“Profesor Scholockenmeister, sé que vamos a aprender sobre percepción visual en la cursada, ¿pero no vamos a aprender nada sobre percepción extrasensorial? Mi profesor de psicología de la secundaria nos dijo tenía realmente buena evidencia científica.”
“Dr. Glopelstein, nos enseñó mucho sobre inteligencia en su clase. ¿Pero cuándo vamos a hablar sobre las investigaciones que mostraron que los niños que escuchan Mozart aumentas sus puntuaciones de IQ?”
“Señor Fleikenzugle, nos sigue hablando sobre escuelas de psicoterapia, como el psicoanálisis, terapia de la conducta y terapia centrada en la persona. ¿Pero cómo es que nunca dijo una palabra sobre la terapia de integración sensorio- motora? Mi madre, que es terapeuta ocupacional, me dice que constituye una cura milagrosa para el trastorno por déficit atencional.”
Por medio de los ejemplos anteriores, Scott Lilienfeld, profesor de Psicología de la Universidad de Emory, comienza su argumentación del por qué es necesario tomarse el tiempo, como profesor, para analizar, cuestionar y contraponer posturas científicas a las pseudocientíficas. En palabras suyas, “mucho del conocimiento popular de psicología, que nuestros estudiantes traen a sus clases consiste en poco más que pseudociencia.” Así, ideas como que solo usamos el 10% de nuestro cerebro, que hay una hemisferio lógico y otro creativo, que la grafología permite conocer en profundidad a una persona, que nuestra personalidad puede estar determinada por la posición de los astros al nacer o que las constelaciones familiares son un tipo de terapia eficaz; conviven a menudo con los conceptos que se estudian en la universidad, no habiendo una clara distinción entre los distintos niveles de evidencia (y falta de ella) que tienen estos tipos de conocimientos.
El artículo de Lilienfeld fue publicado originalmente en el año 2005. De hecho, lo leí por primera vez cuando era estudiante. Sin embargo, estos consejos para proporcionar las herramientas necesarias para desarrollar el pensamiento crítico y el escepticismo metodológico propio de la ciencia, mantienen plena vigencia.