A la de edad de 45 años la velocidad de la marcha (caminata, sin correr) puede usarse como un marcador del envejecimiento del cuerpo y el cerebro, según los hallazgos de un estudio reciente (Rasmussen et al., 2019).
Los participantes tomaron pruebas neurocognitivas a los 3 años, las cuáles indicaban quiénes serían los que caminarían más lento. A los 45 años, estos sujetos habían aumentado el envejecimiento en una escala de 19 medidas ideada por los investigadores, y sus pulmones, dientes y sistemas inmunes tendían a estar en peor forma que los de las personas que caminaban más rápido.
“Lo que es realmente sorprendente es que esto es en personas de 45 años, no en los pacientes geriátricos que generalmente son evaluados con tales medidas,” dijo la investigadora principal Line J.H. Rasmussen, del departamento de psicología y neurociencia de la Universidad de Duke.
Igualmente sorprendente fue que las pruebas neurocognitivas que estos individuos tomaron cuando niños (a los 3 años), sus puntajes en coeficiente intelectual, comprensión del lenguaje, tolerancia a la frustración, habilidades motoras y control emocional predijeron su velocidad de caminata a los 45 años.
Los médicos saben que entre los 70 y 80 años, los que caminan más despacio tienden a morir más antes que las personas que caminan rápido y tienen la misma edad, señaló la autora principal del estudio, Terrie E. Moffitt, profesora de psicología de la Universidad Nannerl O. Keohane en la Universidad de Duke y profesora de desarrollo social en King’s College de Londres.
Este estudio cubrió el período que va desde los años preescolares hasta la mediana edad, y descubrió que una caminata lenta es un signo de problemas décadas antes de la vejez, resaltó.
Los datos provienen de un estudio a largo plazo de casi 1000 personas que nacieron durante un solo año en Dunedin, Nueva Zelanda. Los 904 participantes de la investigación en el estudio actual han sido encuestados, examinados y medidos durante toda su vida, principalmente desde abril de 2017 hasta abril de 2019 a los 45 años.
Los exámenes de resonancia magnética realizados en su última evaluación mostraron que los que caminan más despacio tendían a presentar un volumen cerebral total más bajo, un grosor cortical medio más bajo, menos área de la superficie del cerebro y una mayor incidencia de “hiperintensidades” de la sustancia blanca, lesiones pequeñas asociadas con la enfermedad del vaso sanguíneo del cerebro. En resumen, sus cerebros parecían algo mayores.
Por otra parte, estos sujetos también parecían mayores a los ojos de un panel de ocho revisores que evaluaron la ‘edad facial’ de cada participante a partir de una fotografía.
“Es una pena que no tengamos velocidad de marcha e imágenes cerebrales de cuando eran niños,” dijo Rasmussen. (La resonancia magnética se inventó cuando tenían cinco años, pero no se realizó en niños durante muchos años).
Algunas de las diferencias en salud y cognición pueden estar relacionadas con las elecciones de estilo de vida que estos individuos han tomado. Pero el estudio también sugiere que ya hay señales en la vida temprana de quién se convertirá en “caminante lento,” dijo Rasmussen. “Es posible que tengamos la oportunidad de ver quién mejorará su salud en el futuro,” señaló.
Referencia bibliográfica:
Rasmussen, L. J. H., Caspi, A., Ambler, A., Broadbent, J. M., Cohen, H. J., d’Arbeloff, T., Elliott, M., Hancox, R. J., Harrington, H., Hogan, S., Houts, R., Ireland, D., Knodt, A. R., Meredith-Jones, K., Morey, M. C., Morrison, L., Poulton, R., Ramrakha, S., Richmond-Rakerd, L., … Moffitt, T. E. (2019). Association of Neurocognitive and Physical Function With Gait Speed in Midlife. JAMA Network Open, 2(10), e1913123. https://doi.org/10.1001/jamanetworkopen.2019.13123
Fuente: Science Daily