Hace dos días un equipo internacional publicó en The Lancet Psychiatry una revisión del estado actual de la calidad y aplicación de los tratamientos recomendados para el trastorno bipolar. Los resultados no fueron muy buenos.
El reporte indica que las personas con trastorno bipolar tienen 50 veces más probabilidades de autolesionarse en comparación con la población general, y al menos 12 veces más probabilidades de suicidarse (mayor que la tasa de personas con esquizofrenia). La carga mundial de enfermedad de la Organización Mundial de la Salud clasificó al trastorno bipolar como la cuarta causa de carga de enfermedad en personas de 10 a 24 años. Los análisis sugieren que casi el 50 por ciento de las personas presentan síntomas antes de los 21 años, y una revisión reciente de 27 estudios sugirieron un retraso promedio de casi seis años entre los primeros síntomas del trastorno bipolar y el tratamiento dirigido.
Seis años para recibir el primer tratamiento es demasiado. El primer episodio de mania puede tener un impacto devastador para la persona con el trastorno y su familia. Durante el episodio la persona puede quedar sumergida en una montaña de deudas, dañar su carrera profesional y las relaciones con sus amigos y familiares a causa de la conducta descontrolada.
Una intervención temprana y eficaz puede prevenir o reducir el efecto de estas conductas. Pero para que esto ocurra es necesario intervenciones y guías de buena calidad, basadas en la evidencia que permitan a los agentes de salud intervenir rápidamente en el primer episodio de mania y que al mismo tiempo puedan ofrecer recomendaciones a la familia y allegados de como tratar a la persona con el trastorno.
El artículo incluye el relato de un paciente que experimentó a los 16 años que experimentó los síntomas del trastorno bipolar por primera vez durante su adolescencia:
“Mis problemas con la salud mental comenzaron a los 14 años cuando comencé a experimentar algunos síntomas de depresión. Sin embargo, , fue cuando empecé a desarrollar episodios de hipomanía a los 16 años cuando las cosas realmente se me fueron de las manos. Estos episodios fueron un shock para todos los que me rodeaban. Tenía niveles de energía aparentemente ilimitados y me convencí de que podía dirigir un negocio exitoso al mismo tiempo. No estaba durmiendo, tenía una necesidad constante de ritmo y estaba muy frustrada. Mi comportamiento comenzó a alejarme de todos a mi alrededor. Luego siguieron otros episodios y comencé a comportarme de forma arriesgada. Los médicos no me diagnosticaron correctamente en este momento porque no pudieron tomar una historia adecuada de mi salud mental. En general, pasaron cuatro años desde mis primeros síntomas hasta el momento en que comencé a recibir el tratamiento que realmente necesitaba. Ahora, tres años después, estoy logrando estudiar y trabajar al mismo tiempo y puedo disfrutar de mi vida.”
Referencia del estudio original: 1. Sameer Jauhar, Aswin Ratheesh, Christopher Davey, Lakshmi N Yatham, Patrick D McGorry, Phillip McGuire, Michael Berk, Allan H Young. The case for improved care and provision of treatment for people with first-episode mania. The Lancet Psychiatry, 2019; DOI: 10.1016/S2215-0366(19)30082-3
Fuente: ScienceDaily