El ábaco es considerado el instrumento de cálculo aritmético más antiguo del mundo. Durante miles de años fue una herramienta indispensable en las transacciones comerciales. Pero con la llegada de la calculadora, las computadoras y los nuevos métodos de enseñanza, muchos calificaron al ábaco como una tecnología obsoleta e ineficiente que no concuerda con el mundo digital y moderno en el que vivimos.
a nivel de velocidad y precisión que son comparables con el uso de la calculadora
Sin embargo, y para nuestro asombro, el ábaco sigue siendo usado en diferentes lugares del mundo, principalmente en países que sobresalen en las evaluaciones internacionales de educación como Singapur, India, China y Japón; y no por puro capricho, sino que ellos han encontrado que este instrumento ofrece ventajas a nivel de velocidad y precisión que son comparables con el uso de la calculadora, además, permite a las personas hacer operaciones incluso cuando están hablando.
Hay dos maneras de usar el ábaco: la manera tradicional, con el instrumento material; y el ábaco mental, una técnica que simula con las manos su movimiento y permite hacer las operaciones mentalmente (como cuando multiplicas sin lápiz y papel).
Hace unos días me encontré con un vídeo de una escuela en India que enseña a los niños a usar el ábaco mental y quedé muy impresionado al ver la velocidad y precisión con que esos pequeños hacían complejas operaciones aritméticas.
Mira el vídeo:
El vídeo es sorprendente, pero, ¿qué dicen los estudios? La literatura científica no tiene muchas investigaciones que hayan comparado el uso del ábaco mental versus otros métodos de aprendizaje.
Interesados en este tema, un grupo de psicólogos de las universidades de Harvard y Stanford publicaron un estudio en la revista Child Development, que les tomó tres años de investigación y ofrecen datos muy interesantes sobre los beneficios del ábaco.
El equipo logró contar con la participación de 183 niños que tenían entre cinco y siete años de edad en una escuela en la India. A todos se les aplicó un test preliminar para conocer sus habilidades cognitivas y aritméticas. Luego fueron separados aleatoriamente en tres grupos: un grupo recibió tres horas a la semana de entrenamiento con el ábaco (al principio con el ábaco físico y luego con el ábaco mental); el segundo grupo recibió tres horas de tutorías en matemáticas después de la escuela; y el tercer grupo recibió mitad y mitad de las tutorías.
habían mejorado sus habilidades matemáticas, de cálculo, de aritméticas y de comprensión conceptual
Al cabo de tres años, los psicólogos volvieron a tomar pruebas cognitivas y aritméticas, compararon los datos y encontraron que los niños que recibieron entrenamiento con el ábaco mental habían mejorado sus habilidades matemáticas, de cálculo, de aritméticas y de comprensión conceptual; además sobrepasaron a todos aquellos que recibieron las tres horas de tutoría tradicional. Los resultados también demostraron modestas ventajas en las notas de los niños en matemáticas y ciencias.
Los psicólogos explican que el uso del ábaco mental no se tradujo en mayores beneficios en las habilidades cognitivas y no cambió las actitudes o ansiedad de los niños hacia las matemáticas. Esto pareciera ser una mala noticia, pero en realidad es algo bueno, ya que quiere decir que los hallazgos no son resultados del efecto placebo.
“Nuestra evidencia sugiere que el ábaco mental provee estos beneficios al construir en los niños, las capacidades cognitivas preexistentes en vez de modificar sus habilidad para visualizar y manipular objetos en la memoria de trabajo”, concluyen los autores.
Quizás sea hora de desempolvar esta vieja herramienta de enseñanza y volver a usarla.