¿Qué pasa cuando cortamos de golpe nuestra rutina de jogging, spinning o nuestra visita agendada al gym?
Ha quedado fuera de discusión que una vida físicamente activa garantiza niveles más altos de satisfacción general, además de una salud fortalecida, sin embargo, ahora más que nunca es válido apostar a favor de una rutina de ejercicio disciplinada con pruebas contundentes de beneficio, no solo externo, sino también a nivel mental.
A esta conclusión ha llegado un grupo de investigadores de los Estados Unidos y Holanda a través de un estudio sistemático en torno al abandono del ejercicio y sus consecuencias para la salud mental. La investigación, que se basó en la revisión de 19 estudios vinculados, sugiere que las personas que dejan de hacer ejercicio luego de haber llevado una rutina constante tienden a mostrar síntomas de ansiedad y depresión que empeoran según el tiempo que se prolongue la limitación de actividad física, ya sea por falta de tiempo o recursos.
Los efectos más significantes ocurren cuando las personas dejan de hacer ejercicio durante al menos dos semanas, describe el estudio. Cuando esto sucede, los individuos que han llevado durante cierto tiempo una rutina sólida de actividad física tienden a sentir que el sedentarismo los pone ansiosos y salen a la luz indicios de depresión, lo que los investigadores asocian con un buen recordatorio de las ventajas que el ejercicio físico realmente aporta a nuestra salud física y mental.
Esta relación, no obstante, es diferente para las personas que llevan un estilo de vida enteramente sedentario, ya que para ellos la ausencia de ejercicio “raramente se vincula con problemas mentales severos que requieran intervención”.
Queda por ver si estos efectos disminuyen a largo plazo o si la interrupción del ejercicio conlleva una curva descendente en relación con el estado de ánimo. De igual forma, estudios posteriores habrán de definir si algunas personas son más propensas a verse afectadas por el abandono del ejercicio en comparación con otras. Lo que sí está más que claro es que la falta de actividad física continúa siendo un factor de consideración elemental a la hora de enunciar aspectos relacionados con una calidad de vida baja y una salud mental pobre.
Fuente: All Psych; GHP Journal