Por Gabriel Genise y Thiago Batistuta – Adaptado de Zara Abrams
A pesar de años de promover la consigna de “simplemente decir no” a las drogas y al alcohol en las escuelas secundarias de todo el país, el programa de Educación sobre Resistencia al Abuso de Drogas (D.A.R.E.), comúnmente impartido por agentes de policía que promovían la abstinencia total, resultó ineficaz. Un metaanálisis encontró que este programa fue en gran parte inefectivo, y un estudio incluso demostró que los jóvenes que completaron D.A.R.E. tenían más probabilidades de consumir drogas que sus pares.
“Conocemos que la campaña de ‘Simplemente di no’ no funciona. Está basada en riesgos puros, y eso no resuena con los adolescentes”, afirmó la psicóloga del desarrollo Bonnie Halpern-Felsher, PhD, profesora de pediatría y fundadora y directora ejecutiva de varios programas de prevención e intervención del uso de sustancias en la Universidad de Stanford. “Existen beneficios reales y percibidos en el uso de drogas, así como riesgos, como hacer frente al estrés o disfrutar de la ‘euforia’. Si solo hablamos de los aspectos negativos, perdemos nuestra credibilidad.”
Parcialmente debido a las lecciones aprendidas de D.A.R.E., muchas comunidades están adoptando un enfoque diferente para abordar el consumo de sustancias entre los jóvenes. También están respondiendo a cambios muy reales en el panorama de las drogas. Aparte del vapeo, el uso de sustancias ilícitas entre adolescentes ha disminuido sustancialmente en las últimas décadas, pero más adolescentes están experimentando sobredosis que nunca, en gran parte debido a la contaminación del suministro de drogas con fentanilo y la disponibilidad de sustancias más fuertes.
“Necesitamos que las drogas dejen de ser un tema tabú sobre el que los jóvenes ya no puedan preguntar”, enfatizó Nina Christie, PhD, becaria de investigación posdoctoral en el Centro sobre Alcohol, Uso de Sustancias y Adicciones de la Universidad de Nuevo México. “Esa actitud solo conduce a que los jóvenes mueran, y no podemos permitir que eso continúe”.
Cambios en el consumo de drogas
En 2022, aproximadamente 1 de cada 3 estudiantes de último año de secundaria, 1 de cada 5 estudiantes de segundo año y 1 de cada 10 estudiantes de octavo grado informaron haber consumido una sustancia ilícita en el último año, según la encuesta anual del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA). Estas cifras representan una disminución significativa con respecto a los niveles previos a la pandemia y esencialmente se encuentran en su punto más bajo en décadas. El consumo de sustancias durante la adolescencia es particularmente peligroso porque las sustancias psicoactivas, incluyendo la nicotina, el cannabis y el alcohol, pueden interferir con el desarrollo saludable del cerebro. Los jóvenes que consumen sustancias temprana y frecuentemente también enfrentan un mayor riesgo de desarrollar un trastorno por consumo de sustancias en la adultez. Los niños que evitan el consumo regular de sustancias tienen más probabilidades de tener éxito en la escuela y de evitar problemas con el sistema de justicia juvenil.
“Cuanto más tiempo podamos lograr que los niños pasen sin consumir sustancias regularmente, mejores serán sus posibilidades de tener una trayectoria de vida óptima,” afirmó Aaron Weiner (PhD, ABPP, psicólogo clínico).
Las drogas que los jóvenes están utilizando—y la forma en que las están usando—han cambiado, y los psicólogos dicen que esto debe informar los esfuerzos educativos en torno al consumo de sustancias. El alcohol y la cocaína son menos populares de lo que eran en la década de 1990; el uso de cannabis y alucinógenos, que ahora son más destacados y más fáciles de obtener, alcanzaron niveles más altos que nunca entre los adultos jóvenes en 2021 (El uso de marihuana y alucinógenos entre adultos jóvenes alcanzó su punto máximo en 2021, NIDA).
“La Generación Z está consumiendo menos alcohol que las generaciones anteriores, pero parece estar cada vez más interesada en los psicodélicos y el cannabis,” comentó Christie. “Esas sustancias han reemplazado un poco al alcohol como la ‘cosa cool’ que hacer.”
Los jóvenes también están viendo y compartiendo contenido sobre el consumo de sustancias en las redes sociales, con un aumento en publicaciones e influencers que promocionan el vapeo en TikTok y otras plataformas. La investigación sugiere que los adolescentes y adultos jóvenes que ven contenido de tabaco o nicotina en las redes sociales tienen más probabilidades de comenzar a usarlo más tarde.
Una visión más holística
La preocupación por el bienestar de los jóvenes fue lo que impulsó la bienintencionada pero finalmente ineficaz “locura por la abstinencia”, como la llama Robert Schwebel, PhD. Aunque ese enfoque no ha tenido éxito en muchos contextos, aún hay un gran número de comunidades que lo emplean, dijo Schwebel, un psicólogo clínico que creó el Programa de los Siete Desafíos para tratar el uso de sustancias en los jóvenes. Sin embargo, cada vez más, quienes trabajan para prevenir y tratar el uso de sustancias en los jóvenes están adoptando un enfoque diferente, uno que se alinea con los principios que Schwebel ayudó a popularizar a través de los Siete Desafíos.
Un principio clave de los programas modernos de prevención y tratamiento es capacitar a los jóvenes para que tomen sus propias decisiones sobre el uso de sustancias de manera apropiada para su desarrollo. Los adolescentes están explorando sus identidades (incluyendo cómo se relacionan personalmente con las drogas), aprendiendo a sopesar las consecuencias de sus acciones y preparándose para la adultez, lo que implica tomar decisiones sobre su futuro. El Programa de los Siete Desafíos, por ejemplo, utiliza ejercicios de escritura de diarios de apoyo, combinados con asesoramiento, para ayudar a los jóvenes a practicar la toma de decisiones informadas sobre el uso de sustancias teniendo en cuenta esos procesos. “Puedes insistir, pero eso no hará que la gente sea abstemia. En última instancia, tienen que tomar sus propias decisiones”, dijo Schwebel.
Los esfuerzos de prevención de hoy en día también tienden a ser más holísticos que sus predecesores, teniendo en cuenta las formas en que el uso de drogas se relaciona con otros comportamientos adictivos, como los juegos de azar y las peleas, el drag racing y las relaciones sexuales sin protección. Los factores de riesgo para el uso de sustancias, que incluyen el trauma, las experiencias adversas en la infancia, el historial de consumo de sustancias de los padres y los factores de personalidad como la impulsividad y la búsqueda de sensaciones, se superponen con muchos de esos comportamientos, por lo que a menudo tiene sentido abordarlos de manera colectiva.
“Nos hemos vuelto más sofisticados en la comprensión de los determinantes biopsicosociales del consumo de alcohol y drogas y hemos avanzado más allá de la idea de que es una enfermedad y la única solución es la medicación”, dijo James Murphy, PhD, profesor de psicología en la Universidad de Memphis que estudia los comportamientos adictivos y cómo intervenir.
Los programas de prevención modernos también reconocen que los jóvenes usan sustancias para cumplir un propósito, típicamente de naturaleza social o emocional, y si los adultos esperan que no lo hagan, deberían ayudar a los adolescentes a aprender a satisfacer esas necesidades de manera diferente, dijo Weiner.
“Los jóvenes generalmente usan sustancias para ganar amigos, evitar perderlos o para hacer frente a problemas emocionales que están teniendo,” dijo. “Los esfuerzos de prevención efectivos deben ofrecer alternativas saludables para alcanzar esos objetivos.”
Simplemente di “saber” (por el juego de palabra Just say “know”)
En ocasiones, los principios de la reducción de daños y la prevención del uso de sustancias parecen inherentemente desalineados. La reducción de daños, surgida como respuesta a la crisis del SIDA, prioriza la autonomía corporal y el encuentro con las personas donde están sin juzgar. Para algunos partidarios de la reducción de daños, animar activamente a los adolescentes a no usar drogas podría violar el principio de respetar la autonomía segun Weiner. Por otro lado, los defensores tradicionales de la prevención pueden sentir que enseñar a los adolescentes cómo usar tiras de prueba de fentanilo o alentarlos a no usar drogas solos socava la idea de que pueden elegir no usar sustancias. Pero Weiner dice que ambos enfoques pueden ser parte de la solución. “No tiene que ser ni prevención ni reducción de daños, y perdemos herramientas muy importantes cuando decimos que tiene que ser una u otra”.
En adultos, los enfoques de reducción de daños salvan vidas, previenen la transmisión de enfermedades y ayudan a las personas a conectarse con el tratamiento del uso de sustancias (Reducción de Daños, NIDA, 2022). La evidencia inicial muestra que intervenciones similares pueden ayudar a los adolescentes a mejorar su conocimiento y toma de decisiones sobre el uso de drogas. Los adolescentes están entusiasmados con estos programas, que los expertos a menudo llaman “Simplemente Di Saber” para contrastarlos con el enfoque tradicional de “Simplemente Di No”. En un estudio piloto, el 94% de los estudiantes dijo que un programa de “Simplemente Di Saber” proporcionaba información útil y el 92% dijo que podría influir en su enfoque sobre el uso de sustancias.
“Obviamente, es lo más saludable si eliminamos el uso de sustancias de la vida de los niños mientras sus cerebros se están desarrollando. Al mismo tiempo, mi preferencia es que hagamos algo que tenga un impacto positivo en la salud y el comportamiento de estos niños”, dijo Nora Charles, PhD, profesora asociada y jefa del Laboratorio de Uso de Sustancias y Comportamientos de Riesgo Juvenil en la Universidad del Sur de Mississippi. “Si la forma de hacerlo es fomentar un compromiso más sensato y cuidadoso con sustancias ilícitas, eso sigue siendo mejor que no abordar el problema”.
Una cosa que no se debe hacer es normalizar en exceso el uso de drogas o implicar que es generalizado, dijo Weiner. Los datos muestran que no es preciso decir que la mayoría de los adolescentes han usado drogas en el último año o que las drogas son “solo una parte de la vida en la escuela secundaria” . De hecho, los estudiantes tienden a sobreestimar cuántos de sus compañeros usan sustancias.
Una forma de incorporar tanto la reducción de daños como la prevención tradicional es personalizar soluciones según las necesidades de diversas comunidades. Por ejemplo, en 2022, cinco estudiantes de secundaria de Alabama sufrieron una sobredosis de una sustancia mezclada con fentanilo, lo que sugiere que las estrategias de reducción de daños podrían salvar vidas en esa comunidad. “Otras escuelas con menos uso de sustancias reportado podrían beneficiarse más de un programa estilo prevención primaria” según Weiner. En Stanford, el Laboratorio de Investigación y Educación para Empoderar a Adolescentes y Jóvenes Adultos para Elegir la Salud (REACH) ha desarrollado una serie de programas gratuitos y basados en evidencia a través de la investigación participativa basada en la comunidad que pueden ayudar a poblaciones con diferentes necesidades. El Laboratorio REACH ofrece programas de prevención, intervención y cesación basados en actividades para estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria, que incluyen planes de estudio sobre alcohol, vapeo, cannabis, fentanilo y otras drogas. También están trabajando en planes de estudio personalizados para grupos de alto riesgo, incluidas minorías sexuales y de género.
Los programas del Laboratorio REACH, incluido el completo plan de estudios de Safety First, incorporan discusiones honestas sobre los riesgos y beneficios del uso de sustancias. Por ejemplo, las drogas son una forma de hacer frente al estrés, pero el ejercicio, el sueño y una buena alimentación también pueden ayudar. Debido a que muchos jóvenes se preocupan por el medio ambiente, una lección explora cómo la producción de cannabis y tabaco causa daño ambiental. Los programas también desmitifican la idea de que muchos adolescentes usan sustancias y los ayudan a practicar habilidades, como aprender a rechazar una oferta para usar drogas de una manera que les resuene. “Aprenden sobre el cerebro en desarrollo de una manera positiva: mientras que durante mucho tiempo se les dijo a los adolescentes que no pueden tomar buenas decisiones, Safety First los capacita para elegir proteger sus cerebros y cuerpos tomando decisiones saludables en todos los aspectos” sugiere Weiner.
“Los adolescentes pueden tomar buenas decisiones”, dijo Halpern-Felsher. “La ecuación es simplemente diferente porque se preocupan más por ciertas cosas, como los compañeros y las relaciones, en comparación con los adultos”.
Motivar a los jóvenes
Debido a que el uso de sustancias y la salud mental están tan entrelazados, algunos programas pueden prevenir con éxito el consumo de sustancias con muy poco contenido centrado en las drogas. En uno de los talleres del Programa PreVenture para adolescentes, solo media página de un cuaderno de trabajo de 35 páginas menciona explícitamente las sustancias. “Lo fascinante sobre la base de evidencia para PreVenture”, dijo la psicóloga clínica Patricia Conrod, PhD, profesora de psiquiatría en la Universidad de Montreal quien desarrolló el programa. “Puedes tener un efecto bastante dramático en el uso de sustancias de los jóvenes sin ni siquiera hablar de eso”. PreVenture ofrece una serie de talleres de 90 minutos que aplican ideas cognitivo-conductuales de manera anticipada para ayudar a los jóvenes a explorar sus rasgos de personalidad y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables para alcanzar sus metas a largo plazo, menciona Conrod. Los adolescentes con altos niveles de impulsividad, desesperanza, búsqueda de emociones o sensibilidad a la ansiedad enfrentan mayores riesgos de dificultades de salud mental y uso de sustancias, por lo que el material personalizado les ayuda a practicar un afrontamiento saludable basado en su tipo de personalidad, sugiere Conrod.
Por ejemplo, el taller de PreVenture que se dirige a la sensibilidad a la ansiedad ayuda a los jóvenes a aprender a desafiar las distorsiones cognitivas que pueden causar estrés, y luego relaciona esa habilidad con sus propias metas dice Conrod. La intervención puede adaptarse a las necesidades de una comunidad determinada. En varios ensayos controlados aleatorios de PreVenture, los adolescentes que completaron el programa comenzaron a usar sustancias más tarde que los compañeros que no recibieron la intervención y enfrentaron menos daños relacionados con el alcohol. Segun Conrod el programa también ha demostrado reducir la probabilidad de que los adolescentes experimenten con sustancias ilícitas, lo que se relaciona con la actual crisis de sobredosis en América del Norte.
“A medida que los jóvenes abandonan la escuela secundaria y entran a la universidad o la vida adulta, alrededor del 30% hará binge drinking, el 8% participará en un uso intensivo de alcohol y el 20% usará drogas ilícitas” (Alcohol y Adultos Jóvenes de 18 a 24 Años, Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo, 2023; SAMHSA anuncia resultados de la encuesta nacional sobre uso de drogas y salud mental (NSDUH) que detallan niveles de enfermedad mental y uso de sustancias en 2021). Pero es muy poco probable que los jóvenes busquen ayuda, incluso si esas actividades les causan angustia, dijo Murphy. Por esa razón, las intervenciones breves que aprovechan la entrevista motivacional y pueden entregarse en un entorno escolar, laboral o médico pueden marcar una gran diferencia.
Un metaanálisis de intervenciones breves de alcohol muestra que pueden reducir la cantidad promedio que beben los participantes durante al menos 6 meses. Incluso una pequeña reducción en el consumo de alcohol puede cambiar la vida, dijo Murphy. La cuarta o quinta bebida en una salida nocturna, por ejemplo, podría ser la que conduzca a consecuencias negativas, por lo que reducir la ingesta a solo tres bebidas puede marcar una gran diferencia para los jóvenes.
Según Weiner, en última instancia, dar un paso atrás para mantener en foco los objetivos más grandes, así como mantenerse dedicado a enfoques de prevención e intervención respaldados por la ciencia, es lo que ayudará a mantener a los jóvenes saludables y seguros. “En lo que todos pueden estar de acuerdo es en que queremos que los niños tengan la mejor vida posible”, dijo. “Si podemos comenzar desde ahí, ¿qué herramientas tenemos disponibles para ayudar?” menciona Weiner.