Cuando usted es el padre de un niño ansioso, asume que su papel es proporcionar tranquilidad, comodidad y una sensación de seguridad. Por supuesto, usted desea apoyar y proteger a su hijo que está angustiado y, en la medida de lo posible, evitar su sufrimiento. Pero, de hecho, cuando se trata de un niño con un trastorno de ansiedad como el trastorno obsesivo compulsivo, tratar de protegerlo de las cosas que desencadenan sus miedos puede ser contraproducente para el niño. Al seguir su instinto natural de padre, sin darse cuenta usted está acomodando el trastorno y permitiéndole tomar el control de la vida de su hijo.
Es por eso que los padres tienen un papel sorprendentemente importante en el tratamiento de lostrastornos de ansiedad en los niños. El método de referencia en el tratamiento del TOC pediátrico es una forma de terapia cognitivo-conductual llamada exposición y prevención de respuesta. La terapia implica “exponer” al niño a sus ansiedades de forma gradual y sistemática, para que ya no tema ni evite esos objetos o situaciones; “prevención de respuesta” significa que no se le permite realizar un ritual para manejar los miedos. Debido a que los padres se involucran tanto en el TOC de sus hijos, los estudios han demostrado que incluir a los padres en el tratamiento y asignarlos como “coterapeutas” mejora la efectividad.
La jerarquía del miedo
En la terapia, el niño, los padres y el terapeuta crean una “jerarquía del miedo” en la que identifican de forma colaborativa todas las situaciones temidas, las califican en una escala de 0-10 y las abordan una a la vez. Por ejemplo, un niño con temores sobre los gérmenes y a enfermarse se enfrentaría repetidamente a situaciones y objetos “contaminados” hasta que desaparezca el miedo y pueda tolerar la actividad. El niño comenzaría con un elemento de ansiedad de nivel bajo, como tocar toallas limpias, y avanzaría con elementos más difíciles, como agarrar la comida a medio comer de la basura.
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La prevención de respuesta implica evitar que el niño realice el comportamiento que lleva a cabo para disminuir su ansiedad. Por ejemplo, un niño con miedo a los gérmenes debería abstenerse de lavarse las manos después de tocar el manubrio de la puerta o la basura. A través de la exposición gradual, aprende que lo que “teme” generalmente no se hace realidad, de modo que puede tener lugar un nuevo aprendizaje. También le enseña que puede tolerar sentimientos incómodos.
Practicar en casa
Gran parte del trabajo en terapia implica la práctica fuera de las sesiones, lo que requiere que los padres participen en el tratamiento. A los niños se les asignan “deberes” y se les pide que continúen practicando al enfrentar sus miedos en una variedad de entornos. Dado que la prevención de exposición y respuesta provoca ansiedad y requiere un seguimiento considerable, la participación y el apoyo de la familia son esenciales.
Para un niño con miedo a la contaminación, los padres pueden alentarlo a lavar los platos o a convertirse en una “aspiradora humana”, que es lo que los médicos llaman recoger pequeños trozos de basura de la alfombra. Un niño con miedo a vomitar podría escribir una historieta sobre “Vomit Man” durante una sesión con su terapeuta, y luego practicar recitándolo en voz alta frente a sus padres.
El problema de reconfortarlos
Los padres tienen un papel más importante que el de soporte cuando se trata de practicar exposiciones en el hogar. Como el TOC puede ser un trastorno paralizante para los niños, los familiares a menudo se involucran excesivamente en los síntomas que se presentan para ayudar al niño en su desempeño. Por ejemplo, muchos niños conTOC, al igual que con otros trastornos de ansiedad, buscan que los miembros de la familia les reconforten constantemente. Los niños utilizan la búsqueda de confort para manejar los miedos, y muchos padres la brindan, aunque sea excesiva, para que su hijo se sienta mejor en el momento.
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La búsqueda de que los reconforten es una de las muchas formas de “acomodación familiar”. Este fenómeno se refiere a la manera en que los miembros de la familia participan en los rituales que el niño usa para manejar su ansiedad, y cómo modifican las rutinas personales y familiares para acomodarlo.
Muchos niños que padecen TOC no pueden tolerar la incertidumbre y piden a sus padres que les proporcionen respuestas definitivas. Por ejemplo, no es raro escuchar a un niño ansioso preguntándole a sus padres “¿Me voy a enfermar por comer esto?” o “¿Todo va a estar bien?”, aunque la respuesta ya se haya proporcionado varias veces.
Los padres pueden frustrarse fácilmente porque sienten que sin importar cuántas veces respondan las preguntas de sus hijos, éstos nunca están satisfechos. Responder las preguntas de su hijo se convierte en un ciclo sin fin y el niño nunca se da cuenta de que puede tolerar la incertidumbre.
Temores complacientes
Hay muchas otras formas de acomodación. Las familias pueden dejar de tomar vacaciones, ir a restaurantes o incluso cambiar la manera en que hablan para evitar situaciones que provoquen ansiedad en sus hijos. Pueden evitar nombres, números, colores y sonidos particulares que desencadenan ansiedad.
“El TOC puede ser muy abrumador para las familias y realmente puede interferir en la forma en que éstas funcionan normalmente”, dijo el Dr. Jerry Bubrick, Director del Centro de Trastornos de la Ansiedad y el Estado de Ánimo. “Las decisiones familiares se toman para acomodar la ansiedad, en lugar de los mejores intereses de la familia”.
Para la familia de un paciente que llamaremos John, un niño de 12 años esto es muy familiar. John tenía miedo a la contaminación y al aumento de peso y, por lo tanto, evitaba cualquier alimento que se considerara “no saludable”, tomaba hasta siete duchas al día y no jugaba con sus hermanos ni abrazaba a sus padres con la creencia de que estaban contaminados.
“Durante meses no fuimos a ningún restaurante”, dijo la madre de John. “Él no tenía amigos que vinieran de visita. No invitábamos a ninguno de nuestros amigos. Nuestra casa era un lugar seguro”.
Pero el acomodar la ansiedad de John no impidió que ésta tomara más y más de su vida. La madre de John describió la cúspide de su TOC como un momento extremadamente difícil para su familia. “Fue realmente difícil porque era como si hubiéramos perdido a nuestro hijo”. Estaba tan atrapado en el TOC. No podíamos tocarlo físicamente. Ya no había espontaneidad. Ya ni siquiera podíamos sentarnos al otro lado de la mesa y hablar”.
Reforzar la ansiedad
Si bien los padres que acomodan a sus hijos tienen buenas intenciones, se sabe que la acomodación familiar refuerza los síntomas de sus hijos. Dado a que la ansiedad se mantiene mediante la evitación, los miembros de la familia que acomodan a su hijo están causando que los síntomas se fijen aún más.
“Antes de saber qué era un acomodación, pensaba que estaba ayudando”, dijo la madre de John. “Me rompió el corazón cuando descubrí la definición de acomodación. Estaba devastada de saber que estaba alimentando el TOC en lugar de ayudar a John”.
Ponerle nombre al TOC del niño es una forma de reducir el estigma que se le ha asociado, y hace que el niño sienta que la ansiedad no es quien él es. Por ejemplo, un niño puede llamar a su TOC “El Acosador” o “La Bruja”. La madre de John nos dijo: “El divorciar el TOC de John ha sido de gran ayuda. Ahora que la familia tiene un enemigo común todos estamos en la batalla. Antes era un invasor sin nombre. Ahora sabemos contra quién estamos luchando”.
Desarrollar habilidades de afrontamiento
A través del tratamiento, los padres aprenden nuevas formas para responder cuando sus hijos se “atascan” y cómo alentarlos a confiar en las habilidades de afrontamiento o a “controlar” su ansiedad, en lugar de depender de sus padres para ayudarlos a superarla. Los niños eventualmente se vuelven mucho más independientes y los padres pueden comenzar a darse cuenta de que la ansiedad ya no está a cargo de sus familias.
Los abuelos y hermanos también pueden involucrarse en la acomodación familiar, aunque no suelen incluirse en el tratamiento con la misma regularidad que los padres.
“Dado que los abuelos y hermanos son más una parte del mundo exterior del niño, es más probable que se adapten a ellos porque quieren mantener la paz”, dijo el Dr. Bubrick. “Deberían participar en el tratamiento para que no lo socaven”.
Ayudar a los niños a enfrentar sus miedos
A través del tratamiento, los miembros de la familia aprenden a ayudar a sus hijos a enfrentar sus miedos en lugar de evitarlos. En lugar de consolar al niño, el trabajo del padre se convierte en recordarle las habilidades que ha desarrollado en el tratamiento y a usarlas en el momento.
“Ahora estoy ayudando a John y no estoy alimentando el TOC”, dijo la madre de John. Mucho de eso le indica a John que él tiene fuerza para luchar contra el TOC. Recordándole las estrategias en lugar de hacer que el mundo sea mejor para él”.
Artículo publicado en Child Mind Institute y traducido al español por Psyciencia. Puedes leer el artículo original aquí.