Hace un tiempo les contamos sobre distintas investigaciones que habían correlacionado la lectura con la empatía y la sensibilidad. Nombramos un análisis que sugiere que leer novelas de ficción puede mejorar nuestra empatía y, por consiguiente, enriquecer nuestras habilidades sociales. Otras investigaciones encontraron que la experiencia inmersiva de usar la imaginación para comprender a los personajes en un mundo ficticio, en particular aquellos diferentes a nosotros pero con quienes nos podemos identificar, puede disminuir los prejuicios. Incluso se ha utilizado la literatura de ficción como herramienta pedagógica.
Para consolidar los avances científicos la replicabilidad de las investigaciones toma un papel muy importante. Desde aquella primera investigación, los autores Kidd and Castano han publicado más evidencia que apoya su hallazgo inicial, incluyendo una réplica directa exitosa, y destacaron que se han publicado al menos dos réplicas de este hallazgo original.
Sin embargo, un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, realizado como colaboración entre tres grupos independientes de investigación, apuntó a proporcionar una prueba robusta de la replicabilidad del estudio original, usando métodos extremadamente similares.
La colaboración fue dirigida por Maria Euginia Panero, candidata doctoral de Boston College que, siguiendo el estudio original, miró sistemáticamente los efectos de la literatura de ficción en el rendimiento en el test de Lectura de la Mente en los Ojos, un test clásico para juzgar los estados mentales en los que los participantes observan la expresión facial de un actor cortada de tal forma que sólo se ven sus ojos, y tienen que elegir el estado que creen que se aplica (por ejemplo, escéptico, bromeando, etc.).
El tamaño total de la muestra (de 792) superó al del experimento original, manteniendo la similitud en los aspectos demográficos (apenas más de la mitad de mujeres, y una edad promedio de 35 años). Y en cada comparación los investigadores controlaron la exposición durante la vida a la ficción, juzgada por la habilidad de reconocer nombres de autores en una lista.
En el estudio original, las comparaciones de Kidd y Castano revelaron varios efectos: la lectura de literatura de ficción (como Don DeLillo y Lydia Davis) incrementó el rendimiento en reconocimiento de emociones comparada con la lectura de no ficción, que tenía mayores beneficios en el desempeño que leer ficción popular (como las historias de detectives de Dashiell Hammett), y que fue mejor que no leer. Pero usando los mismos fragmentos de lectura, ninguno de estos efectos se replicaron en la nueva investigación, el material de lectura no tuvo efectos agudos en la habilidad de leer la mente en los ojos.
El estudio contó con un hallazgo significativo: mayor exposición durante la vida a la ficción se correlacionó con mejor rendimiento en lectura de la mente en los ojos. Esto coincide con el trabajo pasado que muestra que los lectores son de hecho mejores en este test, pero cuestiona la idea de que una exposición fugaz a la ficción realmente cambie habilidades cognitivas-perceptivas sutiles.
Panera y sus colegas especulan que, dado el éxito en otras réplicas “conceptuales” que usaron métodos ligeramente diferentes, es probable que hayan habido variables no vistas, como inteligencia verbal, carencia de exposición anterior a la literatura de ficción, o tipos de lectores (por ejemplo, los que tienden a leer profundamente en lugar de solo echar una ojeada), que podrían haber influenciado si los beneficios ocurrirían o no. En otras palabras, puede que haya un efecto agudo de la literatura de ficción… pero sólo en ciertas personas, en ciertos momentos de sus vidas, o bajo ciertas condiciones.
Quizás investigaciones futuras deban enfocarse en los efectos que tiene la literatura de ficción sobre periodos de tiempo más largos, en lugar de algunos minutos con un libro, por más atrapante que resulte.
Referencia de la investigación original: Panero, M. E., Weisberg, D. S., Black, J., Goldstein, T. R., Barnes, J. L., Brownell, H., & Winner, E. (2016). Does reading a single passage of literary fiction really improve theory of mind? An attempt at replication. Journal of Personality and Social Psychology, 111(5), e46-e54. http://dx.doi.org/10.1037/pspa0000064