Sabemos que la terapia cognitiva conductual es efectiva para una amplia gama de problemas psicológicos. Y ahora, una nueva investigación del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) ofrece nueva evidencia de los efectos de esta terapia en el cerebro de los niños con ansiedad que reciben este tratamiento.
Investigación
En la investigación participaron 69 niños que estaban diagnosticados con algún trastorno de ansiedad y que recibieron el tratamiento de 12 semanas de terapia cognitiva conductual.
Los investigadores utilizaron escalas clínicas para evaluar los cambios en los síntomas de ansiedad y funcionamiento de los niños antes y después del tratamiento.
Para conocer los cambios a nivel cerebral, utilizaron las imágenes de resonancia magnética funcional.
Todos los resultados fueron comparados con 62 niños de edades similares sin ansiedad.
Resultados
Pretratamiento:
Los niños con ansiedad mostraron una mayor actividad en muchas regiones cerebrales, incluidas las áreas corticales en los lóbulos frontales y parietales, los cuales son importantes para las funciones cognitivas y reguladoras, como la atención y la regulación emocional.
Los investigadores también encontraron una actividad elevada en las áreas líbicas más profundas como la amígdala, que son esenciales para generar emociones interesas como la ansiedad y el miedo.
Post tratamiento:
Después de recibir el tratamiento de 12 semanas de TCC, los niños con ansiedad mostraron una disminución clínicamente significativa en los síntomas de ansiedad y un mejor funcionamiento.
La activación aumentada observada antes del tratamiento en muchas regiones cerebrales frontales y parietales también mejoró después de la TCC, disminuyendo a niveles iguales o inferiores a los de los niños no ansiosos.
Los autores explican que esta reducción de la activación de estas áreas cerebrales puede reflejar un compromiso más eficiente de las redes de control cognitivo después de recibir TCC.
No obstante, 8 regiones cerebrales, incluida la amígdala derecha, continuaron mostraron una actividad más alta en niños ansiosos en comparación con aquellos que no lo eran después del tratamiento.
Este patrón persistente de activación mejorada sugiere que algunas regiones cerebrales, especialmente áreas límbicas que modulan las respuestas a estímulos que provocan ansiedad, pueden ser menos receptivas a los efectos agudos de la TCC.
Cambiar la actividad en estas regiones puede requerir una duración más prolongada de la TCC, formas adicionales de tratamiento o dirigirse directamente a áreas cerebrales subcorticales.
En este estudio, todos los niños con ansiedad recibieron TCC. Con fines de comparación, los investigadores también midieron la actividad cerebral en una muestra separada de 87 jóvenes con alto riesgo de ansiedad basado en su temperamento infantil (por ejemplo, mostrando una alta sensibilidad a situaciones nuevas). Dado que estos niños no fueron diagnosticados con un trastorno de ansiedad, no habían recibido tratamiento con TCC.
Se tomaron imágenes cerebrales a los 10 y 13 años.
En los adolescentes con riesgo temperamental de ansiedad, una mayor actividad cerebral se relacionó con un aumento de los síntomas de ansiedad con el tiempo y coincidió con la actividad cerebral observada en niños diagnosticados con un trastorno de ansiedad antes del tratamiento.
Esto proporciona evidencia preliminar de que los cambios cerebrales en niños con ansiedad fueron impulsados por la TCC y que podrían ofrecer un marcador neural confiable del tratamiento de la ansiedad.
Los trastornos de ansiedad son comunes en los niños y pueden causarles una angustia significativa en situaciones sociales y académicas.
También son crónicos, con un fuerte vínculo en la adultez cuando se vuelven más difíciles de tratar.
A pesar de la efectividad de la TCC, muchos niños continúan mostrando síntomas de ansiedad después del tratamiento.
Mejorar la terapia para tratar la ansiedad de manera más efectiva durante la infancia puede tener beneficios a corto y largo plazo y prevenir problemas más graves en el futuro.
Este estudio proporciona evidencia, en un grupo grande de jóvenes no medicados con trastornos de ansiedad, de una circuitaría cerebral alterada que subyace a los efectos del tratamiento de la TCC.
Los hallazgos podrían, con el tiempo, utilizarse para mejorar los resultados del tratamiento al dirigirse a los circuitos cerebrales vinculados a la mejora clínica.
Esto es particularmente importante para el subconjunto de niños que no mejoraron significativamente después de la TCC a corto plazo.
Referencia:
Simone P. Haller, Julia O. Linke, Hannah L. Grassie, Emily L. Jones, David Pagliaccio, Anita Harrewijn, Lauren K. White, Reut Naim, Rany Abend, Ajitha Mallidi, Erin Berman, Krystal M. Lewis, Katharina Kircanski, Nathan A. Fox, Wendy K. Silverman, Ned H. Kalin, Yair Bar-Haim, Melissa A. Brotman. Normalization of Fronto-Parietal Activation by Cognitive-Behavioral Therapy in Unmedicated Pediatric Patients With Anxiety Disorders. American Journal of Psychiatry, 2024; DOI: 10.1176/appi.ajp.20220449