Hace un par de días nos conmocionamos con la noticia de que un grupo de madres del colegio San Antonio de Pardua en Argentina, celebró en un grupo de chat de Whatsapp la expulsión de un niño con autismo de alto funcionamiento (asperger) del aula de cuarto grado. El artículo muestra las capturas de pantalla en donde se comprueba que las madres compartían mensajes cargados de emojis para celebrar dicha decisión.
La escuela explicó que la decisión fue firmada por todos los padres del curso y cambiaron al niño de curso para que “estuviera en un nuevo entorno”. Con este cambio no tendrá un grupo específico, sino que recibirá clases con varios cursos diferentes. La escuela no se esperaba este tipo de reacción discriminatoria de algunas madres que no llegan a comprender el enorme desafío que representa la escuela para un niño con autismo y que ahora es despojado de su grupo, rutina, compañeros y maestras.
A raíz de este hecho el diario El País entrevistó a Guillermo Fauce, psicólogo vocal de Intervención Social del Colegio de Psicólogos de Madrid y presidente de Psicología sin Fronteras, para que compartiera su opinión profesional:
“Los niños con síndrome de Asperger buscan el cariño y la cercanía porque notan el rechazo. Es verdad que pueden presentar dificultades porque intentan comunicarse y relacionarse de una forma diferente, pero un trabajo previo con sus compañeros habría facilitado su integración. Siempre se debe dar información a los menores adaptada a su edad y lenguaje, con ejemplos que les pongan en los zapatos de ese niño. Aquí ha fallado la empatía, la información y el trabajo previo de inclusión para que las familias entiendan este trastorno y sepan interpretarlo. Y eso debería hacerse -aunque le hayan cambiado de clase- porque los hijos de las familias que pedían su expulsión todavía están expuestos a la discriminación que transmiten sus padres”.
¿Cómo se le explica al niño que será cambiado de salón, que ya no tendrá un grupo, sino que ahora pasará de un curso a otro, sin que esto lo afecte? ¿Qué palabras se eligen para explicarle a un niño que las madres de sus compañeros no lo quieren en su salón?
La madre del niño también declaró que se sentía muy agradecida con la escuela, lo que también hace evidente la enorme presión que hicieron los padres para sacar al niño del curso: “Yo me saco el sombrero con cómo ha manejado el colegio, estaban desbordados por la presión de los padres”.
Según ella, las madres no enviaron a sus hijos a clases como una medida para presionar a la escuela y para que sacarán al niño del grupo:
“Fue en julio. De los 35 niños fueron solo 11 a clase ese día. Yo lo mandé como todos los días. Él me dijo que habían ido muy poquitos niños, y yo pensé que era por la lluvia. Fui una ingenua. Otra madre me contó después que había pasado. Así decían los papás que sacaran a mi hijo”.
Puedes ver la entrevista completa en canal de noticias C5N.
Como siempre, hay dos lados de la historia. Claudia, una de las madres del grupo de Whatsapp aseguró que los padres estaban preocupados por los episodios violentos que tenía el niño con asperger dentro del aula: “Pedíamos que al niño lo pasaran a otro lado hasta que esté mejor, pensando en él y en nuestros hijos. Este año agredió a otros chicos gravemente”.
Esta situación generó toda clase de comentarios en las redes sociales que especulaba sobre la actuación de la escuela. Sin embargo, creo que este tipo de especulaciones no ayuda a nadie. Es muy fácil opinar desde afuera sin saber con certeza qué intentó la escuela, los directivos, los maestros y los padres para solucionar esta situación. Especular de esa manera solo nos hunde en el pantano de la ignorancia y la discriminación.
Tenemos que ceñirnos a los hechos y en este caso las madres compartieron imágenes que celebraban abiertamente una decisión que demuestra las limitaciones que tiene la sociedad y los sistemas educativos para entender y dar respuestas a las necesidades educativas de los niños. Nadie se debería alegrar con la tristeza de un niño que es expulsado de su aula y despojado de sus compañeros, de su maestra y su rutina.
Desde hace cuatro años trabajo diariamente con niños con serias conductas disruptivas y necesidades educativas. Sé lo difícil y extenuante que puede ser este tipo de conductas para todos. Me ha tocado contener a niños muy angustiados y avergonzados por las terribles pataletas que tuvieron en medio de una clase o por el miedo a perder a sus amigos, ser rechazado o ser catalogado “el malo del aula”. Pero así también he sido testigo del profundo impacto que tienen los maestros y compañeros de clase para ayudar a los niños con estos problemas. El apoyo de los maestros y el entendimiento de los padres sobre las necesidades de los niños es invaluable.
Esta decisión no fue impulsada por las recomendaciones académicas y pedagógicas, sino por un grupo que no fue capaz de ponerse en la piel del otro, de una familia y un niño que cada día atraviesan dificultades que no son fáciles de imaginar. Es lamentable el grado de desinformación, la falta de compasión y empatía con un niño que sufre y que solo busca aceptación y amor. Todos deberíamos sentirnos consternados como sociedad, porque no fuimos capaces de ayudar al niño como realmente lo merece.
1 comentario
quisera saber como debe ser en la infraestructura el curso donde un niño de asperger debe pasar clases, por favor
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