El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos del neurodesarrollo de los que más se ha escuchado últimamente. Con una prevalencia de alrededor del 5%, es uno de los diagnósticos más discutidos y de los que se pone en duda su existencia como entidad nosológica.
Si bien dentro de los tratamientos de primera elección se encuentran los de abordaje conductual, en la práctica muchos niños reciben como primera opción medicación, a veces sin un tratamiento psicológico que complemente y enseñe estrategias a éstos, familiares y docentes sobre manejo comportamental. Existe evidencia creciente de este fenómeno, e incluso algunos investigadores han estudiado si el orden en que son administrados los tratamientos psicológicos y farmacológicos influye en las respuestas y adherencia por parte de pacientes y familiares, tal como se indica en este artículo previamente publicado en Psyciencia.
La administración de fármacos resulta necesaria en muchas personas. Sin embargo, los mismos suelen acarrear efectos secundarios (pueden ojear una investigación previa sobre antipsicóticos aquí), por lo que resulta fundamental evaluar costos y beneficios de estos procedimientos, y si pueden lograrse iguales o mejores resultados por medio de otros tratamientos.
Siguiendo con esta línea, un equipo de investigadores publicó días atrás en Cochrane una revisión que analiza si la administración de metilfenidato, una de las drogas utilizadas en TDAH con mayor frecuencia, produce efectos adversos graves y no graves en niños y adolescentes.
Selección y metodología de la investigación
El equipo realizó una búsqueda en bases de datos científicas como CENTRAL, MEDLINE, Embase, PsycINFO, CINAHL y otras 12 base de datos, seleccionando estudios no aleatorizados. Se comunicaron a su vez con los diversos autores de los mismos y con las compañías farmacéuticas, para identificar investigaciones adicionales.
Los pacientes de las investigaciones escogidas tenían entre 3 y 20 años, cumpliendo los criterios diagnósticos de TDAH presentes en el DSM o el CIE; con y sin trastornos comórbidos. A su vez, se estipuló que al menos el 75% de las personas tuvieran un coeficiente intelectual (CI) dentro de los límites normales, y que ninguno estuviera tomando algún otro tipo de medicación para el trastorno.
Aumentó el riesgo de eventos adversos graves
Definieron <<eventos adversos serios>>, en consonancia con el Comité Internacional de Armonización, como aquellos eventos que ponen en riesgo o cambian el curso de la vida. En contraposición, fueron considerados los demás eventos adversos como no graves.
En total el equipo incluyó un total de 260 estudios: 7 estudios comparativos de cohortes, 4 estudios de control de pacientes, 177 de cohorte no comparativos, 2 estudios transversales y 70 informes.
Según consta en la misma revisión, el sesgo en los estudios comparativos incluidos varió de moderado a crítico, y también la mayor parte de las investigaciones mostraron un riesgo crítico de sesgo. La calificación de la evidencia fue considerada entonces como muy baja.
Resultados y conclusiones
La administración de metilfenidato aumentó el riesgo de eventos adversos graves, entre los que se incluían trastornos psicóticos y arritmia, en comparación con la ausencia de intervención farmacológica. Se halló a su vez un porcentaje de pacientes a los cuales se les suspendió la ingesta del fármaco luego de diversos eventos graves desconocidos. La proporción de personas cuyos efectos fueron considerados graves no obstante, fue considerada pequeña en la presente revisión.
Con respecto a los eventos adversos no graves, la cantidad de personas afectadas fue mucho más amplia, llegando incluso a la mitad de niños y adolescentes estudiados. Entre estos problemas se ubicaron dificultades para conciliar el sueño, cefaleas, dolores abdominales y disminución del apetito.
Si bien los autores del estudio remarcaron que el nivel de certeza que puede derivarse de su investigación es baja debido a los sesgos mencionados con anterioridad, resaltaron que el riesgo de efectos graves pudo haber sido subestimado en la revisión, siendo mayor.
Destacaron a su vez la necesidad de realizar posteriores ensayos clínicos aleatorizados (ECA) con la finalidad de obtener conclusiones de mayor fiabilidad, y de identificar aquellos grupos de personas que responden al metilfenidato de mejor manera, así como el riesgo real de sufrir por parte de los pacientes efectos adversos a la medicación.
Fuente del estudio completo: Storebø OJ, Pedersen N, Ramstad E, Kielsholm ML, Nielsen SS, Krogh HB, Moreira-Maia CR, Magnusson FL, Holmskov M, Gerner T, Skoog M, Rosendal S, Groth C, Gillies D, Buch Rasmussen K, Gauci D, Zwi M, Kirubakaran R, Håkonsen SJ, Aagaard L, Simonsen E, Gluud C. Methylphenidate for attention deficit hyperactivity disorder (ADHD) in children and adolescents – assessment of adverse events in non-randomised studies. Cochrane Database of Systematic Reviews 2018, Issue 5. Art. No.: CD012069. DOI: 10.1002/14651858.CD012069.pub2.
Fuente:Cocharne Library
3 comentarios
Buenas tardes Gloria. La adherencia al tratamiento psicoterapéutico no fue una variable estudiada en la investigación reseñada.
Saludos.
Hola, con reespecto a esta publicación no mencionan en su interesante investigación la adherencia a tratamiento psicoterapéutico, no fué considerado y de ser si cual fué?Muchas gracias por su respuesta.Saludos.Atte.Gloria Rivera V
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