Aunque muchos la denominan “negativa”, lo cierto es que el enojo es una emoción básica, normal y generalmente sana, que suele presentarse cuando no conseguimos alguna meta, satisfacemos alguna necesidad, nos sentimos injustamente tratados, etc.
Los problemas y el matiz destructivo viene cuando se nos va de las manos, cuando se incrementa en intensidad, duración y frecuencia; Es decir, cuando se torna en ira. De la misma manera que sucede con la ansiedad, la ira activa el sistema simpático y esto se traduce en cambios fisiológicos (taquicardia, incremento de la presión arterial, sudoración, etc.) que preparan al cuerpo para emitir una respuesta de lucha o de huida. Resaltar que desde ese estado intenso suelen darse errores en el procesamiento de información y distorsiones cognitivas importantes. Por ejemplo, el sesgo de atribución hostil o estilo de atribución hostil (Dodge, 2006); Es decir tenderemos a interpretar de manera incorrecta las señales sociales, atribuyendo una intención hostil e intencionada ante una situación hostil. Para saber más, pulsa aqui.
Este estado emocional se caracterizada por sentimientos de enfado o enojo con distintos matices, que forman parte un continuo ira-hostilidad-agresividad. Aquí la hostilidad hace referencia a una actitud persistente de valoración negativa de, y hacia los demás; y la agresividad se entendería como una conducta dirigida a causar daño en personas o cosas.
Es muy importante ser conscientes de que la verdadera causa de la ira no son las cosas que nos pasan o lo que nos hacen los demás, sino cómo reaccionamos, o cómo interpretamos los comportamientos de los demás y la finalidad que persigue nuestra reacción.
Aunque, como hemos dicho, esta emoción es natural y todos la experimentamos, si se nos va de las manos puede ser muy desagradable y traducirse en un deterioro en nuestro juicio y en un comportamiento disfuncional que puede conducirnos a un dolor emocional o físico intenso. Conocer las distintas formas en que la ira puede manifestarse, puede ayudarnos a controlarla y a entender las reacciones de los demás.
la ira es una emoción básica, totalmente normal y generalmente sana
A pesar de que desde la psicología se ha intentado clasificar esta emoción, no hay un acuerdo real sobre la cantidad de tipos de enojo que hay. Aunque se estima que hay una amplia variedad de tipología, la realidad es que la ira en tanto sentida como expresada es muy distinta y única en cada uno de nosotros.
Algunos tipos de ira (o intensidad del enojo) se podrían pensar como constructivos y un antídoto contra la desesperanza. Por ejemplo, si te enfureces con la situación política, la ira que compartes con otros ciudadanos de ideas afines puede ser potenciadora y llevaros incluso a la creación de una comunidad, dicen los investigadores.
Desde el budismo se enseña, también, que la ira es una forma de desconocimiento acerca de los puntos de vista de los demás. Es decir, si en medio de nuestra furia pudiésemos llegar a ver a nuestros adversarios no tanto como seres demoníacos, sino más bien seres frustrados como nosotros y tratáramos de ayudarles a cambiar, entonces éste tipo de ira nos podría ayudar a cultivar la empatía por el otro lado.
Otro ejemplo de matiz constructivo de la ira es cuando nos puede ayudar en un concurso, una lucha política o de otro tipo. Piensa en los jugadores de fútbol que a propósito alimentan su ira antes de un partido. Saltan y gritan para ponerse en el estado de ánimo adecuado para derribar a su competencia. Su agresividad en esos momentos mejora su rendimiento y les sirve para comunicar a sus oponentes que pongan atención. Pero cuidado, ya te contamos en un artículo pasado cómo, al contrario de lo que se pensaba, descargar la ira de una forma catártica es dañino, altamente dañino.
Al final de cuentas, sea como sea, la ira prolongada es altamente dañina, pone énfasis en el sistema inmunológico, y está estrechamente relacionada con la depresión y otros trastornos del estado de ánimo.
Para finalizar te queremos dejar una guía de libre acceso que incluye ejercicios para ayudarte a entender y gestionar esa rabia de una manera más práctica y funcional. Descárgala aquí.
¡Hasta la próxima!
Fuentes: The New York Times I Health Guidance