Muchos niños juegan a ser sirenas, princesas, dragones, superhéroes, magos, zombies y la lista podría seguir. Seguramente verlos jugar así es muy divertido de observar y muy placentero para ellos, pero además tiene otra propiedad, ayuda al niño a mejorar sus funciones ejecutivas. Ese fue el resultado de un estudio aleatoreo controlado publicado en el Journal of Experimental Child Psychology.
La investigación consistió en sesiones de juego de 15 minutos durante 5 semanas, en las cuales un asistente de investigación guiaba a 39 niños de entre 3 y 5 años en un guión fantástico (por ejemplo, sobre ir a la luna). Pasadas las 5 semanas, los niños que participaron de esta actividad mostraron mejoras en su habilidad para memorizar dígitos (un test clásico de memoria de trabajo) comparados con 32 niños de las mismas edades que participaron de condiciones estándar de juego (cantando y pasándose la pelota).
El grupo intervenido también mostró mayor desempeño en una tarea que involucra prestar atención y cambiar, como por ejemplo cambiar de clasificar bloques por color a hacerlo por formas.
Aunque ya hay estudios que estudiaron la relación entre los juegos de fantasía y las funciones ejecutivas, ninguno ha explorado la causalidad y la direccionalidad de dicha relación. Los juegos de pretensión involucran la adopción de ciertos guiones mentales (soy un dragón y debería mover mis brazos como si fueran alas) que no podrían utilizarse en la vida real, lo que significa que el sujeto debe adoptar selectivamente y cambiar de guiones y normas estándar de conducta. Basados en evidencias pasadas, la autora principal Rachel Thibodeau y sus colegas, sospechaban que es el elemento fantástico del juego de pretensión el responsable de poner en marcha el desarrollo de las funciones ejecutivas.
La interpretación de los investigadores se vio apoyada en un análisis de seguimiento que codificó los estilos de juego que cada niño mostró durante las 25 sesiones: a los niños cuyos juegos eran más fantásticos, les fue mejor en las tareas relacionadas con la memoria de trabajo. También se observó que un mayor compromiso en general con el juego de pretensiones se asociaba con dos resultados: mayores mejoras en las funciones ejecutivas y creencias más firmes en entidades fantásticas como el ratón Perez o el Hada de los Dientes.
En el estudio también hubo un grupo de niños que no participó de ningún juego y simplemente siguió su lección. Al comparar a este grupo con el que practicaba juegos de fantasía, no se encontraron diferencias significativas. Sus puntajes en los tests de funciones ejecutivas se ubicaban entre los dos primeros grupos, que sí jugaron. Esto quiere decir que les fue mejor que a los que jugaron en condiciones estándar.
En el futuro tal vez hayan investigaciones que clarifiquen esta situación entre el juego de pretensiones y fantasía y el no jugar en absoluto. Por ahora, la conclusión del estudio es que el juego de pretensión le da al niño la posibilidad de ejercitar su imaginación y eso lo hace más valioso que los juegos rutinarios y dirigidos.
Fuente: Research Digest