Todos los niños tienen rabietas. Es la forma en que manifiestan su frustración cuando no obtienen lo que desean. Las rabietas disminuyen a medida que los niños crecen y aprenden, a través del ejemplo de sus padres y del ambiente, cómo regular sus emociones y su conducta. Sin embargo, en algunos casos las rabietas pueden hacer que los padres se sientan frustrados o avergonzados, porque no saben qué hacer para ayudar a los niños a controlarse. Para todos aquellos que se sientan identificados con esta descripción, les traemos un vídeo explicativo sobre cómo manejar las rabietas de los niños. En Psyciencia ya hemos compartido algunos materiales (aquí, aquí y aquí), pero el trabajo de Alberto Soler es una buena manera para introducirlos en los principales conceptos para entender y manejar una rabieta.
Los puntos más importantes del vídeo:
- Más vale prevenir que curar. Evitando situaciones conflictivas podemos evitar una rabieta. Si sabes que de camino a la guardería o colegio pasáis por el parque y él va a querer quedarse, mejor ir por un camino alternativo. Como se suele decir: evita la ocasión y evitarás el peligro.
- Cuando se da la rabieta nunca debemos perder el control, elevar la voz ni intentar imponernos a la fuerza. Si, esto es difícil, pero hay que intentar hacerlo. Recordemos que aquí el incapaz de controlar sus emociones, en principio es el niño. Debemos ser conscientes que la rabieta tiene un inicio y un fin, y en ocasiones es difícil acortar esos tiempos.
- A veces se puede ceder. “¿Que quieres la camiseta roja en vez de la verde? Ok, ponte la roja, no pasa nada”. Hemos evitado una rabieta o la hemos cortado a tiempo. No es una guerra, no pasa nada.
- La firmeza no está reñida con el afecto. A veces no podemos o no queremos ceder, y darle a nuestro hijo aquello que quiere no es la mejor opción para tratar de parar la rabieta: no podemos quedarnos indefinidamente en el parque, no podemos dejarle cruzar la calle por cualquier lado, no puede llevarse lo que quiera del supermercado, etc. Aquí no queremos ceder, pero sí podemos tratar de negociar con nuestro hijo una alternativa: “ya sé que quieres esto, pero no puede ser. Si quieres, podemos…”.
- Bajar a su nivel, hablarle con calma, mirándole a los ojos, intentando que nos mire mientras le hablamos. Esto es importante siempre que nos comunicamos con un niño, pero cuando estamos en una situación como ésta, mucho más importante todavía.
- Nunca debemos emplear el chantaje emocional: “si te portas así, papá no te querrá”, “te voy a dejar ahí sólo”, “como vea esto tu padre te vas a enterar” Bastante tiene el pobre con su disgusto que tiene, como para que encima le estemos hablando de este modo. Debemos transmitirle que le queremos igual aunque tenga esa rabieta, lo que pasa es que nos resulta molesto. Pero nuestro amor no depende de cómo se comporte.
- No negar el contacto físico. Es probable que rechace el contacto físico, que no quiera saber nada de nosotros. Debemos respetarlo y no tomarlo como un ataque. Simplemente está ofuscado. Pero si acepta el contacto físico, podemos darle un abrazo, besos o cogerle hasta que se sienta mejor.
- No debemos dar sermones ni grandes explicaciones, mucho menos en la fase más explosiva de la rabieta. Porque nadie nos va a estar escuchando en ese momento. Los mensajes, cuanto más breves y sencillos, mejor: “cariño, lo siento, ahora eso no puede ser” Una vez la pataleta ha acabado, y en función de la edad del niño, podemos hablar con él acerca de lo ocurrido, pero nunca durante la misma.
Visita el canal de Youtube de Alberto Soler: Píldoras de Psicología, donde encontraras valiosos videos de psicología.
Fuente: Píldoras de Psicología