Las personas que tienen o han tenido COVID-19 tienden a reportar más quejas sobre sus habilidades cognitivas, pero estas quejas no parecen reflejar déficits reales en el rendimiento cognitivo (Baumeister et al., 2022).
Qué metodología usaron
En 2015, los investigadores realizaron un estudio con 877 personas sanas de mediana edad que evaluaron los síntomas depresivos, las quejas cognitivas subjetivas y el rendimiento cognitivo objetivo. Para su estudio actual, recopilaron datos de seguimiento de 428 participantes en el año 2021.
Qué encontraron
Los participantes que reportaron una infección por SARS-CoV-2 actual o anterior en 2021 tendieron a informar más quejas subjetivas sobre su atención (por ejemplo, “tengo problemas para concentrarme”), en comparación con aquellos que no habían sido infectados. Sin embargo, su desempeño en la prueba objetiva no reflejaba una reducción en la atención selectiva, señalaron los investigadores.
Aquellos que habían sido infectados con COVID-19 también exhibieron un rendimiento de memoria objetivo más bajo y síntomas depresivos más altos en 2021 en comparación con sus contrapartes no infectadas. Pero estas diferencias “se anularon cuando se tomaron en cuenta los niveles preexistentes de los pacientes”, dijeron los autores del estudio.
Enfatizaron que no cuestionamos la existencia de un COVID prolongado o que las quejas de los pacientes son insignificantes o incluso engañosas. De hecho, estas quejas no siempre tienen que corresponder al desempeño objetivo (como sucede con otros trastornos, como la depresión). Por lo tanto, esto no significa que no haya un problema subyacente en estas quejas autoinformadas, pero, la naturaleza puede ser más psicológica de lo que se pensaba anteriormente.
Sorprendentemente, solo alrededor del 4% de la muestra informó una infección actual o anterior por SARS-CoV-2, lo que puede haber influido en los resultados. Aunque la encuesta se realizó en una etapa relativamente temprana de la pandemia en Alemania, los autores hubieran esperado encontrar que más personas hayan contraído la enfermedad. Esto puede deberse a un simple sesgo de que las personas sanas o menos afectadas tienen más probabilidades de participar en una encuesta. En los demás aspectos, los resultados fueron generalmente consistentes con sus hipótesis.
Por otro lado, señalan que los datos fueron recolectados online, lpor lo que son menos confiables que los estudios acompañados por profesionales médicos.
Referencia bibliográfica: Baumeister, A., Göritz, A. S., Benoy, C., Jelinek, L., & Moritz, S. (2022). Long-COVID or long before? Neurocognitive deficits in people with COVID-19. Psychiatry Research, 317, 114822. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2022.114822
Fuente: Psypost