Cuando tenemos una pesadilla solemos experimentar agitación y angustia, además de ver socavada la calidad del sueño. Sin embargo, al despertarnos de un mal sueño, las regiones del cerebro vinculadas al control emocional tienden a responder mejor a las situaciones que provocan miedo, según los hallazgos de un nuevo estudio (Sterpenich, Perogamvros, Tononi, & Schwartz, 2019).
Los autores encontraron un fuerte vínculo entre las emociones que sentimos tanto en el sueño como en la vigilia. También refuerzan una teoría neurocientífica sobre los sueños: simulamos situaciones aterradoras mientras soñamos para reaccionar mejor cuando estamos despiertos.
Para el estudio, investigadores de la Universidad de Ginebra (UNIGE) y los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG), Suiza, en colaboración con la Universidad de Wisconsin (EE. UU.) analizaron los sueños de varias personas e identificaron qué áreas del cerebro se activaron cuando experimentaron miedo en sus sueños.
Descubrieron que una vez que los individuos se despertaban, las áreas del cerebro responsables de controlar las emociones respondían a las situaciones que inducían el miedo de manera mucho más efectiva.
Los científicos emplearon electroencefalografía de alta densidad (EEG), que utiliza varios electrodos colocados en el cráneo para medir la actividad cerebral. Recientemente descubrieron que ciertas regiones del cerebro son responsables de la formación de los sueños, y que ciertas otras regiones se activan dependiendo del contenido específico dentro de un sueño (como las percepciones, pensamientos y emociones).
Colocaron 256 electrodos EEG en 18 sujetos a quienes despertaron varias veces durante la noche. Cada vez que los participantes se despertaban, tenían que responder una serie de preguntas como: ¿soñaste? Y, si es así, ¿te sentiste asustado?
“Al analizar la actividad cerebral basada en las respuestas de los participantes, identificamos dos regiones cerebrales implicadas en la inducción del miedo experimentado durante el sueño: la ínsula y la corteza cingulada,” dijo el Dr. Perogamvros, autor principal del estudio.
La ínsula también está involucrada en la evaluación de las emociones cuando estamos despiertos, y se activa automáticamente cuando alguien siente miedo. La corteza cingulada juega un papel en la preparación de reacciones motoras y conductuales en caso de amenaza.
“Por primera vez, hemos identificado los correlatos neuronales del miedo cuando soñamos y hemos observado que regiones similares se activan al experimentar miedo tanto en el sueño como en los estados de vigilia,” dijo Perogamvros.
Luego, los investigadores exploraron un posible vínculo entre el miedo experimentado durante un sueño y las emociones experimentadas una vez despierto. Le dieron un diario de sueños a 89 participantes por una semana. Cada mañana al despertar, los participantes registraban si recordaban los sueños que habían tenido durante la noche e identificaban las emociones que sentían, incluido el miedo. Al final de la semana, los sujetos fueron colocados en una máquina de resonancia magnética (IRM).
“Mostramos a cada participante imágenes emocionalmente negativas, como agresiones o situaciones angustiosas, así como imágenes neutrales, para ver qué áreas del cerebro eran más activas para el miedo y si el área activada cambiaba según las emociones experimentadas en los sueños durante la semana anterior,” dijo Virginie Sterpenich, investigadora del Departamento de Neurociencias Básicas de UNIGE.
El equipo estaba particularmente interesado en las áreas del cerebro tradicionalmente involucradas en el manejo de las emociones, como la ínsula, la amígdala, la corteza prefrontal medial y la corteza cingulada.
“Descubrimos que cuanto más tiempo una persona había sentido miedo en sus sueños, menos se activaban la ínsula, el cíngulo y la amígdala cuando la misma persona miraba las imágenes negativas. Además, la actividad en la corteza prefrontal medial, que se sabe que inhibe la amígdala en caso de miedo, aumentó en proporción a la cantidad de sueños aterradores,” explicó la investigadora.
“Los sueños pueden considerarse como un entrenamiento real para nuestras reacciones futuras y pueden potencialmente prepararnos para enfrentar los peligros de la vida real,” sugiere Perogamvros.
Los investigadores ahora planean estudiar una nueva forma de terapia de sueño para tratar los trastornos de ansiedad. También están interesados en las pesadillas porque, a diferencia de los malos sueños, en los que el nivel de miedo es moderado, las pesadillas se caracterizan por un nivel excesivo de miedo que interrumpe el sueño y tiene un impacto negativo en el individuo una vez despierto.
“Creemos que si se supera un cierto umbral de miedo en un sueño, pierde su papel beneficioso como regulador emocional”, dijo finalmente Perogamvros.
Referencia bibliográfica:
Sterpenich, V., Perogamvros, L., Tononi, G., & Schwartz, S. (2019). Fear in dreams and in wakefulness: Evidence for day/night affective homeostasis. Human Brain Mapping. https://doi.org/10.1002/hbm.24843
Fuente: Psychcentral