Durante cientos de años las personas con trastornos mentales han sufrido del pesado yugo del prejuicio y discriminación que impone injustamente la sociedad.
Es cierto que la situación actual ha cambiado mucho y que hemos mejorado en muchos aspectos, pero el estigma todavía se hace evidente en las etiquetas casi indelebles que se le imponen a los pacientes psiquiátricos y que nunca se usarían con un paciente de cáncer, resfriado o hipertensión.
Dos de las principales causas de estos prejuicios son: la creencia irracional de que solo un pequeño grupo de personas los “anormales” o los “débiles de carácter” — como se les ha definido injustamente a lo largo de la historia— son los que sufren de los trastornos mentales. Y que los trastornos mentales son para toda la vida.
Sin embargo, los estudios epidemiológicos demuestran una realidad muy diferente y estiman que la mayoría de las personas desarrollará un trastorno mental a lo largo de su vida. No obstante, estos trastornos serán una severidad moderada y por periodos breves.
El estudio principal fue publicado a inicios del año en el Journal of Abnormal Psychology y evaluó a 625 personas desde su nacimiento hasta su vida adulta en Nueva Zelanda. Sus resultados sugieren que el 80% de las personas desarrollará un trastorno mental. Lo que significa que es más probable que una persona sufra de depresión, ansiedad que de hipertensión o de cualquier tipo de cáncer. Esta no es una comparación que se debe tomar a la ligera, considerando que dichas enfermedades son las que más muertes causan en el mundo y los trastornos mentales están por encima de ellos, pero no se tratan se le destinan los mismos presupuestos ni se la da la misma relevancia a nivel mundial.
Sus resultados sugieren que el 80% de las personas desarrollará un trastorno mental
Algunos pueden interpretar estos hallazgos como resultado de la patologización de la experiencia humana promovida por los manuales diagnósticos psiquiátricos. Sin embargo, los autores consideran que los estos estudios pueden facilitar el diagnóstico apropiado y a tiempo que necesitarían las personas.
La investigación también nos hace preguntarnos sobre las posibles explicaciones acerca del 17% de los participantes no desarrolló ningún trastorno mental. Especialmente cuando ellos no tenían mejor acceso a los servicios de salud, alimentación o educación. Los autores creen que probablemente ellos tenían una perfil de personalidad que los ayudó a relacionarse mejor con sus pares desde pequeños y desarrollaron mejores estrategias de autocontrol que los protegió contra los trastornos mentales. Es una explicación bastante plausible, pero muy general que se tendría que explorar con más detalle.
Los trastornos mentales representan problema social que necesita de planes de prevención y atención especializada acorde con sus necesidades. Es hora de reconocer que un problema de salud mental puede ser algo tan común como un resfriado. Si reconocemos que los problemas de salud mental son algo frecuente y costoso, entonces podremos reducir el estigma y destinar más recursos para prevenir los trastornos.
Fuente: Scientific American