El sesgo atencional ante la amenaza se define como la capacidad de monitorear, identificar, analizar y notificar posibles amenazas o vulnerabilidades que puedan dañar a una persona o a su entorno.
Las diferencias de sexo habían sido señaladas en investigaciones previas como aspectos de variabilidad cuando hablamos de sesgo atencional ante la amenaza, ya que se decía que las mujeres tienden a experimentar más miedo (sin que exista necesariamente un riesgo alto) que los hombres. No obstante, esto no es tan cierto como se creía.
La revista Personality and Individual Differences publicó recientemente un estudio que sugiere que tanto hombres como mujeres experimentan el miedo en la misma proporción, aunque las mujeres pudieran externalizarlo más. Algunos psicólogos evolutivos plantean la hipótesis de que el comportamiento de las mujeres ante situaciones de peligro puede deberse a que han tenido “un papel más crítico en la supervivencia infantil que los hombres”. En otras palabras, las mujeres han debido preocuparse más por sus vidas y la de sus hijos (supervivencia maternal).
La publicación se basa en un metaanálisis de 23 estudios que emplearon el paradigma dot-probe en un total de 1.260 participantes, y en el cual no se encontró prueba de que las mujeres fueran más sensibles a los estímulos amenazantes que los hombres. Para la medición del sesgo atencional ante la amenaza se utilizó, al igual que en diversos estudios, la tarea de la sonda de punto o tarea dot-probe, que permite establecer un rango aproximado de la atención emocional.
Los autores del estudio publicado en Personality and Individual Difference indican que, si todo esto significa que existe otro mecanismo involucrado en la experiencia del miedo (como la reacción en la amígdala o el hipotálamo), entonces sería necesario buscar respuestas en estudios no-diseñados para examinar las diferencias de sexo, como había intentado hacerse hasta ahora.