Miguel Ángel Criado para El País:
Desde 2006 hay en marcha un estudio en el que las autoridades sanitarias del Reino Unido siguen la evolución de la salud de medio millón de personas que entonces tenían más de 40 años (UK Biobank). Una década más tarde, a 103.712 de ellos les dieron unos relojes inteligentes para registrar su actividad durante una semana. Esos datos han servido a un grupo de científicos para indagar en algo que la ciencia ansía encontrar: un marcador objetivo del párkinson que sirva para su detección precoz. Ya cuando les pusieron los relojes, había 273 con diagnóstico clínico de parkinsonismo. Y desde entonces se le ha diagnosticado a otros 196. Los datos de estos dos grupos han sido claves para detectar la señal anómala que indica que algo va mal en la sustancia negra, la parte del cerebro que degenera a medida que avanza la enfermedad.
Parkinson y problemas de sueño:
Precisamente el trabajo con los relojes inteligentes también obtuvo datos de los patrones de sueño, en este caso con una muestra de 65.000 personas. De nuevo, la inteligencia artificial pudo detectar un descenso de la duración y calidad del sueño tanto en los diagnosticados cuando les registraban la actividad como a los que recibieron diagnóstico años después. “Los relojes nos dicen que las personas experimentan despertares nocturnos más frecuentes y una mayor duración del sueño varios años antes de un diagnóstico de párkinson”, dice Sandor. Combinados los datos nocturnos con los diurnos, los acelerómetros podrían dar tiempo a los médicos para intentar frenar el mal.