La colega Jennifer Delgado Suárez escribió un lindo artículo en Rincón de la Psicología, sobre los estragos que puede provocar la hiperpaternidad en el desarrollo de los hijos al no dejarlos ser niños y disfrutar de su niñez y llenarlos de actividades, tareas y competencias para que sean los mejores.
Ella enumera los peligros de empujar a los niños al éxito. Estos son dos de ellos:
– Genera una presión innecesaria que les arrebata su infancia. La infancia es un periodo de aprendizaje, pero también de alegría y diversión. Los niños deben aprender de manera divertida, deben equivocarse, perder el tiempo, dejar volar su imaginación y pasar tiempo con otros niños. Esperar que los niños sean “los mejores” en determinado campo, poniendo sobre ellos expectativas demasiado elevadas, solo hará que sus frágiles rodillas se dobleguen ante el peso de una presión que no necesitan. Esta forma de educar termina arrebatándoles su infancia.
– Provoca una pérdida de la motivación intrínseca y el placer. Cuando los padres se centran más en los resultados que en el esfuerzo, el niño perderá la motivación intrínseca porque comprenderá que cuenta más el resultado que el camino que ha seguido. Por tanto, aumentan las probabilidades de que cometa fraude en el colegio, por ejemplo, ya que no es tan importante lo que aprenda como la nota que consiga. De la misma manera, al centrarse en los resultados, pierde el interés por el camino, y deja de disfrutarlo.
Estoy muy de acuerdo con su artículo, en especial porque también añade información sobre lo que realmente debemos enseñarle a los niños y lo que no deben olvidar los padres.