Miguel Ángel Criado para El País:
Los resultados de un experimento con 100 personas expuestas a luz artificial, publicados en diciembre de 2022, mostraron la mecánica de la relación entre exceso de iluminación y supresión de la melatonina. La vía principal por la que el organismo sabe que se acerca la noche y toca dormir son los ojos, la cantidad de luz que entra por ellos. Los fotorreceptores de la retina se encarga de ello. Los más conocidos son los conos y los bastones (los primeros permiten ver el mundo en colores, los segundos, funcionan como unas gafas de visión nocturna). Pero hay otras células fotosensibles descubiertas hace un siglo, pero de las que se empiezan a conocer sus funciones ahora: las células ganglionares intrínsecamente fotosensibles (ipRGCs, por sus siglas en inglés), que son especialmente sensibles a la parte azul del espectro de la luz. El experimento con este centenar de personas permitió confirmar que tanto los conos como las ipRGCs hacen algo más que ayudar a ver. Se encargan de activar o cortocircuitar la liberación de melatonina, afectando al ritmo circadiano.