideran los antecedentes y consecuencias de dicha conducta), arrojan las mismas conclusiones: las autolesiones, en su mayor parte, no son un intento de manipulación ni de llamar la atención, no son resultado de una moda ni de una tendencia: son una forma de lidiar con emociones. Algunas personas fuman para aliviar la ansiedad, otras recurren al alcohol, otras a las drogas, otras a tomar una benzodiacepina de tanto en tanto.
¿Qué tratamientos hay?
Hay tratamientos específicos para las autolesiones, tales como ciertas formas de Terapia Cognitivo Conductual, y tratamientos no específicos pero que incluyen tratamiento para las autolesiones, tales como Terapia Dialéctico Conductual.
Dado que las autolesiones son una forma de lidiar con el malestar, los tratamientos útiles para las autolesiones suelen incluir, además de un espacio para hablar respecto al dolor, el aprendizaje de habilidades de regulación emocional, es decir, formas específicas de lidiar con los pensamientos y emociones difíciles y las situaciones que las disparan.
¿Qué se puede hacer?
Si alguien en tu entorno cercano se está lastimando: lo mejor que podés hacer es escuchar sin juzgar y sin minimizar el problema (“es para llamar la atención”, “es para manipular”, etc).
Las autolesiones son generalmente un intento de solucionar o lidiar con el malestar
Recordá que las autolesiones son generalmente un intento de solucionar o lidiar con el malestar. No amenaces ni fuerces a la persona para que deje de lastimarse, ya que probablemente el único efecto que tenga es que esa persona deje de confiar en vos. Alentá y ayudá a la persona a buscar atención profesional.
Si estás sufriendo de autolesiones: buscá ayuda profesional o hablá con alguien en tu entorno en quien confíes y que te pueda ayudar a buscarla. Aún cuando a veces parece que no hay salida, hay buenos recursos y alternativas para ayudarte a lidiar con el malestar.
Si consultás con un psicólogo o psiquiatra, asegurate de sentirte escuchado/a, que el profesional entiende tu problema y que te proporciona un diagnóstico y una propuesta de tratamiento sólida. Recordá que por la ley nacional de salud mental, el profesional tiene obligación de proporcionarte toda la información que consideres necesaria para poder dar tu consentimiento a un tratamiento. Si no te sentís cómodo/a con la propuesta, no temas buscar otro profesional.
Insistimos: busca ayuda, hay salidas.
Ilustraciones de Fabián Valenzuela. Te invitamos a visitar su Página de Facebook para que conozcas más de su trabajo.
Referencias
Briere, J., & Gil, E. (1998). Self-mutilation in clinical and general population samples: Prevalence, correlates, and functions. American Journal of Orthopsychiatry, 68(4), 609–620. doi:10.1037/h0080369
Klonsky, E. D. (2007). The functions of deliberate self-injury: a review of the evidence. Clinical Psychology Review, 27(2), 226–39. doi:10.1016/j.cpr.2006.08.002