“El dolor está bajo control y estoy muy feliz. Suena raro, pero estoy más feliz que nunca” compartió Simon Boas, trabajador humanitario que recibió un diagnóstico de cáncer en el 2023. Le dijeron que era terminal, y durante su último año recopiló sus reflexiones de vida en un libro A Beginner ‘s Guide to Dying. Puede parecer extraño que una persona sea feliz mientras el final se acerca, pero en realidad, es muy común.
Un estudio publicado en Psychological Science revela que las personas cercanas a la muerte usan un lenguaje más positivo para describir su experiencia, en comparación con aquellos que sólo imaginan el concepto de morir. Esto puede mejorar la experiencia – o al menos hacerla menos desagradable como la esperamos.
En una entrevista con BBC, Boas compartió la perspectiva que lo ayudó a asimilar y aceptar la situación. Mencionó la importancia de disfrutar la vida y priorizar experiencias significativas, sugiriendo que reconocer la muerte fomenta una mayor apreciación por la vida.
A pesar del sufrimiento y las dificultades, a Boas se le veía optimista, y de cierta forma esperaba que su actitud beneficiara a su esposa y padres durante los momentos difíciles. Las ideas de Simón hacen eco a Séneca, el filósofo romano que sostenía que “haber vivido lo suficiente no depende ni de nuestros años ni de nuestros días, sino de nuestras mentes”.
Hay autores contemporáneos que comparten filosofías parecidas sobre la vida y la muerte. Por un lado, Victor Frankl demostró en su libro “El Hombre en Busca de Sentido” cómo es que crear un propósito le ayudó a sobrevivir en Auschwitz. Su trabajo fue un pilar para crear una rama de psicoterapia existencial, con el enfoque de darle sentido a las circunstancias. Buenas o malas, difíciles o incómodas, Frankl comparte perspectivas fascinantes sobre cómo sobrellevar el contexto y darle un sentido. Además, recientemente se adaptó su filosofía a la “psicoterapia centrada en el propósito”, la cual ofrece a las personas con cáncer una manera de renovar su sentido de vida.
También tenemos el legado de Elizabeth Kübler, tanatóloga y psiquiatra quien creó el modelo kübler-ross donde expone cinco etapas de duelo; y se enfocó a resignificar la relación que tenemos con la muerte. Uno de mis libros favoritos de Kübler es La Rueda de la Vida, donde detalla su biografía y lo transformador que es soltar el miedo hacia la muerte. Kübler fue pionera de la tanatología, defendió los derechos de los pacientes terminales y ayudó a sensibilizar a la sociedad sobre la muerte y el proceso que conlleva.
En diferentes estudios, se ha demostrado que las personas en estado terminal coinciden en 4 conceptos para cultivar su felicidad: las conexiones sociales, disfrutar de las pequeñas cosas, mantener una mentalidad positiva y transformar la perspectiva de buscar placer a crear significado, aunque su enfermedad siga progresando.
Mattias Tranberg, psicólogo clínico y especialista en el cuidado paliativo, describe que la mayoría de los pacientes llegan a las mismas conclusiones acerca de la fragilidad y belleza de la vida. Por ejemplo, Jonathan:
Jonathan llegó a la primera sesión de terapia por sí solo, cojeando ligeramente. Habló con Tranberg sobre la vida, sus intereses, relaciones y el sentido de todo.
En la segunda sesión, llegó con muletas. Un pie había empezado a fallarle y no podría mantener el equilibrio. Expresó lo frustrante que era perder el control de su pie, pero aún así esperaba poder recorrer en bicicleta el Mont Blanc.
Cuando Mattias le preguntó cuáles eran sus preocupaciones, se soltó llorando. “No voy a poder celebrar mi cumpleaños el próximo mes”, dijo Jonathan.
Lo que pesaba más no era el hecho de morir, sino todas las pequeñas cosas que no podría hacer otra vez.
Para la tercera sesión, el paciente llegó con ayuda de un amigo. Ya no podía sostenerse de las muletas. Compartió con Tranberg que había estado viendo sus videos de cuando andaba en bici con sus amigos. Concluyó que podría seguir disfrutando de la disciplina viendo videos de Youtube de otros rodando por Mont Blanc. Incluso ordenó una nueva bici de montaña. “Siempre la había querido comprar, pero me parecía muy cara. Y, aunque puede que hoy no la use, me pareció buena idea tenerla en la sala”…
Para la cuarta visita, que iba a ser la última, llegó en silla de ruedas. La bici había llegado, y la colocó cerca de su sillón. Pero había otra cosa que quería hacer:
“Si por algún milagro logró vivir más, me encantaría ser voluntario en algún servicio de atención doméstica. Uno o dos turnos a la semana… El trabajo que hacen es súper difícil, pero hacen una increíble contribución. No hubiera podido salir de mi departamento sin su ayuda”.
A pesar de todas las adversidades, las personas que se acercan a la muerte han demostrado que es posible ser felices y estar tristes al mismo tiempo. Las emociones conflictivas pueden coexistir con sentimientos de gratitud, placer y asombro. En un día regular, los pacientes terminales pueden sentir remordimiento, anhelos, culpa, alivio y gratitud – todo al mismo tiempo. Enfrentar los límites de la existencia puede añadir perspectiva y ayudarnos a apreciar la vida más que nunca.