Muy buen reportaje de Álvaro Caballero para RTVE lo que afrontan las personas que deciden ir a terapia:
Diego decidió ir a terapia hace poco más de un mes por la ansiedad que sufría en su trabajo. Cuenta que a sus padres “les costó un poco entenderlo porque son de otra generación”, pero que finalmente lo aceptaron, mientras que en su entorno se ha vivido con total naturalidad. “No solo lo aceptan, sino que lo apoyan”, explica este madrileño de 26 años.
Es el testimonio que comparten la mayoría de jóvenes entrevistados. Hablan con sus amigos de su terapia, se recomiendan psicólogos y luego ponen sus experiencias en común. “Sé que entre amigos puedo decirlo porque está muy extendido, pero mi familia no lo sabe”, reconoce María. Asegura que no se lo ha contado “para no preocuparles, porque van a pensar que hay un gran problema”.
Para no levantar sospechas con los movimientos de su cuenta y que sus padres no se den cuenta, combina el pago de la terapia con Bizum una semana y en efectivo la siguiente. En cambio otros, como Ana, de 23 años, han llegado a la terapia por la recomendación de sus padres.
El artículo plasma algo que veo a diario con mis pacientes. Algunos tienen total apoyo de sus amigos y familiares. Otros llegan a escondidas y con miedo de que la sesión demore un poquito más porque después no podrán explicar dónde estaban. Si eres profesional de la salud mental o si eres o fuiste paciente – y quieres hacerlo – aprovecha cada oportunidad que tengas para naturalizar el uso de la terapia. Nunca se sabe quién está sufriendo mucho y al escuchar que la terapia puede ayudar y que no hay nada malo con ello, puede ser de una gran ayuda.