En el primer estudio que intentó tratar el insomnio en la fase aguda (antes de que se haga crónico), investigadores encontraron que casi 3/4 de los participantes percibieron una mejora en la calidad del sueño entre los 3 meses siguientes a una sesión de TCC de 60 minutos. Los autores del estudio comentan que, a pesar de que existe bastante evidencia de la eficacia de la TCC para tratar el insomnio crónico, nunca se había investigado este tratamiento para el insomnio agudo.
Los hallazgos, publicados en la revista internacional SLEEP, son de especial importancia por el riesgo que existe de un comienzo de una depresión debido a la transición del insomnio agudo al crónica.
Las personas que sufren de insomnio reportan problemas consistentes con la calidad, duración o continuidad de sus patrones de sueño. Puede que les cueste quedarse dormidos, luchen para volverse a dormir o se despierten durante la noche o muy temprano, lo que puede tener un impacto negativo en la atención, concentración, humor y memoria. Aproximadamente un tercio de la población adulta reporta síntomas de insomnio, y un 10% sufre de insomnio.
En el estudio participaron 40 adultos, que reportaron sufrir de insomnio por menos de 3 meses y que no estaban tomando medicación para eso actualmente. Ninguno había recibido Terapia Cognitivo Conductual previamente.
Los sujetos fueron separados en dos grupos, conformado por 9 hombres y 11 mujeres. Todos utilizaron diarios del sueño para anotar la calidad y duración del mismo por 7 días antes del tratamiento y completaron el Índice de Severidad del Insomnio, que mide la naturaleza, severidad e impacto del insomnio. Un grupo recibió de 60 a 70 minutos de TCC (sesiones individuales) y un panfleto de autoayuda para leer en su hogar. El grupo control no recibió apoyo adicional.
Luego del tratamiento hubo una diferencia significativa entre el grupo que recibió la TCC y el grupo control. Dentro del mes de la sesión de terapia, el 60% de los participantes pertenecientes al grupo que recibió las sesiones de TCC, reportó mejoras en la calidad del sueño. A los dos meses, ese porcentaje se había incrementado a 73%.
Por otro lado, solo el 15% de los individuos que formaban parte del grupo control reportó mejoras en el sueño. Al ver los resultados, el 70% de ellos requirió que se le diera el mismo tratamiento que al otro grupo.
La sesión de terapia abarcó la educación sobre el sueño y las diferencias individuales en la necesidad de sueño en diferentes momentos de la vida. El profesor Jason Ellis (uno de los autores del estudio y quien dirigía las sesiones) luego les presentaba los principios de la restricción del sueño, que alienta al individuo a pasar solo el tiempo en cama requerido para dormir. Utilizando sus registros en los diarios del sueño, se les prescribió una hora para ir a la cama y otra para levantarse para mejorar la eficiencia del sueño.
El panfleto de autoayuda utilizó un mensaje en “3D” que representaba tres acciones que, si los individuos reconocían, les indicaba que debían actuar sobre los síntomas del insomnio: Detectar (como sus registros en sus diarios del sueño); Desconectar (cómo controlar estímulos que podrían llevar a un sueño interrumpido) Distraerse (intrucciones sobre cómo utilizar control cognitivo e imaginería para distraer la mente).
El profesor Ellis explica que el insomnio es una carga tanto para la persona que lo sufre como para la economía y ha sido vinculado al desarrollo o empeoramiento de otras condiciones psicológicas y físicas. En consecuencia los resultados, que claramente apuntan a que la TCC puede ayudar a las personas con insomnio agudo, son de vital importancia para el tratamiento de estas personas con beneficios a corto y largo plazo.
Fuente: Science Daily