Patricia Fernández Martín para el diario El País:
Los comportamientos virtuosos consisten en decirle a nuestro amigo que es válido lo que siente. Que no está solo. Que vamos a atenderle con empatía. Que vamos a escuchar lo que le preocupa sin ser demasiado exigentes con los detalles. Preguntarle qué necesita. Si notamos que le cuesta abrirse, no insistamos. Mantengamos la calma. Podemos ser más activos ofreciéndole ayuda con las cosas básicas de la vida sin ser invasivos. Incluso proponerle algún plan agradable para que se distraiga y se sienta mejor; pero, a la vez, dejarle espacio. Es conveniente transmitirle esperanza respecto a la posibilidad de sentirse mejor con el paso del tiempo, y reconectarle con momentos agradables del pasado en los que haya superado circunstancias adversas. No es mala idea dar un paseo por un parque o hacer una pequeña excursión. Incluso aliarnos con algún familiar o amigo cercano. En definitiva, no presionar, no juzgar y estar disponibles. Cultivar la verdadera amistad se trata también de esto.
Pero cada persona tiene su límite en la capacidad de ayudar. Nunca debemos responsabilizarnos completamente de la salud mental de otra persona. No somos adivinos ni sabemos si el sufrimiento psíquico de nuestro amigo se trata de un malestar psicológico temporal propio de estos tiempos o si corresponde a un verdadero trastorno mental. Lo mejor que podemos hacer si notamos que pasa el tiempo y no hay mejoría, es ayudarle a buscar un profesional. El diagnóstico corresponde a un especialista, que analizará más factores: la intensidad emocional, si le limita su funcionamiento habitual y la duración.