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Investigadores han identificado microbiota intestinal que interactúa con las regiones del cerebro asociadas a las emociones y el comportamiento, lo cual supone la primera vez que se han identificado diferencias conductuales y neurobiológicas asociadas con la composición microbiana en humanos sanos.
Investigaciones anteriores habían sugerido que la microbiota, una comunidad de microorganismos en el intestino, puede influir en el comportamiento y las emociones. Por su parte, los modelos de roedores han demostrado los efectos de la microbiota intestinal sobre los comportamientos emocionales y sociales, como la ansiedad y la depresión, sin embargo, hay poca evidencia de esto en los seres humanos.
Para la realización del estudio, los investigadores buscaron identificar las características cerebrales y conductuales de mujeres sanas agrupadas por perfiles de microbiota intestinal.
Cuarenta mujeres suministraron muestras fecales y las imágenes de resonancia magnética se tomaron de sus cerebros mientras veían imágenes de individuos, actividades o cosas que evocaban respuestas emocionales. Las mujeres fueron divididas por su composición de bacterias intestinales en dos grupos: 33 tenían más de una bacteria llamada Bacteroides; las siete restantes tenían más de la bacteria Prevotella.
El grupo Bacteroides mostró mayor espesor de la materia gris en la corteza frontal y la ínsula, regiones cerebrales involucradas en el procesamiento complejo de la información. También tenían volúmenes más grandes en el hipocampo, una región implicada en el procesamiento de la memoria. El grupo de Prevotella, por el contrario, mostró más conexiones entre las regiones emocionales, atencionales y sensoriales del cerebro y volúmenes inferiores del cerebro en varias regiones, como el hipocampo. El hipocampo de este grupo fue menos activo mientras que las mujeres estaban viendo imágenes negativas. También evaluaron niveles más altos de sentimientos negativos como ansiedad, angustia e irritabilidad después de mirar fotos con imágenes negativas.
Estos resultados apoyan el concepto de interacciones cerebro-intestino-microbiota en humanos sanos. Los investigadores aún no saben si las bacterias en el intestino influyen en el desarrollo del cerebro y su actividad cuando se encuentra un contenido emocional desagradable, o si las diferencias existentes en el cerebro influyen en el tipo de bacterias que residen en el intestino.
Fuente: Science Daily
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