Quienes sufren de insomnio presentan problemas consistentes ya sea en la calidad, duración o continuidad de sus patrones de sueño. Aun existiendo condiciones óptimas para dormir, tienen dificultades para conciliar el sueño o para mantenerlo. Y como si fuera poco, el insomnio puede ser un potenciador de otras enfermedades (desde un simple resfrío hasta una grave depresión), y a su vez puede verse potenciado por éstas.
Un estudio, publicado en JAMA Internal Medicine, sugiere que una terapia que mejore el sueño también reduce los síntomas de otras enfermedades que a menudo lo perturban.
Este estudio examinó el efecto de la Terapia Cognitivo Conductual para el Insomnio (TCC-I) en pacientes con serias enfermedades físicas y mentales. La TCC-I es el tratamiento no farmacológico más prominente para los trastornos del insomnio. Debido a su gran desempeño en ensayos clínicos, la TCC-I es recomendada por la Academia Americana de la Medicina del Sueño como el tratamiento de primera línea para el insomnio.
La TCC-I trata el insomnio sin medicación, combinando buenas técnicas de higiene del sueño (ejercitarse regularmente, pero no muy cerca de la hora de dormir, y evitar el café y la ingesta de mucho alcohol al anochecer), con tiempos de vigilia más consistentes (establecer un horario regular para levantarse y atenerse a él, salir de la cama durante los periodos de vigilia, evitar comer, leer, mirar TV o actividades similares en la cama, y eliminar las siestas durante el día), técnicas de relajación y actitudes y pensamientos de sueño positivos. Varios ensayos clínicos (1, 2, 3) han mostrado que la TCC-I proporciona un buen o mejor alivio de los síntomas del insomnio, que las drogas prescriptas, con mejoras más durables en el sueño.
Resultados del estudio
Comparados con aquellos que no recibieron TCC-I, los pacientes que sí la recibieron incrementaron su tiempo de sueño en la cama en cerca de un 12%; se quedaron dormidos cerca de 25 minutos más rápido y disminuyeron la cantidad de tiempo despiertos durante la noche en alrededor de 45 minutos, según Jade Wu, autora principal del estudio y estudiante de doctorado en psicología de la Universidad de Boston.
El estudio también encontró que un poco más de uno de cada tres pacientes que recibieron TCC-I se recuperaron del insomnio, comparado con uno de cada seis en los grupos control que no recibieron TCC-I.
Al analizar datos de 2189 pacientes, recogidos de 37 ensayos clínicos al azar, los investigadores encontraron que la TCC-I también es útil para quienes padecen una enfermedad física o mental crónica: cuando el insomnio es tratado con TCC-I, los síntomas de otras enfermedades disminuyen también al menos un poco. Y así, por ejemplo, hallaron que este tratamiento redujo el uso de alcohol en alcohólicos, disminuyó síntomas de depresión, redujo la severidad de los síntomas del trastorno por estrés postraumático, alivió la fatiga en pacientes con cáncer de mamas y redujo el dolor crónico.
Los autores del estudio concluyeron que la TCC-I es eficaz para mejorar los síntomas del insomnio y los parámetros del sueño en pacientes con insomnio comórbido.
Fuente: New York Times