Escribir a mano, con los tradicionales lápiz y papel, puede ser una de las actividades más tortuosas y desafiantes para los niños diagnosticados con el trastorno del espectro autista de alto funcionamiento que siguen un plan educativo tradicional, en donde se la da mucha importancia a la escritura y la caligrafía. A menudo los niños que presentan estas dificultades se sienten desbordados por la ansiedad y rompen en graves rabietas ante las actividades de escritura que se consideran “fáciles” o apropiadas para su edad o nivel académico.
La literatura científica nos explica que la escritura es un proceso complejo que requiere de habilidades de lenguaje, organización, planeación, control motor y procesamiento sensorial, las cuales son áreas problemáticas en muchos niños con TEA. Relacionado con estas dificultades, una investigación Israelí publicada en la revista Research in Autism Spectrum Disorders, identificó un patrón único de escritura en los niños con TEA de alto funcionamiento que podría facilitar la comprensión de las dificultades que estos niños afrontan.
En esta investigación participaron 60 niños que tenían entre 9 y 12 años de edad. La mitad de ellos estaban diagnosticados con autismo de alto funcionamiento y tenían un CI superior a 80 puntos. En el otro grupo habían niños sin TEA.
los indicadores computarizados podían diferenciar con una precisión del 91.5% los patrones de escritura de los niños con TEA de alto funcionamiento de LOS de los niños sin autismo
A todos los niños se les pidió que completaran tres tareas de escritura: una consistió en escribir su nombre y su apellido; la segunda consistió en escribir un párrafo; y en la última se les presentó una imagen y se les pidió que escribieran una descripción. Todas estas tareas fueron evaluadas a través de un novedoso método estandarizado y computarizado que almacena datos importantes y en tiempo real como: ritmo y velocidad de escritura, presión aplicada sobre el papel, tiempo en que el lápiz permanece en el aire, y el grado de inclinación del lápiz durante la escritura.
Luego de recopilar todos esos datos, se encontró que los indicadores computarizados podían diferenciar con una precisión del 91.5% los patrones de escritura de los niños con TEA de alto funcionamiento de los de los niños sin autismo. Los datos también revelaron que los niños con TEA también producían letras más altas y anchas; los tiempos de espera en el papel y en el aire eran más largos; y el grado de inclinación del lápiz era menor que el de los otros niños.
Pero esas no fueron las únicas diferencias. Los autores también encontraron que a los niños con TEA de alto funcionamiento les tomaba más tiempo escribir un párrafo que a los niños sin TEA. Según los autores, estas diferencias no eran tan evidentes en las actividades de escritura libre.
Los patrones específicos de escritura añaden una mayor carga a los niños con TEA que de por si deben enfrentar casi a a diario diferentes dificultades sociales y funcionales.
Con esta investigación se refuerza la necesidad de que se entiendan las necesidades y dificultades especificas que afrontan los niños con TEA en tareas que la sociedad normalmente cataloga como “fáciles”. Hay que entender que ellos muchas veces hacen pataletas ante las exigencias de escritura no por un simple capricho o por falta de voluntad, sino porque realmente representa un desafío, y es aquí donde las instituciones educativas y padres deben comprender y ofrecer alternativas en el proceso de escritura.
Fuente: Universidad de Haifa