Una vida enfocada en valores nos ofrece una mirada amplia de la realidad y de la vida en general, donde la gratificación por el logro de objetivos cobra un matiz diferente.
Proponerse metas es toda una ciencia, en la que nuestro enfoque será determinante para no ceder ante el “síndrome de la falsa esperanza.” Algo muy bueno es que, al ser este un aspecto tan importante de la vida, muchos investigadores se han dedicado a estudiar, indagar y profundizar guías y recomendaciones para que podamos alcanzarlas con éxito (y con el esfuerzo que requieren, por supuesto).
Fijarse objetivos (aprobar un examen, correr un maratón, perder 10 kilogramos de exceso de peso o ganar un ascenso) y alcanzarlos tiene un impacto de gran magnitud en nuestro bienestar físico y psicológico, pero no se ha prestado tanta atención al comportamiento de las personas después de haber logrado sus objetivos.
¿Qué pasa después de alcanzar el objetivo?
Aunque generalmente es bueno continuar estudiando, haciendo ejercicio, comiendo saludablemente, trabajando duro, etc., esto no siempre sucede. Por ejemplo, un seguimiento de los concursantes que ganaron el programa de televisión para perder peso “The Biggest Loser”, descubrió que seis años después, la mayoría pesaba aún más que al principio del programa (Fothergill et al., 2016).
Sin embargo, recientemente investigadores encontraron que es más probable que las personas mantengan buenos comportamientos si, en lugar de pensar en lograr un objetivo como “llegar a un destino,” lo ven como “completar un viaje” (Huang & Aaker, 2019).
Dependemos en gran medida de las metáforas cuando consideramos conceptos y aspectos abstractos de nuestras vidas. Entonces, Szu-Chi Huang y Jennifer Aaker de la Escuela de Graduados de Stanford razonaron que pensar en una meta como la finalización de un viaje podría llevar a las personas a reflexionar sobre cómo habían sido al principio, y todos los altibajos del camino. Esto podría hacerles sentir que habían cambiado, que llegaron a ser el tipo de personas que se involucra en estos nuevos comportamientos específicos, y por ende los haría más propensos a mantenerlos.
Completar un viaje
En una serie de seis estudios que involucraron a más de 1600 personas, esto es exactamente lo que encontraron. Primero observaron dos grupos compuestos por más de 400 estudiantes estadounidenses y personal universitario que recientemente habían alcanzado una meta académica o física. Se les pidió a los participantes que pensaran de qué manera su experiencia de alcanzar la meta era como “completar un viaje” o “llegar a un destino,” o simplemente se les dijo que pensaran en lograr la meta sin una metáfora adjunta. Aquellos que vieron el objetivo como la finalización de un viaje no solo expresaron intenciones más fuertes de continuar con los comportamientos relacionados con el objetivo, sino que también lo hicieron (el grupo que logró una meta física y pensó en su objetivo como un viaje fue más propenso a inscribirse en programas de ejercicio físico continuo, por ejemplo).
En investigaciones posteriores, las autoras caracterizaron aún más este efecto. En un estudio, 265 personas que hacían dieta establecieron objetivos diarios de ingesta de calorías y rastrearon su consumo durante siete días. Después del final del programa dietario, aquellos que pensaban en su logro como la finalización de un viaje nuevamente tenían más probabilidades de indicar que continuarían con su comportamiento de dieta. Y lo que es más importante, este grupo también tenía mayores sentimientos de crecimiento personal, lo que sugiere que este podría ser el mecanismo subyacente para tal efecto.
Otro estudio, que involucró un programa de caminata de 14 días con el objetivo de alcanzar 100.000 pasos, reveló que la metáfora del viaje alentó el comportamiento beneficioso después de que los participantes habían alcanzado su objetivo, pero no cuando se acercaban a lograrlo. Cuando se vislumbra un objetivo, pero aún no se ha logrado, centrarse en los aspectos de la llegada al destino podría ser más motivador, probablemente porque acentúa el objetivo final que uno aún necesita alcanzar, señalan las investigadoras.
Y el fenómeno no se limitó solo a los participantes estadounidenses. En un estudio final, los investigadores siguieron a 106 ejecutivos que estaban terminando un programa de educación empresarial en Ghana. En lo que se les dijo que era una entrevista de salida, se alentó a los participantes a describir su logro de su calificación utilizando una metáfora de viaje o de destino. Seis meses después, los miembros del grupo que utilizó la metáfora de viaje eran más propensos a utilizar prácticas que habían aprendido en el curso.
Es cierto que hacer que las personas piensen en su viaje para lograr un objetivo no siempre funciona, o incluso puede ser contraproducente, si el viaje ha sido muy difícil o desagradable, por ejemplo. Sin embargo las investigadoras esperan que esta investigación sirva como el comienzo de un viaje para diversos programas de investigación que utilizan una variedad de metáforas para mejorar las posibilidades de los perseguidores de objetivos de mantener su éxito.”
Referencias:
Fothergill, E., Guo, J., Howard, L., Kerns, J. C., Knuth, N. D., Brychta, R., … Hall, K. D. (2016). Persistent metabolic adaptation 6 years after «The Biggest Loser» competition. Obesity , 24(8), 1612-1619. https://doi.org/10.1002/oby.21538
Huang, S.-C., & Aaker, J. (2019). It’s the journey, not the destination: How metaphor drives growth after goal attainment. Journal of personality and social psychology. https://doi.org/10.1037/pspa0000164
Fuente: Research Digest