El llanto tiene varias funciones de expresar nuestras emociones (alegría, tristeza, enojo, etc.) y nos permite crear vínculos con otras personas. Cuando vemos a alguien llorando, intentamos acercarnos con calidez y apoyo, pero el llanto también puede generar la percepción de que las personas que lloran son “débiles” y que no pueden controlar sus emociones.
Para tratar de entender mejor cuáles son los factores que afectan la percepción del llanto, la investigadora Monika Wróbel y su equipo desarrolló una investigación que analizó los datos de 7,007 personas que tenían entre 18 y 19 años. A todos se les presentó cuatro imágenes aleatorias que mostraban el rostro de una persona llorando y otra que no lloraba. Cada foto tenía una breve descripción (positiva, negativa o neutral) del contexto de la foto. Por ejemplo: “Una persona reuniéndose con un ser querido que no había visto en años”. Luego se les pidió a los sujetos que evaluaran cada una de las imágenes.
Hallazgos
Encontraron poca evidencia de que las lagrimas influyan en la percepción de la competencia. Pero sí el contexto situacional. Los rostros de las personas llorando en situaciones positivas (alegría) y negativas (dolor, tristeza) recibieron las puntuaciones más altas de “apropiado” en comparación con las imágenes de rostros que lloraban en situaciones neutrales (entrando a un supermercado).
En otras palabras: cuando el llanto era considerado honesto, los puntajes de competencia incrementaban, pero cuando se consideraba inapropiado o no se entiende completamente la razón del llanto, los puntajes de competencia disminuían.
Wróbel explicó en una entrevista con el medio PsyPost: “Las personas que lloran pueden ser percibidos como carentes de competencia solo en algunas condiciones específicas. Por ejemplo, cuando una persona está derramando lágrimas en una situación emocionalmente neutra (por ejemplo, mientras lava la ropa) y los observadores no pueden decir cuál es el motivo del llanto, perciben las lágrimas como inapropiadas y, como resultado, la persona que llora como incompetente”.
Lo que sugiere que llorar puede incrementar las percepciones de competencia el llanto es interpretado como auténtico y congruente con la situación. Cuando una persona llora en un contexto que no “debería” provocar el llanto, por ejemplo, ir al supermercado, la persona puede ser consideraba como incapaz de controlar sus emociones, y, por lo tanto, incompetente.
Todos estos análisis refuerzan que el llanto, al igual que otras expresiones emociones, no pueden ser estudiadas fuera del contexto en el que ocurren. Y al mismo tiempo demuestran lo rápido que somos los humanos para hacer juicios de valor. Inmediatamente que observamos el llanto de una persona y no entendemos a qué se debe, concluimos que es “inapropiado” y juzgamos a las personas como poco competentes.
Referencia: Wróbel, M., Wągrowska, J., Zickfeld, J. H., & van de Ven, N. (2022). Tears do not influence competence in general, but only under specific circumstances: A systematic investigation across 41 countries. Emotion, 22(2), 292-304. http://dx.doi.org/10.1037/emo0001010
Fuente: Psypost